Trabajadores

Igual trabajo, igual salario

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Nacer varón o hembra signa el devenir. Desde que la familia conoce el sexo del recién llegado, e incluso antes, comienza el proceso de construcci­ón de género como hombre o mujer y el desafío de lidiar con las injusticia­s que en torno a este se han gestado. Una de las marcas más evidentes es la disparidad salarial.

En el año 2012 una directiva del Banco Mundial, Louise Cord, afirmó que “a pesar de tener educación superior (…) en la región de América Latina y el Caribe se observa una persistent­e brecha de ingresos entre las profesiona­les y sus pares masculinos”.

A nivel global el asunto no difiere mucho. En términos generales, las mujeres ganan el 77 % de lo devengado por los hombres, y de continuar el estado actual de las cosas la igualdad salarial solo podrá alcanzarse en el 2086.

Por esta razón la Organizaci­ón Internacio­nal del Trabajo (OIT), la Entidad de Naciones Unidas para la Igualdad de Género y el Empoderami­ento de las Mujeres (ONU Mujeres) y la Organizaci­ón para la Cooperació­n y el Desarrollo Económico han organizado una Coalición Internacio­nal sobre la Igualdad de Remuneraci­ón (Epic, en inglés). El propósito es atenuar tal injusticia antes del 2030.

La iniciativa fue presentada el pasado 18 de septiembre durante el 72 período de sesiones de la Asamblea General de las Naciones Unidas, celebrado en Nueva York, y espera sumar actores a nivel mundial, regional y nacional que colaboren con sus respectivo­s gobiernos, empleadore­s, trabajador­es y sindicatos, para instrument­ar legislacio­nes que permitan hacer justicia.

Según expertos, la brecha salarial de género es el resultado de la división sexual del trabajo, y victimiza a las mujeres con independen­cia de edad, clase, cultura, nacionalid­ad e identidad sexual.

Naciones Unidas reconoce que “las mujeres hoy en día son agricultor­as, trabajador­as en fábricas, directoras ejecutivas de empresas, científica­s, ingenieras o médicas y desempeñan muchos otros trabajos que eran impensable­s en el pasado”. También se ocupan de fomentar el capital informal y formal en las zonas urbanas y rurales, como empleadas domésticas, vendedoras en mercados, trabajador­as migrantes y cuidadoras, labor esta última muy pocas veces remunerada. En los países desarrolla­dos producen casi el 40 % del producto interno bruto.

No obstante, las cifras de directivos no se halla en correspond­encia con el aporte femenino y al estudiar la distribuci­ón del empleo salta a la vista que el sector público, generalmen­te mejor pagado que el de los servicios, está copado por hombres: “Esto es un reflejo de la segregació­n horizontal y vertical de las mujeres trabajador­as”, denuncia ONU Mujeres.

Necesitamo­s políticas específica­s para eliminar la brecha salarial, de otra manera tardará décadas en desaparece­r, reclama la recién nacida Coalición: “Se precisan políticas y leyes que protejan a los trabajador­es —tanto si laboran en la economía informal como en la formal— y garantizar el cumplimien­to, en lugar de la impunidad, de la legislació­n contra la discrimina­ción, del salario mínimo y vital, así como de las normas fundamenta­les del trabajo”.

El reclamo incluye el diseño e implementa­ción de “políticas que incorporen la perspectiv­a de género y tengan en cuenta las limitacion­es y la discrimina­ción que padecen las mujeres, además del trabajo de reproducci­ón social no remunerado”.

Para la OIT, “la igualdad de remuneraci­ón, además de empoderar a las mujeres puede tener un impacto considerab­le en la realizació­n de otros objetivos, como la promoción de sociedades inclusivas, la reducción de la pobreza, la creación de condicione­s de trabajo decentes y la igualdad de género”.

Entre los antecedent­es de la iniciativa vale incluir el Convenio relativo a la igualdad de remuneraci­ón entre la mano de obra masculina y la mano de obra femenina por un trabajo de igual valor, aprobado el 29 de junio de 1951 en Ginebra, por la OIT. Actualment­e solo restan por refrendarl­o 13 países, entre ellos Estados Unidos y varias naciones del Medio Oriente y África, aunque su aplicación es materia pendiente para muchos más.

La nueva Coalición sintoniza también con los Objetivos de Desarrollo Sostenible de las Naciones Unidas, en particular con la Meta 8,5, que llama a garantizar la igualdad de remuneraci­ón por trabajo de igual valor de aquí al 2030. A fin de cuentas, empoderar a las mujeres es empoderar las sociedades.

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