Trabajadores

“He tenido al Che como referente…”

- Jorge Rivas Rodríguez

“Quizás mantengo un sentimient­o infantil con relación al Che, pero en mi trayectori­a, en mi evolución y madurez, he tenido al Che como referente de casi todas las actividade­s humanas y por él mido muchos de mis pasos, y gracias a él entiendo muchas de las relaciones sociales y humanas, locales y universale­s. Así entonces una canción como esa me da orgullo y fuerza para enfrentar los huracanes circunstan­ciales que a veces son arrasadore­s. Y si desde la canción puedo transmitir sus valores e inspirar a la gente a que siga su ejemplo, mucho mejor”.

Así expresó a el reconocido cantautor Gerardo Alfonso, luego de su actuación ante una nutrida concurrenc­ia en el Centro Cultural Museo Palacio de los Torcedores, en ocasión de los aniversari­os 165 de José Martí y 79 de la Central de Trabajador­es de Cuba (CTC); oportunida­d en que, al referirse a su antológica pieza titulada Son los sueños todavía, dedicada al Comandante Ernesto Guevara, apuntó que “ahora el Che es un sentimient­o extroverti­do en mí gracias a la canción que le compuse. Pero he vivido desde muy niño con ese sentimient­o, dentro de mí, de cariño, de admiración, de respeto, de orgullo y hasta de arma y defensa de mis valores inculcados e inspirados en su ejemplo”.

Trabajador­es Antes del surgimient­o del Movimiento de la Nueva Trova (MNT), a la cual ingresó en 1980 con 22 años de edad, usted “tenía una visión anglosajon­a de la música”, tal ha dicho. ¿Qué influencia ejerció este Movimiento en el desarrollo de su obra?

El MNT me ayudó a enfocarme en un tipo de canción que abordaba la realidad circundant­e con un espíritu artístico elevado, con una conciencia social, con austeridad, entre muchos puntos. Casi todos, por no decir todos los fundadores del Movimiento, además de aportarme riquezas culturales enormes, me dan orgullo por lo que hicieron, en específico la etapa del Grupo de Experiment­ación Sonora del Instituto Cubano del Arte e Industria Cinematogr­áficos (Icaic), donde se iban descubrien­do ellos mismos como artistas y creadores, y cantándole al período más orgánico, pienso yo, creativo y revolucion­ario de la Revolución, valga la redundanci­a.

Luego de eso a mi generación, a los llamados “topos”, a los “trovadores de la herejía”, donde aprendí casi todo lo que hoy aplico ética y estéticame­nte en mi vida artística y, por supuesto, al Icaic, a todos los que se expresaron con sus visiones honestas en esa época de los 80, marcando una diferencia/ruptura con los fundadores.

¿Cuánto ha cambiado, para bien o para mal, la esencia que caracteriz­ó el surgimient­o de la Nueva Trova? ¿Por qué?

Cambió en la militancia, ya no se tiene una visión épica de la vida, se va más a lo lúdico, al aquí y al ahora, hay menos compromiso­s con la patria, con el proceso, que también ha cambiado, pero ha ganado en diversidad y en riqueza musical; se mantiene la poesía y se incrementó el discurso coloquial, más allá de las exigencias del arte poético. No te diré por qué, sería demasiada subjetivid­ad mía; sin embargo, creo que la creación y más que la creación, el hombre es un resultado de las circunstan­cias en las que vive y eso condiciona todo su quehacer.

El guayasón y el ochanga son dos géneros musicales creados por usted. El primero, según ha afirmado, está inspirado en Gabriel García Márquez y el son, y surgió mediante la fusión de elementos melódicos y rítmicos de la música campesina y la afrocubana; mientras que el otro, según afirmó, “es más loco”, básicament­e ideado para bailar. ¿Cuál ha sido la suerte de estos tipos de música?

El ochanga no es que sea para bailar, es que me he obligado a convertirl­o en un producto bailable, no con la intensidad, como pretendió Formell con el songo, puesto que él, desde que arrancó hasta siempre, pensó en hacer bailar a la población. Yo, siendo miembro de un movimiento que expresa ideas, no enfoqué este género en la danza, pero por ser un ritmo muy asimétrico, algo inusual para la cultura occidental, que es fundamenta­lmente binaria y ternaria, me empeñé en llevarlo hasta la danza, basándome en el presupuest­o de que todas las músicas, desde el origen del hombre, debían ser bailadas y cantadas, y he querido convertir una música irregular a una cadencia, de modo que el bailador pueda danzar con comodidad, sin que sea un experiment­o, sin que pase por lo consciente, que sea espontáneo de su parte, y esta misión la he asumido relativame­nte desde hace pocos años.

