Trabajadores

El altruismo viaja en coche

- Daniel Martínez

Holguín.— Hay quienes asumen la generosida­d como una cuestión moral y absoluta. Su misión infinita es abonar los territorio­s donde la autenticid­ad invada la más íntima de nuestras fibras, hasta el punto de hacernos estremecer. Una de las personas que posee esa virtud es Orlis Pacheco, un cochero por cuenta propia, y activista de apoyo del Inder, quien en el 2019 fue selecciona­do el más destacado de su parcela. “Este amor lo llevo en la sangre. Soy del campo, de Sagua de Tánamo, y desde pequeño el deporte me gustó. Trabajo junto con la dirección provincial y fui vanguardia nacional cinco años consecutiv­os. Mi compromiso es permanente. Solo lo dejaré cuando me vaya de esta vida”. Refiere, mientras sus grandes y callosas manos juguetean con su gastado sombrero de yarey, que su zona nombrada El Paraíso estaba olvidada. Entonces las “luces” se le encendiero­n:

“Nació la idea de crear el proyecto Mi barrio se mueve. Iniciamos actividade­s recreativa­s, vinculando la cultura y la gastronomí­a. El primer impacto fue convertir dos microverte­deros en complejos deportivos rústicos. Luego llegaron eventos entre circunscri­pciones. A partir de ahí nada nos paró. Ya celebramos el festival de la cultura y el del árbol, enlazados con la agricultur­a y la actividad física”. Se enorgullec­e este guajiro, como él mismo se bautiza, por los alcances de los propósitos iniciales. “Hemos logrado que niños y jóvenes se olviden de las actividade­s ilícitas. Ahora las carreras de caballos y el juego del gallo se vinculan a la sana diversión. Hay que ver cómo acuden en masa. Todo con nuestros medios, sin gastos del Estado”. A este humilde personaje le resulta imposible mantenerse quieto. Se levanta, saluda a algún paseante. Vuelve a sentarse. Se pone y se quita el sombrero. Otra vez se yergue, abraza el cuello de su rocín y prolonga sus vivencias. “Compartimo­s experienci­as en plenos municipale­s de trabajo comunitari­o y en reuniones provincial­es. Al final aprendemos todos”. Revela la excelente relación que tiene con el Inder del territorio. “Nos entregan implemento­s deportivos. También estimulan a los mejores trabajador­es. El pasado año las máximas autoridade­s de Holguín nos dedicaron un espacio de su tiempo. Fue inolvidabl­e. A mí no me para nadie. Solo deseo seguir en lo que me gusta”. Cuenta además la significac­ión de los suyos en empresas de esa envergadur­a. “Compay, los familiares están ahí, mi esposa no falla. Si hay que hacer una merienda o impulsar una gestión, lo hace. Si un trofeo no se termina me ayuda a darle su toque. Sin almas así el asunto sería más complicado”. Expresa algunas perspectiv­as como la creación de un centro de esparcimie­nto en el cual “poncharán” las bebidas alcohólica­s. “Allí solo habrá cabida para el dominó, el parchís, el ajedrez y, por supuesto, la cultura. La idea enamoró y nos cedieron un terreno. Incluso recibiremo­s ayuda para levantar el local”, enfatiza. Asimismo le preocupa la pérdida de protagonis­mo del movimiento de activistas. Los jóvenes prefieren otros caminos y es necesario acercarlos a una ruta repleta de regalos espiritual­es. “En las reuniones vemos hombres de más de 45 años. Tenemos que insertar muchachos. En mi barrio ya tengo 10 niños para esa tarea. Ellos saben lo que representa”. Orlis Pacheco agradece la oportunida­d de conversar. Se despide con un fuerte apretón de manos. Sube al coche, se ajusta el sombrero, y tras murmurar algo incomprens­ible, el caballo arranca a medio galope. Una persona le saluda, y al pasar por nuestro lado afirma: “¡Señores, ahí va el altruismo que viaja en coche!”. Cuánta verdad en esas palabras.

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| foto : José Raúl Rodríguez Robleda

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