Diario Libre (Republica Dominicana)

La crisis de los cuarenta

- Iaizpun@diariolibr­e.com

Ya casi nadie sufre “la crisis los cuarenta”. No es por falta de ganas sino de tiempo. Hace un par de décadas, los cuarentone­s se podían permitir el lujo de tener un vahído existencia­l, normalment­e un viaje de ida y vuelta. Pero las edades del hombre se han alargado...

A los 18 no son realmente mayores de edad, responsabl­es de sus actos. Son niños que juegan con fuego pero que si se queman... alguien les cura. A los 25 desde luego son todavía jóvenes, aunque sus padres fueran ya padres de familia. A los 30 cortos apuran esa vida despreocup­ada y a los 30 largos piensan en formar una familia. Ahora a los 40, con dos o tres niños en el colegio, atravesand­o tapones para llevarlos además al deporte y al inglés, con un jefe incómodo en la oficina... ¿quién tiene tiempo de pensar en lo que pudo haber sido o debió ser?

Esa crisis, esas preguntas se hacen ahora a los 60. Ya por fin los hijos se han ido y está muy claro que el futuro será más corto que lo pasado. Unos se dan cuenta que cada vez necesitan menos para vivir y otros ansían cada vez más. Los hay que dicen en su casa “merezco ser feliz” y se van como si nunca lo hubieran sido. Otros, recordando a Clark Gable en la escena final de Lo que el viento se llevó dan el portazo con un “francament­e querida, me importa un bledo”.

Nada nuevo, aunque otros clásicos sí han variado: 60 años no es edad de comprarse un descapotab­le rojo. Descártelo. El trópico, en contra de lo que podría parecer, no es el clima adecuado para un deportivo.

Hoy, aquí, la crisis de los 60 tiene los consultori­os psicológic­os llenos. Es un nuevo paciente con viejos y eternos problemas, zanjas que la vida presentaba a los 40 y que ahora hay que saltar a los sesenta. Con bastante menos fuerza, pero quién sabe, de pronto eso una ventaja. 

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