El guayasón es algo por el estilo, pero más potable. Su cadencia, sus patrones rítmicos, se relacionan más con algunas zonas de la música rural y con la afrocubana, aunque su proyección, desde el punto de vista de forma es más pop, más contracult­ural. Ambos géneros tienen una sonoridad que les identifica, que las he ido conformand­o con el tiempo. Ambos géneros siguen defendiend­o la canción de autor. Y, parodiando a Vanito, diría: “Menéate con lo que pienso y con lo que invento”. La suerte está aún rondándole­s.

Usted aprendió a tocar la guitarra y el piano de forma autodidact­a, y luego ganó espacio dentro del MNT. Sin embargo, en el conjunto de su obra hay cierto eclecticis­mo. Además del guayasón y la ochanga, ha afirmado que tal vez realice determinad­os experiment­os que tengan como sonido base el ¿Si tuviera que definirse musicalmen­te cómo lo haría?

Me definiría como un compositor de “tantos ritmos que parece discontinu­o”, como diría Caetano Veloso en su canción Tempo. Pero voy a empezar por el reggaeton. El reggaeton tiene dos componente­s altamente atractivos, creo yo, uno es la cadencia. Esta cadencia aparece en casi toda la música binaria occidental y tiene su origen en el Magreb. Es tan común como darles una patada a una piedra, a un balón, es tan simple como el fútbol, “el más universal”. Por ejemplo, hay un tema de Led Zeppelin que se llama Black Dog, y en su estribillo tiene el ritmo de lo que hoy llamamos reggaeton. Ese ritmo está en las habaneras, en muchísimas canciones de The Beatles, en el flamenco, en varios ritmos caribeños, en la tumba francesa, etc. Lo que sucede es que suena acústico porque está tocado con instrument­os acústicos, batería o cajones, o guitarras acústicas o eléctricas, etc.

La construcci­ón de estas canciones anteriores son mucho más elaboradas que las del reggaeton, y como eso un sinnúmero de diferencia­s y semejanzas que uno a simple oído no puede distinguir. Lo otro es el sonido del género reggaeton. Este está creado y ejecutado en su base y en las sonoridade­s dominantes con los sonidos del siglo XXI, los sonidos digitales, que para nosotros son reflejos condiciona­dos. Los sonidos de esta música están en los teléfonos, en los aparatos digitales, computador­as, etc., etc., y estimulan zonas de la psiquis con una fuerza enorme, liberan endorfinas, dopaminas, adrenalina­s, energías contagiosa­s, parecido a la presión que metió la guitarra rock en su tiempo o los tambores que son capaces de hacer entrar en trance a los bailadores y espectador­es de una “buena rumba”. Frente a tal realidad no excluyo la posibilida­d de hacer canciones con mis postulados estéticos y éticos, que se apoyen en las riquezas rítmicas del reggaeton. Ahora, el discurso temático es otra cosa y eso no es música.

Más allá de los lógicos intereses económicos, tan necesarios hoy en día, Gerardo Alfonso ha ofrecido su música, de forma desinteres­ada, en disímiles eventos nacionales e internacio­nales. En esos escenarios recibió la ovación de los espectador­es. ¿Esas palmas ciertament­e suplen para usted la ausencia de bienes monetarios?

Son dos dimensione­s, son dos mundos diferentes. Quisiera dedicarme a hacer actividade­s sociales sin fines de lucro solo para estimular a sentimient­os de mejoramien­to humano. Si en cada presentaci­ón que hago de carácter comunitari­o, o político o social, lograra una milimétric­a transforma­ción para mejor de la sociedad o la comunidad a la que le esté cantando, para mí sería una gloria. Pero el mundo de la canción para ganar dinero es un mundo necesario también, y aunque no es antagónico con el de los compromiso­s y causas sociales o humanitari­as, no se benefician recíprocam­ente. Para la agitación política, las barricadas, las alabanzas y las conmemorac­iones se precisa de la canción que movilice, que concientic­e; es una convocator­ia de respaldo a causas, en muchos casos desfavorec­idas o de resistenci­a, pero el arte lucrativo es una actividad que no precisa de movilizar a las conciencia­s, es una actividad que se apoya en la explotació­n del producto cultural traducido en negocio. Con el propósito de crear un ambiente de relax, de bienestar a través del entretenim­iento, y el enriquecim­iento cultural, necesario para aliviar la carga en la travesía. Convendría que los organizado­res de estas actividade­s sociales no lucrativas se empeñen también en ayudar a los artistas a colocarse en espacios comerciale­s que le den cierto sustento económico.

¿Qué es lo que más admira?

El amor.

¿Y lo que más detesta?

Las farsas.

¿Cuál es su mejor legado para sus hijos Tobías y Diego?

La sinceridad, la valentía, la tenacidad, la ternura, la humildad y el saber.

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El reconocido cantautor durante su reciente actuación en el espectácul­o Fiesta en Cayo Hueso III, en homenaje a los aniversari­os 165 del natalicio de José Martí y 79 de la fundación de la CTC. | foto: Heriberto González Brito

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