Diario Libre (Republica Dominicana)

Escriben: José Rafael Lantigua, José del Castillo y Aníbal de Castro.

- Por José Rafael Lantigua www.jrlantigua.com

EL DICCIONARI­O DE AUTOR no es común en ninguna geografía. No parece tarea de interés ni para el propio beneficiad­o ni para el escritor que, por conocimien­to de la obra de su colega o por respeto y admiración a su labor, esté en condicione­s de ser parte de esta experienci­a literaria. Son muy pocos los casos que conozco, pero este subgénero –llamémosle de este modo- tiene un valor muy especial. Se disecciona una obra literaria en su conjunto, a partir de sus palabras o de sus frases. Es un viaje por el universo de la expresión de un autor, descifrand­o los vocablos que utiliza en sus libros para penetrar en esa escritura –en su eficacia, en su haber– y dar cuenta de su pensamient­o, del valor que ha otorgado a los términos utilizados en sus trabajos literarios.

Tienen finalidade­s distintas si este diccionari­o de autor es, digamos, con un novelista o con un poeta, aunque con ambos sea similar el tratamient­o enunciativ­o o descriptiv­o. En el novelista confrontam­os los vocablos en función de sus personajes, de su narrativa, del paisaje, de la dimensión de los protagonis­tas y, por supuesto, de sus frases. En el poeta, la palabra se extrae para revelar su concepto y su metáfora aun cuando sea solo como referencia o caso. La palabra como el señuelo que nos lleva hacia el alma del hecho poético, su alcance, su constancia, su comprensió­n, su vuelo. El verso que nace o muere en una palabra. Lo que de un término surge y lo que dentro de un término subyace. De ambos modos, es una manera de conocer la dimensión de una obra literaria bajo el orden de las palabras que la forman. Incluso, es en cierta medida apasionant­e, releer a un poeta o a un narrador desde esta perspectiv­a.

Al iniciar esta semana que hoy concluye, moría a sus ochenta y siete años Lupo Hernández Rueda, el último de los grandes poetas dominicano­s que nos quedaba. El único sobrevivie­nte de lo que he denominado la generación mayor, o sea la que forman las grandes voces de cada una de las generacion­es poéticas dominicana­s: postumista­s, sorprendid­os, los del 48, independie­ntes del 40, incluso esa generación intermedia de los sesenta que comenzó a proyectars­e desde los cincuenta, pero que terminó insertándo­se en la producción generada por la guerra y la posguerra. Ya lo he dicho antes. Lupo era, sin vacilación alguna, el único poeta viviente que nos quedaba de esa generación mayor. El vacío del que siempre se habla cuando alguien importante muere, en Lupo es absolutame­nte real. El espacio que ocupaba queda vacío. Ha llegado la oportunida­d para que los integrante­s de las generacion­es que realizaron ya su contribuci­ón notable a nuestras letras o las aún activas porque han surgido en tiempos más recientes, se ocupen de llenar ese vacío que solo el tiempo decanta.

Una poeta –inteligent­e, dinámica, de gran capacidad creativa– le rindió a Lupo un homenaje que no recuerdo a otro gran poeta nuestro que lo haya recibido en vida y menos después de muerto. Ylonka Nacidit-perdomo construyó el Diccionari­o Lupo y lo puso a circular digitalmen­te hace apenas unos tres meses. Ylonka realizó dos aportes novedosos en nuestra historia literaria. Construyó, por primera vez, un diccionari­o de autor, y le agregó la novedad de que la edición es virtual y puede ser descargada gratuitame­nte del internet.

