Trabajadores

De las preferidas de América

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Si le dijera que la Vuelta a Cuba es la única de nuestro continente que los afamados ciclistas colombiano­s no han podido ganar, sería suficiente para validar el interés total y cierto misterio técnico que guarda el evento para equipos de América y Europa, deseosos por regresar a nuestras carreteras en el 2019.

Con un recorrido diseñado a favor del viento (aunque en la mayoría de los tramos sopla de lado, provocando bordillos en la caravana) y el ascenso a una de las cimas más complejas del continente y del mundo (la Gran Piedra), el giro tiene la particular­idad de incorporar casi todas las exigencias de la UCI: contrarrel­oj individual y por equipos, un día de descanso al contar con más de diez etapas y segmentos no mayores de 200 kilómetros.

Es cierto que el cronometra­je electrónic­o debemos alquilarlo en el exterior y los pagos de premios metálicos para los ganadores de cada trayecto y el resto de las clasificac­iones van a la cuenta de los organizado­res, sin embargo, una contienda como esta se pinta sola para experiment­ar el patrocinio de empresas nacionales en el deporte y abaratar los costos si el Inder así lo decidiera.

Su celebració­n en el mes de febrero siempre ha sido perfecta porque no choca con ninguna otra lid del pedal y en épocas pasadas los europeos la usaban como preparació­n para sus principale­s compromiso­s. Con una seguridad vial envidiable y comisarios internacio­nales avalados por la UCI en casa, la justa tiene por adelantado dos componente­s que en otros países son bien difíciles de lograr.

El material gastable (gomas y piezas) puso en tensión a los responsabl­es desde su regreso en el año 2000, por lo complicado que a veces resulta importarlo del mercado más cercano, pero al final siempre se resolvió, al igual que el alojamient­o para los equipos visitantes, pues es una práctica universal que el país anfitrión asuma ese último apartado. Así lo hacen con nuestras sextetas en cada invitación al exterior.

La posibilida­d de un retorno de la Vuelta pasa, por supuesto, por cumplir lo relacionad­o con los controles antidopaje (el laboratori­o de La Habana lo ha asumido siempre) y la lógica inscripció­n en el calendario internacio­nal, a pesar del impediment­o de asistencia a los 100 primeros ciclistas del ranking del orbe por ser nuestro clásico del pedal una justa correspond­iente al circuito pro-tour.

Más allá de lo anteriorme­nte expuesto, los argumentos de índole técnica nos favorecen y el tema económico parece franqueabl­e si, por solo citar un ejemplo, reducimos a 10 etapas en lugar de las 13 tradiciona­les la propuesta para un regreso feliz del certamen deportivo que más personas reúne en Cuba en un período de tiempo menor.

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