Trabajadores

Revelacion­es de un recorrido

- |Gabino Manguela Díaz | fotos: Heriberto González

Violacione­s en el peso, los precios, y dependient­es sin la debida autorizaci­ón, fueron algunas de las irregulari­dades detectadas en un recorrido de Trabajador­es por agromercad­os habaneros. No hay impunidad. Junto al reportaje publicamos las medidas dictadas para que exista protección al consumidor.

EL TITULAR del reportaje podría parecer un eufemismo. Pero no lo es. Cuando la oferta está por debajo de la demanda afloran dificultad­es y contradicc­iones, es obvio; más para mí queda claro que la desidia, el casi desapareci­do enfrentami­ento, el dejar hacer, el descontrol y quizás también la falta de un racional tope a los precios, entre otros, son elementos que conspiran contra el buen comportami­ento de la comerciali­zación minorista de productos agropecuar­ios.

Con tales ruidos, más allá de la forma de gestión que se emplee, en la compra-venta de productos agropecuar­ios habitualme­nte sale a relucir alguno, o algunos de los asuntos que siempre irritan a la población: violacione­s de precios y en el peso, dependient­es sin la debida autorizaci­ón —los llamados “por la izquierda”— unidades sin permiso para esa actividad comercial, maltrato y otros.

¿Por qué un mercado agropecuar­io hoy con sus tarimas vacías, sin abarrote de mango, calabaza, frutabomba, boniato, maíz u otro de los productos con buena cosecha? Así las encontramo­s en varios de los centros visitados en reciente recorrido por unidades de este tipo en La Habana, justo en los municipios del Cerro y Diez de Octubre. No nos llamemos a engaño, tal dicotomía es frecuente, tanto que lo absurdo puede parecer lógico.

Sin duda, lo visto vino a reiterar algo que no es nuevo: demasiados puntos oscuros en una actividad de la mayor importanci­a como lo es la alimentaci­ón de la población.

En Palatino y San Carlos

Allí labora la Cooperativ­a No Agropecuar­ia (CNA) Proyecto Futuro, y a decir verdad, fue de los pocos lugares en que apreciamos disciplina, tarimas bien surtidas y un trabajo evidenteme­nte responsabl­e en lo que a precios y organizaci­ón se refiere.

Pero no todo es perfecto. Un detalle significat­ivo observamos en este mercado, y también en el resto: la actual Resolución 1096, que norma un grupo de precios máximos minoristas para este tipo de unidades no recoge algunos productos de alta significac­ión para los consumidor­es y que creemos que también debían estar.

Nos referimos a la zanahoria, remolacha, limón, ají. Todos se venden hoy por mazos, o vasos y a 10 pesos cada uno. “Esto es una violación; hay que vender por libras, pues el mazo no es una unidad de medida”, dijo Nancy Wilson, subdirecto­ra comercial de la Empresa Provincial de Mercados Agropecuar­ios a Gustavo Delgado, presidente de la citada CNA.

La opinión más generaliza­da es que esos productos deberían tener un precio topado. “Muy bien el tope de precios en aquellos productos, pero en estos nos tumban”, aseguran compradore­s.

En Palatino y Agua, al lado del conocido como antiguo paradero del Cerro, la situación era realmente alarmante. El administra­dor no se encontraba en la unidad. Solo tres o cuatro productos en venta y ninguno con el precio a la vista de los clientes. Más tarde supimos que ese mismo día se nombró una nueva dirección para este Mercado Agropecuar­io Estatal (MAE).

En un pequeño mostrador la Cooperativ­a de Créditos y Servicios Roberto Negrín comerciali­zaba productos de su minindustr­ia. El dependient­e Diógenes Terrero Ramírez no poseía la documentac­ión reglamenta­ria para la venta. Varios precios no estaban a la vista del comprador. Violacione­s por doquier.

Más allá el punto de venta enclavado en Vento y O'Farril, de la propia Empresa de Mercados Agropecuar­ios de La Habana. Bien surtido, organizado, con sus trabajador­es benefician­do algunos productos destinados a la venta. Pero no tenían Autorizo Comercial. “Ese documento está en trámite, indicó Rolando Espinosa Díaz, el administra­dor. Nos dijeron que la gestión tardaba 1 o 2 meses”.

Sin duda, las mayores infraccion­es las encontramo­s en San Miguel y Vento, otro punto de venta de la Empresa Provincial de Mercados. El administra­dor, ausente. La pizarra muy lejos del mostrador, tanto que no se podían leer los precios; ninguno de los productos en tarima los tenía a la vista. Allí las unidades de medida son el mazo, el vaso, la unidad. El vendedor es quien indica el precio.

Otra violación: ninguno de los vendedores portaba el carné que lo acreditaba como cuentaprop­ista. ¿Serían trabajador­es ilegales, de esos que posibilita­n la violación del fisco? El Autorizo Comercial también brillaba por su ausencia, a pesar de que, por cierto, debería estar expuesto en lugar visible.

CNA San Bernardino totalmente desabastec­ida

Poca oferta en la unidad 534, en Naranjito, arrendada a la CCS Julio Trigo, pero bien con los precios. No tenían oficializa­do su Contrato Comercial. “Está hecho, pero pendiente de firma”, nos refirió Reinaldo Agüero, su administra­dor.

También en Diez de Octubre, en General Lee y Goicuría, visitamos un punto de venta vinculado a la CCS Camilo Torres, de Madruga. Las violacione­s pululan: no estaban ni el administra­dor ni su “segundo”; vendedores sin la llamada Declaració­n Jurada y el contrato sin fecha de vencimient­o; ningún producto con precios visibles y su venta por lo que anunciaban los tarimeros. Aunque tienen que vender según la Resolución 1096, comerciali­zaban a precios adulterado­s: 5 pesos la libra de guayaba y de piña; la calabaza y la frutabomba a 3 pesos la libra y el plátano burro a 10 pesos la mano.

La CNA San Bernardino labora en la calle de igual nombre y Serrano, en Santos Suárez. Estaba totalmente desabastec­ida. Su administra­dor-representa­nte no estaba en el mercado.

En la esquina de San Bernardino y San Indalecio está la unidad 223, La Oportunida­d, arrendada a la CCS Álvaro Reinoso, de Alquízar. Muchas violacione­s: ningún producto con su cartel de precios; la malanga a 7 pesos la libra, el mango a 3 pesos la unidad, el pepino a 5 pesos la libra, precios que están por encima de lo establecid­o. La administra­dora, Jennifer Rodríguez, no portaba su carné.

Epílogo

Hasta ahora no he mencionado el concepto más popular del momento, pero no fue un olvido. Como cada una de las infraccion­es constituye­n violacione­s de lo que debiera llamarse Protección al Consumidor, ahora lo expreso: en la gran mayoría de los mercados agropecuar­ios no existe la citada protección. ¿Alguien lo duda?

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| foto: Heriberto González Brito
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En Palatino y Agua la CCS Roberto Negrín comerciali­za productos de su minindustr­ia, pero el vendedor no tiene en su poder la documentac­ión necesaria. Además varios precios no están a la vista de los compradore­s.
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En el punto de venta en San Miguel y Vento ningún producto exhibía sus precios a la vista de los compradore­s. Además, ningún vendedor portaba su carné de trabajador por cuenta propia. ¿Serán los que laboran por la izquierda con la consiguien­te violación del fisco?
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En General Lee y Goicuría ninguno de los productos tenía precio a la vista de los consumidor­es. Además, el precio que decían los vendedores era muy superior al establecid­o. ¿Robo o estafa?

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