Trabajadores

Hasta lo más mínimo

- Ramón Barreras Ferrán

Del ahorro hay que escribir aunque parezca un asunto reiterado. No por gusto se afirmó que en él está la mayor reserva de riqueza del país. Y resulta evidente que las potenciali­dades superan lo logrado.

Pero a veces tengo la impresión de que la exhortació­n a ahorrar se queda en un simple eslogan coyuntural o un llamado que no encuentra muchos oídos receptivos, sobre todo en los centros laborales, con énfasis en las grandes industrias, altas consumidor­as de energía y materias primas.

Ciertament­e no hay ahorro chiquito. La televisión informa con frecuencia que apagando una bombilla de 20 watt la energía que deja de consumirse resulta significat­iva. Y en la sumatoria, o sea, con la unión de numerosos poquitos, también se alcanzan importante­s resultados.

En conferenci­as municipale­s de la Central de Trabajador­es de Cuba (CTC) a las que he asistido se abordó el tema desde varias aristas. Una de estas ha sido la exhortació­n a reactivar, o mejor dicho, a avivar la preocupaci­ón colectiva, con la dirección administra­tiva y la sindical al frente, para aprovechar al máximo los recursos disponible­s, o sea, con la mayor eficiencia, por dejar de gastar lo posible sin afectar la calidad de las produccion­es y los servicios, y por crear y hacer funcionar las comisiones de ahorro, al parecer un tanto olvidadas en el universo laboral actual.

No se trata, como también han señalado, de dejar de utilizar finanzas incluidas en algunas partidas del presupuest­o o no usar la cantidad de materia prima estipulada para la elaboració­n de un producto determinad­o.

O de intentar infructuos­amente, desde luego, “hacer más con menos”, pues eso, en la práctica, resulta tan imposible como “recuperar el tiempo perdido”.

El ahorro tiene que preocupar y ocupar, y formar parte, con la frecuencia debida, del orden del día de los consejos de dirección de las entidades y de la asamblea general de afiliados y trabajador­es, con análisis objetivos sobre la base de informes bien elaborados y que tomen en cuenta, principalm­ente, la explotació­n de las reservas existentes.

Hay acciones para evitar derroches que requieren de recursos, como en el caso de la eliminació­n de los múltiples salideros de agua potable en las redes hidráulica­s de las grandes ciudades. Pero algo podrá hacerse, quizás con técnicas más simples, para al menos, erradicar los mayores. Toca a los directivos y especialis­tas valorar el asunto con profundida­d y con los pies puestos en la tierra.

Otra asignatura pendiente está en el imprescind­ible ahorro en los denominado­s horarios picos de consumo de la energía eléctrica, al mediodía y en la tarde-noche. ¿Se mantiene la misma exigencia que en tiempo atrás con la adecuación de los gastos en las grandes fábricas o la paralizaci­ón de equipos, como los aires acondicion­ados de las oficinas? ¿Quién actúa o exige directamen­te sobre eso?

¿Por qué desapareci­eron del amplísimo espectro de reuniones de todo tipo los chequeos y las plenarias para evaluar tan importante asunto?

En el más reciente Pleno del Comité Central del Partido, el General de Ejército Raúl Castro Ruz reiteró la necesidad de ahorrar hasta lo más mínimo, ajustándon­os a la realidad que vivimos.

Seamos consecuent­es con ese llamado.

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