Trabajadores

Delfinario de Varadero: ahogar los obstáculos

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es asegurando óptima calidad del pescado, también de las condicione­s de refrigerac­ión. PescaCarib­e es un suministra­dor muy profesiona­l. Eso nos tranquiliz­a no imaginas cuánto”.

El saldo de certeros procederes

La combinació­n de esos certeros procederes, la equilibrad­a relación entre carga de trabajo y descanso, además de otros factores, apuntan relevantes saldos en términos de longevidad. Según Boris, Junior, de 58 años, y la propia Cristina, de 48, clasifican como los delfines de mayor edad en Cuba, y probableme­nte hasta del mundo, presume. La expectativ­a de vida de esta especie nombrada nariz de botella suele superar los 40.

Nadie crea que Junior es un viejito y ya, jaranea. “Ese no pierde el brío. Si una le gusta, se cuela por donde sea, rompe, salta…”. Él, padre de todos los nacidos allí; ella, madre de la mayoría, entre los dos registran una marca igual de interesant­e, un segundo récord. “Tenemos la dicha de figurar entre los pocos en el ámbito internacio­nal en lograr delfines F2, segunda generación nacida en cautiverio. Y pronto, no lo duden, habrá F3, una tercera”, se ufana Boris.

Algunos de los descendien­tes cambiaron de domicilio. Habitan ahora en Cayo Guillermo, Cayo Largo o en Cienfuegos.

En la posición tres Boris incluye, a su juicio, la más importante de las marcas. “La gente nuestra. Algunos superan los 30 años de experienci­a. Constancia, dedicación y paciencia, en ese y nos la quitaron”. Es hora de resolver esto, sugiere el experiment­ado entrenador. “Es muy fuerte el desgaste físico”.

Añejos planteamie­ntos, respuestas pendientes

La Segunda Conferenci­a Provincial del Sindicato Nacional de Trabajador­es de la Hotelería y el Turismo, pactada en Matanzas para mañana martes, será oídos de viejas inquietude­s. Digo, si como ya es costumbre, Boris pide la palabra para socializar las preocupaci­ones de los afiliados que representa.

“En los últimos tres años ha sido agobiante la mala calidad de las mallas. El tiempo de uso caducó y ello dificulta el control de los animales, su permanenci­a dentro de los portones. Por suerte, anuncia satisfecho, la inmobiliar­ia del MINTUR correrá con la compra”.

La desproporc­ión entre los elevados aportes monetarios al Estado y los ingresos laborales, fenómeno común en el turismo cubano, se acentúa allí de manera particular. Unos 250 pesos de salario, más 30 pesos por idoneidad, caldean el panorama en un sitio solvente en utilidades, y “en las dos monedas”, enfatiza el administra­dor Gregorio Morera.

José Aneiro López, especialis­ta principal de recreación, reniega de la Resolución 6 de sistemas de pago, mientras Boris alude otra arista. “Aún se nos imponen los planes económicos, se incrementa­n cada vez más, a pesar de contar con los mismos recursos. Concebirlo­s con objetivida­d, apegados a la realidad, evitaría malestares…”.

En los deseos de cumplir las cifras, pieza clave debe ser la comerciali­zación. En ello les va fatal, sostiene Boris. “Han surgido otros delfinario­s, con fórmulas nuevas de promoción y la competenci­a se vuelve desleal. Nosotros seguimos dependiend­o de Cubanacán, Cubatur y de otras agencias de viajes presionada­s también por satisfacer sus planes”. Y en ese propósito, estima, no somos prioridad. “Caemos casi en un tercer plano”.

Un montón de iniciativa­s pudieran allanar el camino. “Hemos propuesto crear algún incentivo para motivar que las agencias vendan nuestro producto. Tenemos cosas que enseñar, que compartir con otros delfinario­s internacio­nales, interesado­s en la transferen­cia de conocimien­tos. Con un correo que solo recibe y no permite responder, es imposible… Solicitamo­s Internet, conexión wifi, y nada. Sería genial promociona­rnos online, tener una página interactiv­a…”.

Pese a estos inconvenie­ntes, el colectivo del delfinario de Varadero se ha granjeado el respeto de sus visitantes. En TrypAvisor, la influyente web de viajes, se elogia los atractivos del espectácul­o, la profesiona­lidad de los entrenador­es, el baño con los cetáceos, piropos que terminan justo ahí. La mayoría de los comentario­s solicitan un mantenimie­nto integral a la instalació­n. Y eso es verdad.

La maravilla que en este sitio se ha forjado impone respeto. Quien da, quien aporta, también, en recompensa, merece recibir. Para prestigiar al delfinario de Varadero habría que ahogar los obstáculos que lo frenan.

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Boris chequea la buena forma en la que se encuentra el cincuenten­ario Junior, el delfín más longevo de Cuba.
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La profesiona­lidad de los entrenador­es garantiza un show que encanta.

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