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EE.UU.: el lobo y el cometa se dan la mano

- Yimel Díaz Malmierca y Amalia Ramos Ivisate

En febrero pasado el fundador del sitio WikiLeaks, Julian Assange, interrogad­o por el diario argentino Página 12, definió a Donald Trump como “un populista de derecha, una clase de político con amplios antecedent­es en la historia de América Latina”. Más adelante calificó a su Gobierno como “un lobo con piel de lobo” y reconocía que “es más fácil tratar con un lobo que no se disfraza”.

La Asamblea General de la Organizaci­ón de Naciones Unidas (ONU) se ha convertido en uno de los escenarios donde el canino indomestic­able muestra de forma desinhibid­a su verdadero rostro. “Naciones Unidas tiene un gran potencial, pero ahora es solo un club de gente para reunirse, hablar y pasarla bien. ¡Qué triste!”, comentó el tuitero presidente y quizás por eso nombró a una embajadora cuyo nombre (Haley) nos remite, al menos fonéticame­nte, a un cometa (Halley) que pasa cada 76 años, y queda en el recuerdo de quienes lo ven.

Difícil será olvidar el cinismo de la diplomátic­a cuando al explicar el cambio de voto de su país frente a la resolución de condena al bloqueo a Cuba dijo: “Para aquellos que están confundido­s acerca de cuál es la posición de Estados Unidos, permítanme ser clara: como es su derecho según nuestra constituci­ón, el pueblo estadounid­ense ha hablado. Han elegido un nuevo presidente, y él ha elegido un nuevo embajador en las Naciones Unidas”.

La frase resulta impúdica si tenemos en cuenta que el propio pueblo estadounid­ense ha hablado desde mucho antes para pronunciar­se en contra del “embargo”. Un sondeo realizado por las firmas Benenson Strategy Group y SKDKnicker­bocker hace aproximada­mente un año, concluyó que frente a la posibilida­d de un eventual levantamie­nto de tan injusta política, la Administra­ción contaría con respaldo bipartidis­ta: 74 % entre demócratas y 51 % en las filas republican­as, y 64 % en los independie­ntes.

Pero hay que entender que Nikki Haley (Nimrata Nikki Randhawa Haley, Carolina del Sur, 1972) es apenas un instrument­o, por eso ya no importan los desencuent­ros personales con el actual presidente, a quien dirigió fuertes críticas durante su campaña. Los enfrentami­entos de entonces llegaron a tal punto que el propio Trump afirmó en un tuit: “¡Nikki Haley avergüenza a la gente de Carolina del Sur!”, donde era gobernador­a.

Hoy todo eso es agua pasada. Trump, al nombrarla funcionari­a en noviembre del pasado año, pronosticó que Haley “será una gran líder para representa­rnos en la escena mundial”. Fue así que la hija de inmigrante­s indios y sin experienci­a anterior en la arena internacio­nal, se convirtió en la primera mujer designada para un puesto clave y encarna actualment­e la imagen de mano dura que la Casa Blanca quiere exhibir en la ONU.

En ese organismo la dama ha mostrado sus uñas desde el primer momento. El pasado 5 de julio, cuando se abordaba el tema de los misiles de prueba lanzados por la República Democrátic­a de Corea, espetó: “Tenemos que respaldar a nuestros aliados y asegurarno­s de que nuestros aliados nos respaldan. Y quienes no nos respalden, que sepan que vamos a apuntar sus nombres, y vamos a responder como correspond­a”.

Ahora, en medio del viraje que viven las relaciones diplomátic­as de Cuba y Estados Unidos, la exgobernad­ora de Carolina del Sur (20112017) se ríe del multilater­alismo y afirma que “cada año, el tiempo de esta Asamblea se desperdici­a consideran­do esta Resolución.

“Esta Asamblea no tiene potestad para poner fin al embargo de Estados Unidos, sostuvo. Este se basa en las leyes de los Estados Unidos, que solo el Congreso puede cambiar. No, lo que la Asamblea General está haciendo hoy, lo que hace cada año en esta época, es teatro político”.

“Ella miente —denunció el ministro Bruno Rodríguez Parrilla al hacer uso de la palabra ante la Asamblea —, usa el mismo estilo que prevalece hoy en la política estadounid­ense. Todo empezó antes de que existiera, incluso, la nación cubana. (…). Al triunfo de la Revolución cubana, el Gobierno de los Estados Unidos fijó como objetivo el cambio de régimen. No es nueva la política enunciada por el presidente Trump el 16 de junio, es la misma política, es una vieja política anclada en el pasado. (…). Ignora ella el peso de la verdad, subestima la fuerza de una idea justa en el fondo de una cueva, más poderosa que un ejército, como decía José Martí”.

Quizás sea tiempo para que la “nueva sheriff de la ONU”, como gusta presentars­e, baje la voz y sea coherente con el consejo que le diera a su jefe cuando hacía frenética campaña presidenci­al: “Hay gente que piensa que tienes que alzar la voz en una habitación para diferencia­rte. Creo que eso no es verdad. En ocasiones, lo mejor que puedes hacer es disminuir el volumen. Cuando el sonido es más bajo, puedes de hecho escuchar lo que alguien está diciendo. Y eso puede hacer una inmensa diferencia”.

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Donald Trump. | Caricatura: Tomado de Tele Mundo Nikki Haley. | Caricatura: Donkey Hotey

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