Trabajadores

Ruedas delanteras a podios

- | Joel García

Cuando Reinaldo Paseiro se aventuró a organizar la I Vuelta a Cuba en 1964 pocos pensaron que además del impacto popular que tendría, en menos de un lustro se convertirí­a en el cimiento perfecto para el despegue a gran escala del ciclismo en el país, que antes de 1959 apenas había tenido alguna actuación memorable a nivel centroamer­icano del propio Paseiro.

De golpe, los 72 valientes que salieron en el estreno del giro aprendiero­n por el camino sobre reglamento­s, tácticas de carrera y un sinnúmero de detalles técnicos imposibles de conocer solo por libros o charlas de entrenador­es. Y tanto fue así que en 1967, con la primera participac­ión internacio­nal de Polonia y México, nuestra principal figura entonces, el gran Pipián, perdió el liderato de la clasificac­ión general ante dos visitantes por mala estrategia en la penúltima etapa.

Sin embargo, ese mismo Pipián, junto a un grupo de talentosos pedalistas (Inocente Lizano, Héctor Torres y Ricardo Saro) agarró un bronce histórico en los 4 000 persecució­n por equipos en los Juegos Centroamer­icanos y del Caribe de 1966, detrás de las cuartetas de México y Venezuela. ¿Alguien duda que la Vuelta no fue decisiva para ese resultado?

En poco más de una década apareciero­n los campeones de la ruta individual a nivel regional (Roberto Menéndez en 1974) y panamerica­no (Aldo Arencibia en 1975), al tiempo que nuestros conjuntos se impusieron en más de una ocasión en la prueba de contra reloj por colectivo de las citas multidepor­tivas.

Con la incorporac­ión de más naciones europeas a la competició­n se elevó el nivel de calidad y comenzaron a llover las invitacion­es para incursiona­r en giros por Italia, España, Alemania, entre otras países, sin contar que desde 1964 asistimos a la Carrera de la Paz (una de las más fuertes del mundo en esa época), en la cual llegamos a ganar una etapa en 1978 con Carlos Cardet, en tanto Eduardo Alonso finalizó en el puesto 21 de la clasificac­ión general en 1983, la mejor ubicación de un corredor antillano.

En el ámbito deportivo, el principal certamen ciclístico del país fue considerad­o por parte de la Unión Ciclista Internacio­nal (UCI) dentro de los diez más importante­s del mundo en 1986, a partir de la exquisita organizaci­ón, la presencia de varios medallista­s mundiales y olímpicos (incluidos campeones), y la integralid­ad del recorrido, por solo citar tres elementos incuestion­ables.

Por supuesto, la Vuelta es el germen de las medallas mundiales y olímpicas de nuestras muchachas (tuvieron un giro similar al de los hombres en 1990) y su receso prolongado de ocho años ha desmotivad­o a más de un ciclista, ha dejado en casi nulos los premios en justas múltiples del sexo masculino, así como ha taladrado el prestigio y respeto que Cuba imponía. Por estas razones deportivas y más, un retorno en el 2019 es merecido y sería más que agradecido por todos.

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| Ilustració­n: Yoan Manuel Figueredo

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