“Cambiar todo lo que debe ser cambiado”, pero para qué
También se acostumbra a culpar al Estado de frenar el desarrollo de las fuerzas productivas por cobrar altos impuestos para disminuir la inequidad y redistribuir hacia los servicios y las garantías que recibe todo cubano. Sobre este tema, en un Congreso de la Central de Trabajadores de Cuba, efectuado en 1996, Fidel afirmó:
“El impuesto es muy lógico y es justísimo, no permitan nunca que se engañe a un trabajador echándoles la culpa a los impuestos de lo que es robo, para no querer pagar impuestos. Y bien arreglados estamos si permitimos que surja un sector rico, que puede llegar a tener, si nos descuidamos, hasta millones, y nosotros el deber de pagar los círculos infantiles, las escuelas, los hospitales, los policlínicos, el médico de la familia y todos los servicios sociales que presta la Revolución, a los cuales no se resignaría a renunciar. Nos resignamos mucho más a que no surjan millonarios.
“(…) conocemos campesinos honrados que trabajando durante muchos años en la Revolución, cumplidores de las leyes del país, que son eficientes y no especulan ni roban, han hecho ingresos elevados. Los precios justos que pagó siempre el Estado lo hacía posible sobre todo en los que poseían tierra suficiente para ello. No nos preocupa que esos núcleos tengan un nivel elevado. Una persona puede trabajar honradamente y además cumplir con gusto sus deberes más elementales con la sociedad. Pero hay personas que cobran cualquier cosa por cualquier producto, por cualquier servicio, los hay y se hacen ricos.
“Algunos dicen: ‘¿Por qué no les ponen un precio a sus productos y servicios?’ ¿Quién le va a poner un precio si el individuo va a arreglar un problema por ahí y trata en la casa con una persona y le pide lo que quiera y se ponen de acuerdo? ¿Quién va a estar regulando el arreglo de un bastidor o de un cacharro? Ahora, sí podemos decir: hay que pagar impuestos. El impuesto es el camino de recoger el exceso abusivo de dinero que adquieren algunas personas y bajo declaración jurada”.
Antes, en su discurso de asunción como Primer Ministro el 16 de febrero de 1959, Fidel había señalado: “(...) tan ladrón es el funcionario que se roba un millón como el empresario egoísta que quiere ganar también un millón”.
Estimula ver la diversidad de criterios y el ambiente de total amplitud con que decursa el actual debate del Proyecto de Constitución. Incluso, a juzgar por su reflejo televisivo, en algunas de las asambleas de discusión del proyecto de nueva Constitución cubana reportadas desde oficinas empresariales de la capital, han prevalecido opiniones en contra de que este plantee que “El Estado regula que no exista concentración de la propiedad en personas naturales o jurídicas no estatales, a fin de preservar los límites compatibles con los valores socialistas de equidad y justicia social”. Otros han preferido no cerrar los ojos ante el visible contraste que ha comenzado a apreciarse en nuestras calles entre quienes hacen ostentación de sus riquezas y la aparición de personas en estado de indefensión ante la pobreza.
Existen otros sectores, como la educación, que son la garantía del desarrollo económico, donde los análisis del Proyecto recién han comenzado y son víctimas de las distorsiones señaladas por Raúl como “injusta pirámide invertida” que hacen que quienes menos aporten sean quienes más ganen y seguramente tienen una visión diferente sobre el tema.
“Cuídense en especial de los que inventan empresas del Estado con cualquier pretexto y administran después las fáciles ganancias cual si hubiesen sido capitalistas toda la vida, sembrando egoísmo y privilegios”, aconsejaba Fidel a los jóvenes en una de sus Reflexiones, después de afirmar que “el capitalismo no sirve ni como instrumento”.
Por supuesto, que están en su derecho quienes así se expresan y citan a Fidel para argumentarlo, es parte de la libertad que hemos conquistado y defendido, y no hay por qué dudar de su buena intención. Sin embargo, pareciera que por lo que indican la realidad y el pensamiento coherente del Comandante, hay que “cambiar todo lo que debe ser cambiado” pero sin olvidar en qué contexto y en beneficio de quiénes fue que impulsó esos cambios y luchó toda su vida.