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Desde el primer día

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EL NACIMIENTO de un bebé debe ser motivo de alegría; al tiempo que conlleva una transforma­ción profunda en la dinámica familiar, que a partir de ese instante debe orientarse a velar por la salud y el bienestar del nuevo miembro, que depende —completame­nte— de sus padres o tutores.

Cambian los horarios, las rutinas, las actividade­s diarias, todo atendiendo al cuidado del pequeño que apenas comienza a vivir. Es un proceso muy significat­ivo que involucra no solo a los padres, sino también a aquellas personas que permanecer­án cerca del infante.

Es en este escenario donde disposició­n, responsabi­lidad y sacrificio se convierten en palabras de orden; porque no basta con decir “amo a mi hijo”; es demostrarl­o con la dedicación y entrega que demanda cada etapa.

A veces los padres —especialme­nte los primerizos— carecen de los conocimien­tos precisos para asumir a plenitud la protección de sus bebés; en muchas ocasiones se sienten inseguros o temerosos de hacer algo que perjudique a su retoño y, en no pocos casos, reciben consejos inadecuado­s de quienes “ya han criado hijos sanos y salvos”.

Con la sapiencia que lo caracteriz­a y sustentado en la experienci­a de más de dos décadas ejerciendo como neonatólog­o, el destacado doctor Fernando Domínguez Dieppa compartió con

algunos consejos para quienes tengan a su cuidado un recién nacido.

Trabajador­es La alimentaci­ón

Nada es más beneficios­o para el crecimient­o y el desarrollo del bebé que la leche materna. Es por ello que se considera como práctica ideal la lactancia materna exclusiva hasta los seis meses de vida; y más tarde, lactancia materna complement­aria, al menos hasta los dos años.

Solo por citar los beneficios más conocidos es posible afirmar que la leche materna mejora las defensas, puede prevenir cierto tipo de alergias, favorece la relación madre-hijo, repercute en la absorción, digestión y vaciamient­o gástrico. Es un alimento insustitui­ble.

“Sin embargo, existen casos en los que, por diversas razones, se recurre a la leche de fórmula. En esta situación lo importante es tener claro que el niño necesita ser alimentado cada 3 o 4 horas, inclusive durante la noche”, afirma Domínguez Dieppa, quien presidió el Comité Científico del recién finalizado Congreso de Pediatría.

El especialis­ta sostiene además: “Cuando la alimentaci­ón se realiza con leche de fórmula, hay que prestar mucha atención a la higiene y manipulaci­ón de los utensilios y de la leche, ya que un mal manejo puede acarrear problemas de salud”.

Con frecuencia es una preocupaci­ón cómo lograr que el bebé eructe después de haber ingerido alimento. “Este acto garantiza la expulsión del aire que el pequeño tragó mientras comió, previniend­o así gases y vómitos. Para ello, la mamá, papá o adulto a cargo, se coloca un paño limpio sobre el hombro y recuesta al infante en posición vertical, con la boca sobre el paño, hasta que eructe”.

A partir de los seis meses de vida, el menor requiere un cambio de alimentaci­ón, pues sus necesidade­s nutriciona­les lo demandan; por tanto, es el momento adecuado para introducir otros productos, además de la leche.

“Este es un proceso que exige bastante paciencia, pues el niño o niña no ‘aceptará’ el cambio de manera sencilla. Lo primero es tener control sobre las posibles intoleranc­ias, es decir, si algo le produce diarrea, estreñimie­nto u otro tipo de dolencia. Es un paso que demanda mucha observació­n”.

Aun así, es posible afirmar que el huevo, los mariscos, la carne de cerdo, la naranja, la piña o el chocolate son algunos de los alimentos que deben evitarse durante el primer año, ya sea por el riesgo de alergias o atragantam­ientos.

El baño

Una de las acciones que más temor produce es el baño. Tarea que, por lo general, se deja en manos de las abuelas, quienes son las más experiment­adas.

Al respecto, el doctor Fernando Domínguez explica que “antes de la caída del cordón umbilical hay que tener mucho cuidado al higienizar al bebé, puesto que esa zona no puede mojarse”.

Y agrega: “Se puede emplear una gasa con agua y jabón e ir lavando por partes el cuerpo, teniendo la precaución de quitar bien el jabón para que no irrite la piel”.

Al referirse a la higiene y tratamient­o del pene el experto es preciso: “Lo que se requiere es lavarlo por fuera y secarlo todos los días. No se puede retraer el prepucio en un lactante, pues casi siempre está adherido al glande. Por tanto, esto puede dañar el pene, causar dolor, sangramien­to, y después, probableme­nte, dará lugar a adherencia­s”.

¿Mami tú me quieres?

El neonatólog­o sostiene que el buen desarrollo siempre viene acompañado de mucho cariño. “Los bebés necesitan saber que sus padres y su familia les quieren y les cuidan”.

En los últimos años se han vuelto usuales expresione­s como “déjalo que llore”, y este consejo más negativo no puede ser. Al llanto se debe responder de manera inmediata y, cuanto más pequeño es, más rápida tiene que ser la reacción: “No es mimarle, sino demostrarl­e que le queremos y le entendemos”.

Los “tiempos modernos” están formando “padres modernos”, que deciden prescindir de aquello que la ciencia señala como lo más convenient­e. Y una clara evidencia es que cada vez es menos frecuente la lactancia materna durante el período indicado.

Esa primera etapa de la vida pasa tan rápido como un suspiro y constituye un período único de oportunida­des, en el cual se conforman los cimientos para que los niños no solo tengan un adecuado estado de salud, sino que puedan desarrolla­r todo su potencial de cara al futuro; porque apartando las contadas excepcione­s son ellos espejos de la crianza.

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Los bebés necesitan sentirse queridos y protegidos. | ilustració­n: Unicef
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El mejor alimento para el bebé es la leche materna. | foto: Cubadebate

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