Concluye hoy 38 Festival del Caribe
Cuando en las primeras horas de la noche de hoy, en la zona del malecón de Santiago de Cuba, el fuego convierta en cenizas la sobredimensionada imagen de madera y guano que representa al Diablo, acción simbólica de la destrucción del mal, se le estará poniendo el punto final a siete días de una fiesta muy singular.
No por repetido cada año, desde hace 38 julios, el Festival del Caribe deja de movilizar en derredor suyo a cientos de personas de un buen número de naciones —este 2018 han sido más de 700 de una veintena de países—, y mucho menos decae en sus propósitos originarios de visibilizar y defender las más diversas manifestaciones del arte popular tradicional.
Esa savia sigue nutriendo cada acción de la Fiesta del Fuego, tribuna desde la cual se aboga por la paz, la solidaridad y la independencia. En esta ocasión con dimensión singular al estar dedicada a Puerto Rico.
Algo más de 200 boricuas que confirmaron con música y baile —Andy Montañez junto a Karachi como colofón— con la oratoria y con el tú a tú de la gente sencilla, y por qué somos alas de un mismo pájaro.
Desde la Ciudad Héroe, por intermedio del coloquio El Caribe que nos une, se alzaron voces de artistas y académicos puertorriqueños para denunciar cuestiones como el deterioro de la economía, la destrucción y el abandono que todavía afloran en la Isla del Encanto a casi un año del paso del huracán María, o los intentos yanquis por imponerle una cultura de la dependencia.
Hubo homenajes especiales a los santiagueros Alberto Lescay, escultor, y Eduardo Roca (Choco), Premio Nacional de Artes Plásticas, e igualmente desde la poesía, el teatro, la danza, la medicina o la economía. Fueron entregados los Premios Internacionales Casa del Caribe al hondureño Rafael Murillo Selva y al doctor Eusebio Leal Spengler, quien también recibió el título de Hijo Ilustre de Santiago de Cuba. | Betty Beatón Ruiz