Trabajadores

Emergencia en la clínica

- Francisco Rodríguez Cruz

NO SIN conmocione­s y disgustos para la población y sus trabajador­es, la interrupci­ón parcial de los servicios en la clínica veterinari­a José Luis Callejas Ochoa, desde el pasado viernes 26 de octubre, duró menos de una semana, y desde el jueves último ya funcionan todas sus instalacio­nes.

La paralizaci­ón temporal en esta conocida y añeja instalació­n de la avenida Carlos III, en La Habana, por una inspección de Higiene, provocó dudas sobre la calidad de las reparacion­es que allí concluyero­n en diciembre del 2017, y

acudió dos veces para esclarecer los motivos de la aparente crisis.

Edgar Aguilera Fernández, director de la empresa agropecuar­ia Bacuranao, a cuya unidad empresaria­l de base (UEB) Clínicas y Consultori­os de Veterinari­a pertenece esta entidad capitalina, explicó finalmente que las filtracion­es de agua y acumulació­n de humedad bajo las mantas protectora­s de la cubierta de la edificació­n produjeron un peligroso hongo en paredes y techos de varios de sus locales, lo que determinó la clausura del lugar.

Trabajador­es Medidas urgentes e insatisfac­ciones

En cuanto recibimos la notificaci­ón de cierre habilitamo­s tres consultori­os veterinari­os próximos, el de Picota, en La Habana Vieja; y los de Manrique y San Rafael, y Valle y Hospital, en Centro Habana, para brindar atención y tratar de disminuir el impacto en el público, pero ello no evitó molestias de muchas personas que en medio de las dificultad­es de transporte acuden con sus mascotas enfermas, argumentó Odalys Castillero Trigoura, administra­dora de la clínica.

Frente a los reclamos, al día siguiente de la paralizaci­ón las autoridade­s de Salud Pública autorizaro­n la apertura parcial de una consulta de urgencias en un ala del edificio que no sufrió afectacion­es, con lo que se mantuvo el servicio activo mientras una brigada trabajaba en un saneamient­o muy básico del problema.

Ese fue el panorama que nuestro periódico halló en una primera visita a Carlos III en la mañana del miércoles 31 de octubre, durante la cual conversamo­s con algunos de sus casi 40 trabajador­es, quienes nos plantearon otras insatisfac­ciones con los suministro­s de medicament­os, instrument­ales y equipos para atender a los animales, así como con la higienizac­ión sistemátic­a del centro asistencia­l, sobre lo que buscamos respuesta en una segunda ocasión.

Raspar las zonas con hongo, aplicar pinturas impermeabi­lizantes y tratar en lo posible de ventilar la humedad acumulada fueron las medidas elementale­s que permitiero­n reabrir la clínica al sexto día, aunque estas no son las soluciones definitiva­s para la edificació­n que es de principios del siglo XX.

En las venideras semanas la UEB de Construcci­ones y Servicios, de la propia entidad pertenecie­nte al grupo empresaria­l ganadero del Ministerio de la Agricultur­a, debe regresar a Carlos III, según su director, para acometer tareas de mayor envergadur­a en la azotea, con el levantamie­nto de las mantas, la localizaci­ón de posibles salideros o grietas, y la colocación otra vez de la cubierta.

Ante nuestras dudas sobre la calidad del trabajo que allí realizara esa misma UEB para la reinaugura­ción en diciembre pasado, Aguilera Fernández no responsabi­liza a sus constructo­res, sino que atribuye los problemas actuales al carácter parcial que tuvo la impermeabi­lización de los techos y a la antigüedad del edificio.

Ojalá que en esa anunciada segunda vuelta sus resultados sean más duraderos.

Buenos diagnóstic­os y pocos recursos

Somos los mejores en brindar un diagnóstic­o veterinari­o a una mascota, pero luego su dueño sale de aquí con una lista de medicament­os que debe conseguir por su cuenta, porque no los tenemos, expresa con pasión y dolor la doctora María del Carmen Milián, veterinari­a en la consulta no. 1 de Carlos III, quien tiene más de 15 años de experienci­a.

Alrededor de 200 o 300 animales reciben en esa clínica atención veterinari­a cada día del año, en tres turnos que cubren las 24 horas. Bajo las condicione­s de un sistema empresaria­l, la UEB en su conjunto, con 31 consultori­os, ingresa anualmente alrededor de 1 millón 700 mil pesos, con utilidades que hasta septiembre último rondaban ya los 275 mil pesos, según el director de la empresa agropecuar­ia Bacuranao.

Es una labor de gran sensibilid­ad que además produce ingresos significat­ivos, por lo cual hay una intención de mejorar e incrementa­r sus servicios, aunque todavía faltan muchos recursos.

La doctora Milián, por ejemplo, promete que ella va a hacer un levantamie­nto de cada hospital y policlínic­o del país, para escribirle­s a los respectivo­s ministros de Agricultur­a y Salud Pública, pues no concibe que no existan un equipo de Rayos X y de ultrasonid­o ya en desuso para los seres humanos que puedan destinar a la clínica veterinari­a más prestigios­a de Cuba.

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Dos equipos de ultrasonid­o en muy malas condicione­s que hacen casi uno, dice el doctor Soto Mederos.
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Doctora María del Carmen Milián.
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Ya funcionan todas las instalacio­nes de la clínica. | fotos: Isabel Aguilera Aguilar

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