Asignación ineficiente

Los mercados se guían por los precios para repartir los recursos escasos

Las habilidades de los economistas no serían muy demandadas en una sociedad con abundancia ilimitada de bienes y servicios. Afortunadamente, ellos no tendrían que buscar otras ocupaciones, pues en ese contexto idílico de plenitud material podrían obtener todo lo que quisieran sin tener que trabajar. No parece, sin embargo, que algo así sucederá por ahora. Habrá que seguir bregando con recursos limitados, y decidir a cuáles actividades dedicarlos.

En ausencia de regímenes absolutistas en los que prevalece una planificación central, las decisiones de asignación de recursos se toman en los mercados de productos y factores productivos. Y como en las economías modernas las transacciones no se efectúan por trueque sino por medio de dinero, el mercado financiero juega un papel clave en dicha asignación vía el crédito y las inversiones.

Los mercados se guían por los precios para repartir los recursos escasos. Eso significa que si por alguna razón el proceso de formación de precios deja de ser libre, el mercado afectado deja de responder a los fundamentos de la economía, y pasa a reaccionar en función de los dictados de las fuerzas que están controlando los precios.

La política de tasas de interés cercanas a cero o negativas vía emisiones monetarias desubica al mercado financiero y le hace asignar recursos a actividades que podrían no merecerlos si el precio del dinero fuera libremente fijado. El resultado es un incremento artificial en las deudas de gobiernos y empresas, y en la valoración de mercado de las acciones de las compañías. Se otorgan recursos productivos sin un ordenamiento en base a sus rendimientos reales, con la consiguiente reducción en la eficiencia de la asignación. Y el daño es tanto mayor cuanto más larga sea la permanencia de dicha política, pues el costo de liberalizar las tasas aumenta con el porcentaje de recursos en manos de entidades incapaces de generar rendimientos más elevados. 