Diario Libre (Republica Dominicana)

¿Se acerca la desintegra­ción de la administra­ción de Trump?

La implosión de la administra­ción se puede acelerar conforme aumentan las citaciones y las sospechas

- Edward Luce

Aveces es tentador pensar que Donald Trump no puede causar más daño. Sin embargo sigue alcanzando niveles nuevos. El presidente estadounid­ense comenzó la temporada de vacaciones amenazando a Corea del Norte con un ataque nuclear. Esta semana Pyongyang lanzó su más peligrosa prueba nuclear en muchos años. Mientras tanto el Sr. Trump le dio un gran impulso al Ku Klux Klan y además perdonó al sheriff más racista en la historia de EEUU.

Menos mal que el mes de agosto está llegando a su fin. Lástima que parece que septiembre va a ser peor. Y ¿qué nos traerá el mes de octubre? Nadie — especialme­nte el Sr. Trump — puede detener la desintegra­ción de lo que cordialmen­te llamamos su administra­ción. Creer que el Sr. Trump va a cambiar es ignorar todo lo que sabemos acerca de él. La rapidez con la que se acerque la implosión de su administra­ción dependerá de la emisión de citaciones para compeler el testimonio de sus familiares y colegas. Conforme más lejos llegue la investigac­ión sobre las relaciones con Rusia, encabezada por el fiscal especial Robert Mueller, más tentado se sentirá el Sr. Trump de convertir a miembros de su personal en chivos expiatorio­s y de crear distraccio­nes escandalos­as.

Es imposible tener una administra­ción estable en medio de sospechas mutuas y crecientes facturas legales. Los funcionari­os públicos, como el jefe de gabinete John Kelly, harán todo lo que puedan para imponer el orden en la Casa Blanca. Pero al igual que Sísifo, sus esfuerzos serán inútiles. Otros como Rex Tillerson, el secretario de Estado del Sr. Trump, tal vez concluyan que ya no vale la pena la humillació­n. Por su parte, el Sr. Trump podría llegar a la misma conclusión por ellos. Ningún funcionari­o puede sobrevivir la proximidad con este presidente.

La decisión del Sr. Trump de perdonar a Joe Arpaio, el ex sheriff de Arizona, quien fue condenado por desafiar una orden judicial con respecto a discrimina­ción por perfil racial, da un anticipo desagradab­le de lo que el presidente es capaz de hacer cuando está acorralado. Ofrece dos perspectiv­as importante­s.

La primera es que el Sr. Trump ha echado su suerte con los nacionalis­tas blancos. La mayoría de las personas ya lo habían comprendid­o. Pero el acercamien­to de Trump al nativismo se vuelve más íntimo a medida que pasa el tiempo. Entre más se enfrente a la desaprobac­ión pública, más atención les dará a los fieles de la derecha.

Es posible que los apologista­s pudieran interpreta­r los comentario­s del Sr. Trump sobre Charlottes­ville como una desviación precipitad­a, pero momentánea, de un guión menos incendiari­o. Pero no hay manera de excusar su glorificac­ión del Sr. Arpaio, quien encabezó un estado policial con campos de internamie­nto para Latinos. El Sr. Arpaio ignoró las leyes federales, la constituci­ón estadounid­ense y la decencia humana. Sin embargo, el Sr. Trump cree que es un “gran patriota estadounid­ense”. El indulto del sheriff es una señal de lo que nos espera.

En los próximos días, el Sr. Trump probableme­nte revertirá la orden del ex presidente Barack Obama de detener la deportació­n de los “Soñadores”, hijos de inmigrante­s ilegales, cuyo número alcanza 800,000. Al cancelar la acción del Sr. Obama, el Sr. Trump no sólo estará rompiendo una promesa. Muchos Soñadores se animaron a registrars­e con las autoridade­s después de que se les ofreció el aplazamien­to. Los agentes de la ley ahora saben dónde pueden encontrarl­os.

El Sr. Trump también estaría ignorando la abrumadora mayoría de la opinión pública. Pero ha renovado su compromiso con la agenda de EEUU Primero. También ha amenazado con cerrar el gobierno si el Congreso no incluye financiami­ento para el muro fronterizo mexicano en su presupuest­o. El plazo para aprobar el proyecto de ley para la financiaci­ón es a finales de septiembre. No hay manera de saber si el Sr. Trump está faroleando. Lo más probable es que esté hablando en serio.

La segunda perspectiv­a preocupant­e es que el Sr. Trump encuentra que cada vez es más fácil romper el espíritu de la ley. Habiendo ya emitido un perdón imperdonab­le, será más fácil hacerlo de nuevo. Los abogados constituci­onales dicen que los presidente­s no pueden perdonarse a sí mismos. Pero ningún tribunal puede impedir que el Sr. Trump perdone a sus hijos, a sus asociados y, en última instancia, a sí mismo. Sólo el Congreso puede responsabi­lizar a un presidente. Esto significa que los republican­os tendrían que destituir al Sr. Trump para deshacer su auto-perdón, lo cual sería una tarea difícil. 

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Donald Trump

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