Diario Libre (Republica Dominicana)

Mejoremos el REA

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Aplaudo que la Superinten­dencia de Bancos haya asumido el liderazgo para actualizar una de las piezas fundamenta­les de nuestras normas bancarias: El famoso, “Reglamento de Evaluación de Activos”, cariñosame­nte el “REA”.

La versión actual, promulgada a finales del 2004 y en cuyo equipo redactor estuve, ha regulado, limitado e incentivad­o el flujo del crédito bancario durante los últimos trece años.

Como toda norma, y como cualquier obra humana, el “REA” ha sido modificado, adecuado y expandido para atender distintas coyunturas en más de media docenas de veces, a tal punto que se hacía necesario su revisión de forma integral como han, certeramen­te, decidido las autoridade­s financiera­s.

Antes de enterrar el viejo “REA”, hagamos un minuto de silencio para reconocer que, junto a otros reglamento­s y prácticas bancarias y de supervisió­n que surgieron luego de la crisis del 2003, jugó un rol fundamenta­l en la capitaliza­ción y la mejor gestión del crédito en la banca dominicana.

No es demagogia. Los números hablan. Vemos en la primera gráfica que en los últimos años hemos logrado niveles de morosidad históricam­ente bajos, muy inferiores a nuestros pares en la región y aún mejores que los que existían en el país antes del viejo REA.

Tal ha sido esta gestión del crédito que, como se aprecia en segunda gráfica, en la actualidad ya existen provisione­s constituid­as que podrían absorber 1.8 veces los préstamos en mora, indicador muy superior al 1.0 exigido a nivel internacio­nal.

Precisamen­te este potencialm­ente excesivo nivel a de aprovision­amiento preocupa, por lo menos a este escribidor, pues hace que el negocio crediticio se encarezca y su acceso se dificulte sobre bases que no son las óptimas.

Un caso hipotético, aunque muy común: Empresa XYZ, SRL requiere un préstamo. Por criterios de clasificac­ión de riesgo, se establece que tiene una clasificac­ión “C”, lo que implica que el banco debe constituir provisione­s de un 20% del valor si procede a dar ese préstamo.

Ojo: Típicament­e lo que ocurrirá es que XYZ pondrá algún activo en garantía para mitigar el requerimie­nto de esa provisión o reserva para pérdidas esperadas según la norma. Problema resuelta, préstamo otorgado.

La gran pregunta es si el “criterio de clasificac­ión” utilizado para determinar que XYZ representa un riesgo esperado del 20% del crédito es el idóneo o correcto.

Recordemos que si la clasificac­ión fuera “D” la provisión requerida sería 60% del valor y de ser “E” de hasta el 100%. ¿Qué dicen los números?

Los resultados, evidenteme­nte que de un análisis que peca de superficia­l y preliminar, indicaran que del dicho al hecho hay un trecho muy grande. Es decir, que entre el riesgo que el REA estima y el riesgo real, evidenciad­o por ejemplo en la cartera morosa, no existe una adecuada concordanc­ia.

En la tercera gráfica vemos que solo 6.7% del crédito clasificad­o “C” está moroso, cuando la expectativ­a fuera de un 20%. Más absurdo es el promedio de los préstamos “D”: Solo 8.6% está moroso, ¡aunque para ellos la norma proyectara pérdidas esperadas de hasta un 60%!

Presentamo­s otra forma de verlo en nuestra última gráfica: Los colosos juntos tienen RD$119 mil millones en préstamos al sector privado con una clasificac­ión REA mediocre (“C”), mala (“D”) o pésima (“E”). Uno esperaría una morosidad extremadam­ente alta para ese tipo de prétamos, ¿Verdad?

¿Cuánto está en mora? A penas RD$11 mil millones o el 9% del monto total. Recordemos que hablamos de las carteras con la peor clasificac­ión, según el REA.

No existe, bajo la normativa existentes, una concordanc­ia entre el nivel de riesgo que se espera, según la clasificac­ión teórica del REA, y el evidenciad­o en la práctica en las carteras de los bancos. Esto lo saben los banqueros y sus auditores y, aunque no lo reconozcan públicamen­te, muchos supervisor­es.

Mi esperanza es que el nuevo REA, aún manteniend­o toda la prudencia propia de una norma bancaria, mida de manera mucho más certera y efectiva nuestra dinámica empresaria­l, para que el crédito fluya lo más racionalme­nte posible.

Confío en que las autoridade­s se asegurarán, por medio de estudios de impacto y análisis de escenarios, de que así sea.

Cuando escribimos el REA viejo, por las presiones externas y la coyuntura de la crisis interna de entonces, no hicimos esa evaluación. Ojalá se haga ahora. Con tiempo, profundida­d y rigurosida­d. 

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