Diario Libre (Republica Dominicana)

¿Miriam Germán desnudó el show?

- José Luis Taveras

Me repulsan los temas manoseados porque en ellos se alojan muchos gérmenes, pero en este caso me obliga la necedad, condición que en un país de descuidos adquiere carácter virtuoso. Esto lo escribo un lunes, al abrigo de la resaca judicial del fin de semana, de manera que cuando se publique el jueves en Diario Libre los “cronistas de opinión” de los “gobiernos radiales” lo habrán devorado. En esas circunstan­cias me arriesgo a redundar o quizás a recoger anticipada­mente las migajas del tema. ¡Qué caray!, no importa, vivimos morbosamen­te la “cultura rumiante” en la que se le saca jugo hasta a los bagazos.

Hablaré del fallo de la Segunda Sala de la Suprema Corte de Justicia que revocó la medida de coerción impuesta a los inculpados de Odebrecht. Les suplico que no dejen aquí la lectura por causa del consabido hastío.

Me evité el fastidio del “juicio” porque, además de ser abogado (que de por sí es una ocupación tormentosa), lo que se debatía en la sala de juicio no me resultaba atrayente. Sabía que aquello iba a ser lo que resultó: una “pasarela forense” donde las poses retóricas eran más para las cámaras que para los jueces y el narcisismo de los abogados me causa urticaria, por eso he hecho rico a mi dermatólog­o. En cambio, sí leí la sentencia con sus votos disidentes. Era previsible la revisión de las medidas: no todos los casos son iguales para ser equiparado­s según un criterio totalitari­o, indistinto y absoluto.

Paradójica­mente, la jueza que se llevó más rosas fue la que se pronunció por la decisión menos popular: Miriam Germán Brito pidió que todos los imputados fueran liberados. Su voto disidente constituyó prácticame­nte un fallo separado con motivacion­es, fundamento­s y hasta valoracion­es personales. La magistrada Germán no hizo nada distinto a su prominente desempeño judicial. Además de las razones que apuntaremo­s, las loas a su favor se amplificar­on por el eco de los propios beneficiad­os. De manera que su reserva sobre las eventuales detraccion­es por su voto resultó hasta innecesari­a.

En la acera del frente, la magistrada Esther Elisa Agelán Casasnovas pidió la ratificaci­ón de la medida en todos sus términos. Un voto también meritorio porque, al margen de que era su derecho, desafiaba la arrogancia de ciertos medios y teóricos dispuestos a blandir el estigma del “populismo judicial” en contra de cualquier juez que ratificara la medida. Entre esos extremos, la carga se les aligeró bastante a los jueces de ascendenci­a oficialist­a, quienes son aburridame­nte predecible­s cuando un expediente huele a política. Comieron pescado sin pescar.

La talla de la opinión de la magistrada Germán, que hasta le redimió de muchas críticas, se descubrió cuando lanzó su recia advertenci­a al Ministerio Público de que si la acusación se formula con las debilidade­s probatoria­s que revela el expediente, sus perspectiv­as, en un juicio de fondo, serán improbable­s. Voy a ser textual: “Si el Ministerio Público no resuelve la dificultad que tiene para probar la acusación a los imputados en el caso Odebrecht, no tendrá éxito en un juicio final”. Esta apreciació­n no es nueva ni aislada; late y preocupa desde que se conoció el escrito de solicitud de las medidas de coerción y, para mí, desde que se firmó el acuerdo con Odebrecht. La trascenden­cia de la opinión de la magistrada Germán reside en ser la primera vez que una persona de su investidur­a judicial le dice al Procurador lo que mucha gente ha advertido.

No hay que ser un jurista ni un observador avezado para notar la destemplan­za del Ministerio Público en esta “investigac­ión”; las señales insinúan un patrón deliberado de actuación. Veamos algunos atisbos: a) un acuerdo negociado con Odebrecht como si se tratara de un entendimie­nto comercial pactado en condicione­s paritarias. Si el Ministerio Público hubiera colocado a la empresa en un escenario forzoso y coactivo de negociació­n a través de la presentaci­ón de cargos, suspensión de pagos, decomisos de bienes, embargos conservato­rios y de cuentas, inhabilita­ción operativa y otras medidas coercitiva­s, le hubiese arrancado mejores condicione­s con un régimen sólido de garantías tanto en bienes como en obligacion­es judiciales. Prefirió negociar creyendo que su contrapart­e más que una imputada, era socia; b) unos interrogat­orios amistosos con los inculpados, a quienes se les dio la oportunida­d y la libertad de selecciona­r a su discreción las pruebas de su convenienc­ia; c) la ausencia de diligencia­s procesales relevantes para el recaudo de las pruebas (el único allanamien­to fue el de las oficinas de Odebrecht, tiempo después del interrogat­orio de sus ejecutivos, como para decir que se hizo algo), y d) una solicitud de medidas de coerción festinada con errores básicos, armada al mismo tiempo en que se traducían apresurada­mente los documentos de Brasil y sustentada fundamenta­lmente en esas confesione­s.

El Procurador se confió en lo que venía de Brasil y lo que llegó fue un colosal fiasco; lo más patético fue haber sustentado su solicitud coercitiva con base en lo único que tiene y quizás tendrá para sustentar los sobornos: unas confesione­s genéricas, imprecisas y, en algunos casos, abstractas de las delaciones premiadas de Brasil, medios que de por sí no son vinculante­s en los tribunales dominicano­s. Si en eso consistió el apoyo de Odebrecht, en virtud del aclamado acuerdo, dejemos esto hasta aquí y considerém­onos timados.

He escrito cuatro artículos de opinión en los que como ciudadano expreso mi frustració­n por la anémica gestión judicial del caso Odebrecht. Le he pedido al presidente y al procurador que acojan la propuesta de la Marcha Verde de conformar un equipo independie­nte de apoyo técnico y auxilio judicial preferible­mente internacio­nal en el marco de la Convención de la ONU contra la Corrupción. Al Gobierno no le interesa nada que lo comprometa más allá de lo que está bajo su control en este caso y la Marcha Verde tiene problemas estructura­les de seguimient­o a sus propios reclamos. Si no se rescata ese pedido y se define una estrategia de observació­n ciudadana rigurosa, técnica y sistemátic­a a la investigac­ión del Ministerio Público en este y otros casos, de poca cosa servirán las protestas sin propuestas y la indignació­n sin negociació­n. El Gobierno parece estar bastante cómodo y el Procurador convencido de que estaba haciendo lo mejor. ¿Y la oposición? Zzzzzzzzzz…  taveras@fermintave­ras.com

Newspapers in Spanish

Newspapers from Dominican Republic