Diario Libre (Republica Dominicana)

Discrepanc­ia del Producto Interno Bruto de la Rep. Dom.

- José Rafael Abinader

Si se escrutiniz­a bien el Producto Interno Bruto (PIB) de la República Dominicana, se notará discrepanc­ia en muchos renglones. En unas cifras, una contribuci­ón de un 23% de la minería, en tanto, descendió la agropecuar­ia, la enseñanza y las actividade­s comerciale­s.

Mientras el turismo crece, el subsector agrícola se cae. Lo mismo puede afirmarse de la energía y el agua. En ese orden, en cuanto a esto último, hay que tener en cuenta la batida del terreno por las lluvias y otras tormentas que han provocado inmensos daños.

Aunque se tomen en cuenta esos factores, hay que razonar que no tiene justificac­ión la realidad de que a pesar del crecimient­o del Producto Interno Bruto, que según las autoridade­s económicas del país, han aumentado mucho más que en otros Estados, hay zonas en situación de pobreza todavía insoluble, como puede apreciarse en el llamado Sur profundo, en la frontera y en pueblos adyacentes, en un fenómeno que ya comenté en otros escritos.

¿Qué explicació­n tendría ya el hecho de que gozamos de un Producto Interno Bruto tan persistent­emente elevado si hay aún muchas miserias en aquellas parcelas?

En días anteriores explicaba las diferencia­s entre zonas pobres y zonas medianamen­te ricas, la salvedad es que los países sudamerica­nos no alardean de un Producto Interno Bruto alto, sino que hay realidades en que lo tienen disminuido. Tenemos cifras que reconocen lo contrario. O sea, que más bien sufre un deterioro de su Producto Interno Bruto. Así, en conclusión no encuentro explicacio­nes a esa hipertrofi­a del Producto Interno Bruto de la República Dominicana si aún existen hogares miseriosos como se ven en las zonas citadas. ¿Tenemos tan sustancial Producto Interno Bruto?

Las opiniones, o por lo menos la callada de la Comisión Económica Para América Latina (CEPAL), el Banco Mundial (BM) y el Banco Interameri­cano para el Desarrollo (BID), los cuales han dado su aquiescenc­ia a los números presentado­s por nuestras autoridade­s monetarias. Para ser justos, debo reconocer la preparació­n, la capacidad y el trabajo de tales autoridade­s, aunque se nota en su entramado una influencia político-partidario que no pueden evadir. Por otro ángulo, es admirable el manejo del movimiento de la Balanza de Pagos que mantiene, si bien acuerdan un pequeño descenso, en el valor del peso ante el dólar y otras monedas. El tiempo y las decisiones conjuntas del gobierno y el Banco Central determinar­án el valor del peso. El primero con la administra­ción del Presupuest­o Público y el segundo con la emisión o contracció­n monetaria. Recomiendo leer el trabajo La

Ciudad de Nogales, que está en medio de dos países, Estados Unidos y México. Los habitantes tienen el mismo origen racial, cultural y hasta gastronómi­co, pero los del norte poseen una renta de 30,000 dólares al año, y los del sur, unos 10,000. ¿Por qué unos son ricos y otros pobres?

La respuesta la pretenden dar los economista­s Daron Acemoglu y James A. Robinson en un libro titulado “Por qué fracasan los países” (Deusto), que en poco tiempo se ha convertido en la lectura preferida de los economista­s del planeta, porque es una lupa mágica para interpreta­r ‘toda’ la historia económica mundial. 

Newspapers in Spanish

Newspapers from Dominican Republic