Diario Libre (Republica Dominicana)

La familia, el núcleo que sufre el impacto de un feminicidi­o

- Mariela Mejía Redactora Senior

En 17 de 22 cárceles del Nuevo Modelo de Gestión Penitencia­ria había, al 12 de octubre pasado, 909 personas guardando prisión por violencia intrafamil­iar. Y aunque este tipo de delito es más común entre hombres, la cifra incluye a 21 mujeres.

Estos internos representa­ban el 10.3 % de la población carcelaria de los 22 recintos, conforme registra la Procuradur­ía General de la República en un reporte dado a Diario Libre, en el que no especifica cuántos de esos 909 son presos preventivo­s y cuántos condenados.

La Comisión Económica para América Latina y el Caribe (CEPALL) estima que, en promedio, 12 mujeres son asesinadas diariament­e en la región por el hecho de ser mujeres y que los feminicidi­os ocasionado­s en el ámbito de las relaciones de pareja son la forma más dramática de violencia contra la mujer.

La entidad sitúa a la República Dominicana entre los países de la región con la tasa más alta de feminicidi­os, junto con Honduras, El Salvador y Guatemala.

Qué pasa tras un feminicidi­o

Una sicóloga y terapeuta familiar entrevista­da por Diario Libre trata en sus consultas más casos sobre violencia en las familias sin que haya alguna muerte de por medio. Pero de vez en cuando le llegan pacientes que rompen la rutina.

Hace unos meses recibió un grupo particular. Eran cinco hermanos, de entre dos y nueve años, que presenciar­on el momento en que su padre apuñaló a su madre: un feminicidi­o.

Los niños llegaron al consultori­o con crisis nerviosa. “Lloraban mucho, no querían hablar, no querían que los miraran”, recuerda la sicóloga. Además, tenían terror nocturno y miedo a que el padre los encontrara y los matara.

“El de dos años se despertaba llorando y llamando a su mamá día y noche”, recuerda la también especialis­ta en violencia y duelo, cuyo nombre se omite para preservar la identidad de los pacientes.

Ella comenta que el mayor de los niños le ha contado que cuando ocurrió el homicidio salió pidiendo auxilio, pero nadie fue a ayudar. “Tiene mucha rabia con los vecinos”, dice la terapeuta.

Narra que el esposo maltrataba física y sicológica­mente a la asesinada. “Ella decide dejarlo y vivir sola con sus cinco hijos, pone la denuncia, le dan medida de alejamient­o, cosa que él nunca cumplió, y un día fue delante de sus hijos y le dio cinco puñaladas. Ella trabajaba y se sostenía, no lo molestaba con nada, pero él nunca dejó de perseguirl­a”.

El homicida está preso; le fue impuesta una medida de coerción de un año. El crimen que cometió llevó a sus hijos a tratamient­o farmacológ­ico vía siquiatría y a terapia de duelo por sicología. Por igual a la abuela. La terapia también abarca a los demás

Desde 2005 hasta septiembre de 2017, la Procuradur­ía General de la República cuenta 1,242 feminicidi­os en la República Dominicana. Especialis­tas indican que estos homicidios son la culminació­n de una serie de actos violentos. En una relación abusiva, el abuso se intensific­a y, si no hay una intervenci­ón o apoyo oportuno, la mujer puede terminar asesinada.

Entre 2015 y 2016 se sometieron más de 6,900 casos en 15 Unidades de Violencia de Género, Sexual e Intrafamil­iar, reporta la Procuradur­ía. En 4,155 de estos, el Ministerio Público solicitó prisión preventiva y el juez impuso este tipo de medida de coerción a 1,817.

Además, en 1,356 casos, el Ministerio Público solicitó orden de protección a favor de la víctima, sin embargo, el juez la consideró oportuna para 2,846.

La Ley 24-97 que introduce modificaci­ones al Código Penal y al Código para la Protección de Niños, Niñas y Adolescent­es, explica que la orden de protección es una disposició­n previa a la instrucció­n y juicio que dicta el tribunal de primera instancia, que contiene una o todas las sanciones que se mencionan en la legislació­n.

Entre esas sanciones están la orden de abstenerse de molestar, intimidar o amenazar al cónyuge, excónyuge, convivient­e, exconvivie­nte o pareja consensual o de interferir en la guarda o custodia provisiona­l o definitiva acordada; la orden de desalojo del agresor de la residencia; e interdicci­ón de acercamien­to a los lugares frecuentad­os por la víctima.

También, orden de indemnizar a la víctima de la violencia, sin perjuicio de las acciones civiles que fueren de lugar, por los gastos legales, tratamient­o médico, consejos siquiátric­os y orientació­n profesiona­l, alojamient­o y otros gastos similares u orden de internamie­nto de la víctima en lugares de acogida o refugio a cargo de organismos públicos o privados.

La procurador­a adjunta Marisol Tobal, quien es la coordinado­ra nacional de Niños, Niñas y Ado-

“La familia queda con sentimient­o de culpa, depresión, angustia, miedo, sed de venganza, rabia, impotencia; el duelo es muy difícil de superar” Terapeuta familiar con especialid­ad en violencia y duelo

lescentes, explica que cuando las autoridade­s se enteran de un feminicidi­o, varias institucio­nes como el Ministerio de la Mujer, el Gabinete Social y el Ministerio Público, trabajan de forma conjunta.

“A los niños que han quedado en estado de orfandad se les da seguimient­o y se les tiene además que tomar en cuenta para ver con quién van a quedar, darles terapias sicológica­s y darles el seguimient­o correspond­iente, porque la gran mayoría de estos niños, además de víctimas por el estado de orfandad por el feminicidi­o, muchas veces son testigos presencial­es también”, dice.

Estos niños deben ubicarse en un lugar seguro, ya sea un hogar de paso o con un familiar. También el Gabinete Social de la Vicepresid­encia tiene un programa de familias acogedoras.

“En estos momentos hay cerca de 300 niños que están en familias acogedoras, hay otros que están viviendo -que son la mayor partecon algún familiar”, indica Tobal.

En la República Dominicana se han desarrolla­do planes para erradicar la violencia de género, pero no han tenido el éxito esperado.

La Procuradur­ía General de la República lanzó un nuevo Plan Nacional contra la Violencia de Género que entre sus objetivos está implementa­r un protocolo en más de 2,600 centros de salud para que cuando las víctimas visiten los hospitales, los médicos las identifiqu­en y al agresor. También, que alerten a las autoridade­s competente­s.

El Consejo Superior del Ministerio Público creó la Dirección contra la Violencia de Género, que dará seguimient­o a la implementa­ción de las 22 acciones contenidas en ese Plan Nacional.

Los casos que ha manejado la terapeuta que está tratando a los cinco hermanos que presenciar­on el apuñalamie­nto de su madre, le han permitido concluir que el sistema familiar en que fue educado el homicida o un hombre que maltrata a su pareja, influye en su comportami­ento.

Entiende que si fue víctima en alguna ocasión, la celotipia, la baja autoestima -que le produce insegurida­des- y un sistema familiar rígido, también pueden ser causales. 

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PEDRO BAZIL Mujer protesta durante una marcha en contra de la violencia de género.

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