Dormir con mi asesino
siete mujeres son asesinadas a diario como promedio en México, lo que dio como resultado que el pasado año casi 3 mil mujeres perdieron la vida en acciones violentas, aunque solo 313 se tipificaron como feminicidio.
Señalo estos dos países porque realmente están entre los que aparecen con más crímenes, como vemos en informes de solo hace dos años que muestran, con crudeza, la crítica situación.
En octubre del 2016, la Comisión Económica para América Latina y el Caribe, Cepal, aseguraba en un documento que “cada día mueren como promedio al menos 12 latinoamericanas y caribeñas por el solo hecho de ser mujer”.
Dos años antes, el Observatorio de Igualdad de Género de América Latina y el Caribe (OIG) de las Naciones Unidas, indicaba que en 25 países de la región, un total de 2 mil 89 mujeres fueron víctimas de feminicidio.
Ni una menos
Según el reporte “Mapa de la violencia 2015. Homicidio de mujeres en Brasil” de la organización intergubernamental Facultad Latinoamericana de Ciencias Sociales (FLACSO) y que es citado por la ONU Brasil, ese país posee la quinta tasa de feminicidio más alta del mundo.
Ya en el 2012, un informe de Small Arms Survey (un proyecto de investigación del Instituto Universitario de Altos Estudios Internacionales de Ginebra), citado por la ONU, indicaba que más de la mitad de los 25 países con las mayores tasas de feminicidios estaban en América Latina y el Caribe.
ONU Mujeres se unió al llamado de ¡Ni una menos! e instó a erradicar con urgencia la violencia machista y los feminicidios en América Latina y el Caribe.
“Bajo el lema Ni una menos, ONU Mujeres se une a las voces de la sociedad civil, y hace un llamado de urgencia a todos los sectores en la región para poner alto al feminicidio”, dice la nota del organismo. Un reclamo enmarcado en los 16 días de activismo para erradicar la violencia machista.
Los datos son de nuestra región fundamentalmente, pero ocurre en todos los continentes. En un diario mexicano consultado para la edición de este material un colega le preguntaba a quien recién había asesinado a su esposa por qué lo había hecho y este le respondio: “Yo podía hacerlo porque era mía”.
La violencia contra mujeres no solo es una de las violaciones de los derechos humanos más persistentes sino también es la forma de discriminación más extrema y que tiene como máxima expresión el feminicidio.
Constituye un problema de salud pública y es considerado el fenómeno social más devastador y que más vidas de mujeres cobra por año en todo el mundo. Cada día una mujer va a la cama con su pareja sin saber si será la próxima víctima.