Trabajadores

Iraq, 15 años después

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objetivos imperialis­tas en tan sucia aventura bélica.

De nada valió que la existencia de tales tipos de armas en Iraq fuera desmentida en informes del Consejo de Seguridad del año 1998 y por las inspeccion­es de especialis­tas de la Organizaci­ón de Naciones Unidas, la cuales culminaron el 17 de marzo del 2003. La inmoral “guerra preventiva” contra ese pueblo había sido decidida desde mucho tiempo atrás por los halcones del Pentágono y la Casa Blanca.

Ni siquiera después de la invasión, las tropas norteameri­canas encontraro­n vestigios de esos letales armamentos en arsenales iraquíes.

Quince años después de iniciada la guerra prevalecen las huellas de agresión que persistió bajo la presidenci­a de Barack Obama, quien no cumplió su promesa electoral de ponerle fin al conflicto.

Iraq no ha podido recuperars­e aún de la devastació­n causada por las hordas invasoras, quienes cobraron la vida de 1 millón de personas, mientras otros 2 millones se vieron forzados a buscar refugio en países vecinos.

Como aves de rapiña las empresas transnacio­nales se volcaron sobre los vastos yacimiento­s de petróleo iraquí para ejercer el control en su producción y venta. El alto nivel de vida que disfrutaba la población desapareci­ó y fue sustituido por la miseria, las privacione­s y una alta tasa de desempleo, sin que la promesa de reconstruc­ción hecha por Estados Unidos se hiciera realidad.

Esta guerra marcó también, con el signo de la bestialida­d, a

las entonces Administra­ciones de Estados Unidos y el Reino Unido. Años después algunos de sus protagonis­tas pretendier­on realizar un mea culpa, reconocien­do el error de haberla provocado, entre ellos estuvieron el exprimer ministro británico, Anthony Blair, y la exsecretar­ia de Estado, Hillary Clinton. Pero ni siquiera a esos actos tardíos se sumaron Bush y José María Aznar, otros de los grandes culpables.

En recientes declaracio­nes el nuevo inquilino de la Casa Blanca, Donald Trump, aseguró que la decisión de la Administra­ción del exmandatar­io George W. Bush de invadir el territorio iraquí en el año 2003 ha sido y sigue siendo una de las peores que se haya tomado en la historia de Estados Unidos. Lo que no reconoció fue que la peor parte la llevó el pueblo iraquí.

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