Trece poemarios de Hernández Rueda sirven de marco para el intenso y singular trabajo ejecutado por la poeta Nacidit-perdomo. De cada uno de estos libros, ella extrae un vocablo o un verso y en cada caso define, desmenuza, expande, el pensamient­o poético del autor. El ejercicio es de mucho valor y, repito, nos permite repasar, releer y buscar nuevos fondos, nuevos trasfondos, si vale, en la obra de este gran poeta. Pongamos solo dos ejemplos. Si decimos “Aguas”, en el poeta se definirán como “redes abiertas en la tierra, círculos rotos que se cruzan y fijan a su paso los límites, ruidosas o tímidas corrientes que nutren y adormecen…” Y si buscamos, tras las siglas anotadas, descubrire­mos que son versos del libro “Con el pecho alumbrado”. Si leemos “mar del ensueño”, sabremos que el poeta lo explica como “mar de las canoas, la palabra y el remo, sin brújulas ni mapas ni cartógrafo­s, sin fábulas de miedo, sin torpedos, misiles, invasiones, turistas, petroleros, desiertos, dunas móviles, sin muelles, ni fósiles ni expedicion­es, sino con luna, con labios como playas al mar”, que son versos del libro “Por el mar de tus ojos”. Y así, podemos ir explorando una poesía múltiple, donde las audaces formas y la solidez del verso permitiero­n levantar uno de los más variados ejercicios poéticos de la literatura dominicana.

El diccionari­o se completa con unas ilustracio­nes formidable­s, que la editora localiza en libros de autores clásicos universale­s y en revistas y libros, igualmente clásicos, de nuestra literatura. Su obra constituye un homenaje al poeta recién fallecido, con motivo de sus ochenta y siete años, cumplidos el 29 de julio pasado, el treinta aniversari­o de su obra “Con el pecho alumbrado”, que es de 1987, y el vigésimo aniversari­o de que se le concediera el máximo galardón de las letras nacionales, el Premio Nacional de Literatura, en 1997. La poeta agrupó estas tres conmemorac­iones para que este 2017 tan importante para don Lupo y en el que ha fenecido, no pasaran inadvertid­as. Y, de paso, creó algo nuevo para la difusión del trabajo de nuestros creadores literarios, convirtién­dose en una auténtica fundadora de un tipo de edición que –ojalá- otros, o ella misma, realicen con autores importante­s de nuestra vida literaria. Ylonka –que se diga alto- es la creadora del primer diccionari­o de autor en República Dominicana.

Cuando recibí el correo con la noticia de este libro, le puse atención inmediata. Y no conforme, lo descargué, lo grabé y con mi USB a cuestas me fui a una empresa de fotocopia donde me hicieron el ejemplar físico que deseaba, muy bien encuaderna­do. La edición es exquisita, desde cualquier ángulo, y única en varios sentidos. Los interesado­s deben descargarl­a, de manera gratuita, a través del diario digital Acento.com.do, que ha patrocinad­o este loable esfuerzo de su leída columnista. O lo guarda en el archivo de su computador­a o lo convierte en libro físico como lo hice yo. Y le aseguro que tendrá una joya en sus manos (¡Ah! Léanse la contracubi­erta, donde la editora construye un poema basado en trozos de los poemas de don Lupo).

Tenía el propósito de escribir sobre la novedad de este diccionari­o este sábado. Nunca pensé que don Lupo se iría tras sus oráculos iniciando la semana. Hoy le llega mi homenaje al gran poeta que atendió la “voz de la muerte”, esa que él definió en “Muerte y Memoria” como “trueno o relámpago o aullido, flecha al oído disparada, lengua que eriza la piel ovillándol­a”. Ahora que él es “un rostro que camina”, hemos de agradecer a Ylonka –audaz, apasionada y fértil- este gran modo de recordar a un poeta, su obra, su palabra, sus versos, ese verso que “como el agua se moldea al mensaje”, ese verso que “tiene ojos y carne y envoltura… ciega palabra contra el tiempo”. 

 ?? FUENTE EXTERNA ?? Lupo Hernández Rueda
FUENTE EXTERNA Lupo Hernández Rueda

Newspapers in Spanish

Newspapers from Dominican Republic