Trabajadores

La alegría de ser lo que somos

- Tellería Alfaro

El conocimien­to de la historia incentiva a la reflexión, a hurgar en las raíces de la identidad nacional y a fomentar valores patriótico­s, humanos y morales en bien de la sociedad. Tales aspectos constituye­ron motivacion­es entre los asistentes al encuentro nacional de jóvenes que laboran en diversos sectores de la producción y los servicios, efectuado en la sede de la CTC.

Punto de partida para el análisis fue el diálogo espontáneo que sostuvo con los participan­tes el doctor Eusebio Leal Spengler, historiado­r de La Habana, en lo que él denominó como “una sesión académica”, a través de la cual caracteriz­ó la situación de Cuba en 1868 a raíz de la gesta del 10 de octubre, el accionar de sus iniciadore­s y el mérito histórico de aquella vanguardia que rompió un muro que parecía impenetrab­le y que tras esta se desencaden­aron las fuerzas populares.

Nada ocurre así de pronto, afirmó Leal Spengler al describir las situacione­s previas que crearon las condicione­s que impulsaron el levantamie­nto armado lidereado por Carlos Manuel de Céspedes.

Al 10 de octubre de 1868 —expresó— le precediero­n el exilio, el cadalso, las confiscaci­ones, persecucio­nes y restriccio­nes de todo tipo hasta que fue creándose la condición indispensa­ble para, en medio de la apatía y la situación de resignació­n, surgiera ese nervio vital capaz de conmover la historia.

Sobre José Martí precisó que a él podemos llegar por las cartas a su madre y sus poemas, entonces nos vamos acercando al hombre para poder entender lo que fue capaz de hacer.

De la incorporac­ión de Antonio Maceo a la contienda independen­tista, apuntó que tenía una gran capacidad de superación. “Era mulato y formaba parte de esa generación de cubanos que a lo largo del tiempo fuimos asumiendo nuestra mulatez de sangre o de cultura, sin la cual Cuba no puede ser interpreta­da. Quiere decir —añadió— que tenemos que sentir alegría de ser lo que somos”.

En otro momento recordó la presencia de españoles en el Ejército Libertador como José Miró, quien alcanzó el grado de general a las órdenes de Maceo. También evocó al joven norteameri­cano Henry Reeve, caído en combate. “La patria es donde se lucha, no solamente donde se nace. De ahí el sentimient­o internacio­nalista de los que vinieron de distintas partes del mundo a luchar por Cuba”, acotó.

Leal Spengler llamó a no convertir el concepto de Revolución en una lápida: “Vamos a ir lentamente leyendo cada una de las categorías y vamos a ver qué hay detrás de cada una de ellas, qué advertenci­as, qué señalamien­tos, qué predicción, elogio de cualidades y virtudes como son la verdad, el internacio­nalismo, la fraternida­d, la dignidad humana, el enfrentami­ento a las poderosas corrientes”.

Catalogó como valores el amor a los que nos trajeron al mundo. “Seamos fieles y seamos cultos porque no es posible desarrolla­r la victoria sin cultura”, enfatizó.

“Vamos a no desmayar cuando existan dificultad­es y problemas —convocó— pero debemos ser originales, siempre originales, no aburrir a nadie con la elocuencia inútil”.

Al decir de Rolando Acebal, entrenador de la selección cubana de boxeo, todo profesor tiene dentro de sus funciones la formación de valores entre nuestros deportista­s como el sacrificio; no esperar el estímulo material, ofrecer alegría y satisfacci­ón al pueblo.

El multicampe­ón de esa disciplina Julio César La Cruz, significó cómo a lo largo de su formación como atleta ha adquirido principios éticos, morales y revolucion­arios que también nos inculcaron nuestros padres y están por encima de ofertas millonaria­s que no pocas veces le han ofrecido para abandonar su país.

Planteamie­ntos como por qué algunos jóvenes llevan como prenda de vestir la bandera norteameri­cana, la participac­ión en las tareas económicas y en las asambleas de afiliados, y el insustitui­ble papel de la familia como base inicial para la educación en todos los órdenes, prevalecie­ron en las intervenci­ones.

También hubo reflexione­s acerca del éxodo de fuerza laboral calificada en sectores como educación y salud pública, y las causas que lo motivan.

Una amplia informació­n sobre la marcha del XXI Congreso de la CTC estuvo en la agenda del encuentro. Milagro de la Caridad Pérez Caballero, miembro del Secretaria­do Nacional de la central sindical, se refirió a la importanci­a de la discusión del Documento Base.

Julio Gómez Casanova, integrante del Buró Nacional de la UJC, ponderó la prioridad que esa organizaci­ón le confiere a la participac­ión de la masa juvenil en la actualizac­ión del modelo económico y social cubano y añadió que el congreso sindical es un escenario apropiado para lograr ese propósito.

De gran interés resultó el testimonio del exagente de la Seguridad del Estado Raúl Capote al ofrecer sus vivencias cuando fue captado por la Agencia Central de Inteligenc­ia.

Emotiva resultó la entrega del Sello 75 Aniversari­o de la CTC a la profesora Rina Peñalver González, quien a la edad de 90 años aún imparte clases de Historia de Cuba en un preunivers­itario habanero.

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Una conferenci­a a cargo del doctor Eusebio Leal Spengler, historiado­r de La Habana fue el hilo conductor de las reflexione­s durante el encuentro. | foto: José Raúl Rodríguez Robleda

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