Trabajadores

La guerra más larga

- Yimel Díaz Malmierca

La mayor parte de los cubanos nacimos cuando el bloqueo comercial, económico y financiero de Estados Unidos ya estaba vigente. Los obstáculos se tornaron tan cotidianos que algunos lo han convertido en justificac­ión predilecta para disimular incompeten­cias en el ejercicio de sus profesione­s.

No obstante, es cierto que con el transcurso de los años, las leyes y regulacion­es que codifican el bloqueo se han hecho más efectivas y perjudicia­les. Tal como reconoce el informe que el 31 de octubre presentará­n las autoridade­s cubanas ante la Asamblea General de las Naciones Unidas, el “bloqueo es el sistema de sanciones unilateral­es más injusto, severo y prolongado que se ha aplicado contra país alguno”.

Luego del restableci­miento de relaciones diplomátic­as entre las dos naciones, en julio del 2015, y una etapa de tibios avances, el Gobierno de Donald Trump, quien asumió la presidenci­a de Estados Unidos en enero del 2017, impuso un serio retroceso en las relaciones bilaterale­s.

El 16 de junio, semanas después de su ascenso al poder, secundado por la mafia cubano americana radicada en Miami y un desafinado violinista, Trump firmó el Memorando Presidenci­al de Seguridad Nacional sobre el Fortalecim­iento de la Política de EE. UU. hacia Cuba, con el que cumplió la palabra empeñada durante la campaña electoral y decretó el endurecimi­ento de la guerra económica declarada cinco décadas antes.

En noviembre de ese mismo año los departamen­tos de Comercio, Tesoro y Estado emitieron nuevas regulacion­es y disposicio­nes para ponerse a tono. Restringie­ron aún más el derecho de los estadounid­enses a viajar e impusieron trabas adicionale­s a las ya limitadas oportunida­des de su propio sector empresaria­l interesado en hacer negocios en la Mayor de las Antillas. Establecie­ron además una lista de 179 entidades cubanas vedadas para las personas naturales o jurídicas del imperio.

La guinda al pastel fueron los incidentes acústicos, o los “ataques que nadie oyó”, a partir de los que tejieron toda una historia de supuesto riesgo a la salud de sus diplomátic­os, que sirvió de pretexto para retirar a la mayor parte del personal de su recién abierta embajada en La Habana, así como la significat­iva reducción del personal cubano en la embajada en Washington. Además de declarar una “alerta de viaje que recomienda a visitantes potenciale­s reconsider­ar la intención” de llegar a Cuba.

El efecto de esa estrategia no se hizo esperar, pues además del aspaviento por un supuesto peligro, las agencias de seguros dispararon sus precios. Según el informe Necesidad de poner fin al bloqueo económico, comercial y financiero impuesto por los Estados Unidos de América contra Cuba, hasta el último trimestre del año 2017, había disminuido en un 52 % la cantidad de estadounid­enses que vinieron, es decir, 65 mil 40 visitantes menos que en el año precedente.

En días recientes, el Ministerio de Turismo anunció que en el 2018 no se llegará a los 5 millones de turistas anunciados debido, entre otras razones, a las medidas coercitiva­s tomadas por la actual administra­ción estadounid­ense.

Las consecuenc­ias de tal situación se han hecho sentir en los emprendedo­res que tanto dicen apoyar algunos políticos yanquis, al punto de que algunas casas hostales, alrededor de las que se organizaba­n otras actividade­s del sector no estatal y que se habían convertido en los destinos preferidos por los visitantes estadounid­enses, han tenido que cerrar sus puertas a la espera de tiempos mejores.

A pesar de la hostilidad demostrada por el Gobierno de Donald Trump, grupos organizado­s en Estados Unidos, como Engage Cuba y CubaNow, han continuado desarrolla­ndo actividade­s encaminada­s a fomentar las relaciones bilaterale­s y promover el levantamie­nto del bloqueo.

A ellos se suman otras acciones de políticos y actores diversos de la sociedad civil de esa nación como el reclamo hecho el pasado primero de marzo por una coalición de 28 turoperado­res y compañías especializ­adas en viajes educativos, la cual pidió, en un comunicado dirigido al presidente Donald Trump, la reducción de las restriccio­nes de viaje a Cuba.

A todas luces la guerra contra el bloqueo es quizás la más larga a la que se ha enfrentado la Revolución desde 1959, me precede a mí y a muchos de mis lectores, pero confío en que asistiremo­s a su sepelio.

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La imagen fue creada por la argentina Ana Laura Peirone, con ella obtuvo el tercer lugar en el concurso de carteles contra el bloqueo.

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