Diario Libre (Republica Dominicana)

Los oídos, su limpieza y riesgos

- Marcos Díaz Guillén El autor es pediatra. Puede hacer sus preguntas por email a marcosdiaz­guillen@gmail.com

Desde que Leo Gerstenzan­g inventó el hisopo en el año 1923 al ver a su esposa limpiar los oídos de su bebé con un palillo y aunque este dispositiv­o suele tener múltiples usos, la principal aplicación que las madres todavía le dan es limpiar los oídos de sus hijos. Los pediatras recomendam­os limpiar las orejas, no el canal. Que si se sospecha un daño, cuerpo extraño o tapón de cerumen, se visite al pediatra o al otorrino. Que dejen a un lado la manía por remover la cera, porque ésta, es un material de protección del oído, que tiene su propio mecanismo para removerla.

Existe un estudio que abarcó desde el año 1990 al 2010 en el que se estimó que más de 263,000 niños menores de 18 años fueron atendidos en las emergencia­s de distintos hospitales de los EE.UU., con daños relacionad­os a la introducci­ón de objetos en los oídos. Los más afectados fueron los niños de 0 a 3 años de edad cuyas madres intentaron limpiar sus oídos, representa­ndo el 73. 2%. Y las causas más frecuentes de las visitas fueron: limpieza del oído del niño por sus madres, auto limpieza en los mayores, sensación de cuerpo ex- traño, sangrado de oídos, impactació­n de cerumen y perforació­n del tímpano. El estudio en cuestión se realizó utilizando “The National Electronic Injury Surveillan­ce System” (NEISS), una base de datos representa­tiva que describe la epidemiolo­gía y los daños asociados al trauma de oídos en edades pediátrica­s por el uso de objetos en el canal auditivo.

Los primeros reportes que relacionar­on la introducci­ón de hisopos en el oído y sus riesgos, se conocieron en 1972 citando perforacio­nes de la membrana del tímpano, otitis externas e impactació­n de cerumen. Y si bien es cierto, que la mayoría de los casos son despachado­s a sus casas, también es cierto, que hay secuelas de tratamient­os a largo plazo como son los casos de perforacio­nes timpánicas, pérdida de audición, luxación de los huesecillo­s del oído, parálisis facial, y algunos casos s reportados de abscesos cerebrales y meningitis.

Aunque las lesiones del oído por “limpieza” realizadas en el hogar han disminuido, no hay dudas que todavía su prevalenci­a es alta, por lo que es necesario recordar a las madres, que esa práctica sencilla y aparenteme­nte inocua, puede ser peligrosa. 

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