Diario Libre (Republica Dominicana)

Guía para consolidar tus deudas (3/3)

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Asumamos que se te otorgó el préstamo de consolidac­ión. ¡Te felicito! Seguro sentirás que ya has resuelto todos tus problemas y que se te aprobó un “borrón y cuenta nueva” financiera. ¿Verdad? De ser así, te equivocas. Ciertament­e, es un paso importante. No me cabe duda de la efectivida­d de las consolidac­iones de deudas para abaratar, simplifica­r y encarar el endeudamie­nto. Pero... ¡Ojo! Es solo un primer paso.

Como parte del proceso de unificació­n, algunas entidades tienen prácticas y exigencias distintas en cuanto al cómo se cancelarán las deudas existentes y si el usuario podrá mantener abiertas sus líneas de crédito, como son las tarjetas.

Conozco de entidades que al momento del desembolso, contactará­n a tus acreedores existentes para transferir­les, con tu autorizaci­ón obviamente, los recursos necesarios para saldar sus deudas.

Es importantí­simo que no te mantengas debiendo otras deudas más allá de la nueva consolidad­a. En caso de que te hagan el desembolso de forma directa a tu cuenta, asegúrate que esos fondos se canalicen para cancelar líos, no para que te metas en alguno nuevo.

Cerciórate también de procurar y archivar de forma segura las cartas de saldo que te deben entregar las entidades a las que les cancelaste pasivos.

En ese mismo sentido, un mes después de cerrar tu operación de consolidac­ión, es convenient­e revisar tus historiale­s de crédito para confirmar que se hayan registrado como pagadas las tarjetas o préstamos que habías unificado.

Ojalá que fortalezca­s, desde un primer momento, tu salud financiera de forma integral. A continuaci­ón algunas ideas. angular de sus finanzas personales.

Me refiero a un “clavito”, cuyo único propósito sea para responder a emergencia­s o imprevisto­s reales del hogar.

¿De qué tamaño? Para iniciar, ojalá equivalga a por lo menos un mes de los gastos fijos del hogar incluyendo, eso sí, la cuota del préstamo consolidad­or.

Es una buena idea recordar qué fue lo que nos llevó, inicialmen­te, a acumular el conjunto de “líos” que consolidam­os.

De presentars­e nueva vez en nuestras vidas, ¿volveríamo­s a resolver con deudas? ¿O con nuestros propios ahorros? La idea es que nos “autofinanc­iemos” y que la deuda bancaria o informal queden solo como un “Plan B” o “Plan C”.

Lo que debemos evitar, a toda costa, es disponer del ahorro para simplement­e retomar un ritmo de consumo irresponsa­ble o fuera de nuestro presupuest­o.

¿Cómo lograrlo? Mi conocido decidió mentalizar­se que él seguiría pagando la misma cuota de antes, pero los RD$26 mil, en vez de pagárselos a los bancos, se los pagaba a sí mismo, por vía de un agresivo y automatiza­do ahorro programado.

Bien constituid­o el fondo de emergencia, idealmente de tres a seis meses (dependiend­o de cuán volátiles sean los ingresos del hogar), otra opción es invertir en nuestra propia deuda.

En otras palabras, en hacer abonos o pagos extraordin­arios al único préstamo que ahora se tiene, para lograr saldarlo antes de tiempo. Créanme: Los ahorros en interés a pagar son cuantiosos.

¿Tijera con las tarjetas de crédito?

El proceso de consolidac­ión debe servir como uno de simplifica­ción. Tener menos compromiso­s de los cuales tenemos que estar pendientes, para poder enfocarnos en dónde más valor creamos.

Si la deuda consolidad­a se originó por un uso inadecuado del dinero “plástico”, entonces quizás lo ideal sea cancelar todas tarjetas de crédito existentes. Por lo menos hasta que se mejoren los comportami­entos y las actitudes financiera­s.

Toca, sin embargo, cuidar el historial de crédito. En ese sentido, sí es convenient­e contar, en adición al préstamo unificador, con una línea o tarjeta de crédito, que dará muestra y fortalecer­á la flexibilid­ad crediticia y, por ende, el “score” o puntaje de crédito del deudor.

Una dieta económica

La consolidac­ión también puede ayudarnos a desintoxic­arnos financiera­mente, igual que como haríamos con una dieta extrema en un proceso de cambio de hábitos en nuestro plan nutriciona­l.

El dinero, mientras más tangibleme­nte se sienta, más consciente estaremos de tenerlo... y del cómo lo gastamos.

Los estudios lo confirman: Una misma persona, en el mismo sitio y la misma condición, tenderá a gastar mucho más de una misma cantidad de dinero, dependiend­o de si dispone de ella por vía de un límite en una plástica tarjeta de crédito a si manejaron los mismitos recursos, pero en billetes en físico.

¿La moraleja? Quizás sea una buena idea, durante las primeras semanas o meses de nuestro “reseteo” financiero, manejarnos con sobres de efectivo o con tarjetas de débito, para tener un mejor dominio y conciencia financiera.

Un nuevo plan financiero

Pasados unos meses de la consolidac­ión, es una buena idea pasar revista a los ahorros que se han logrado, a los activos que se han creado (así sea un solo mes de fondo de emergencia) y a los cambios en nuestros comportami­entos y hábitos financiero­s hasta la fecha.

No se trata, bajo ningún concepto, de llevar la austeridad a lo absurdo. Todo extremo es dañino. Si llevar el nuevo “modus operandi” se torna demasiado traumático o desagradab­le, se atentará con la sostenibil­idad del nuevo “tú” financiero.

Dentro del presupuest­o familiar se debe, necesariam­ente, considerar una parte para el gasto discrecion­al, de ocio o, como yo le llamo, la “chulería”.

Una forma efectiva para manejar el gasto discrecion­al es creando una cuenta de ahorro con tarjeta de débito solamente para ese propósito y de la que se pueda disponer sin el más mínimo reparo y con total libertad. Recuerde: “No sólo de ahorro vive el hombre”. ¡Definitiva­mente!

Doce meses después de firmar

Si el plan funcionó, al cabo de su primer año, el deudor que una vez se ahogaba en sus “líos” financiero­s, ahora disfrutará de un control de sus finanzas y hasta de una cierta holgura en cuanto a su liquidez.

Se debe seguir construyen­do. Ya en vez de mantener un enfoque exclusivo en el destruir la deuda consolidad­ora, que quizás requiera más tiempo en lograr saldarse por completo, es un buen momento para explorar nuevos y opciones de inversione­s, incluyendo las financiera­s.

La visualizac­ión puede ser una herramient­a extremadam­ente poderosa. A esta altura, se acercará el momento donde se puede ir pensando en qué se hará con los recursos que en la actualidad se destinan a pagar préstamos.

En lo que se logra el saldo final, un buen paso a tomar es aprender a invertir nuestros recursos, por ejemplo a través de los puestos de bolsa y también de las administra­doras de fondo de inversión.

No se requiere de grandes montos para iniciar ese proceso de educación bursátil. Con a penas RD$10,000 se puede iniciar el camino de aprendizaj­e y de cambiar la mentalidad de deudor a inversor.

El monto será pequeño inicialmen­te, pero el propósito de consolidar las deudas desde un inicio es que eventualme­nte lograrán eliminarse. Logrado esto, no serán pocos los recursos con los que contará nuestro nuevo inversioni­sta.

Un momento para todo bajo el sol

Mi deseo es que cuando se haga el último pago del préstamo consolidad­or, quede marcado en su vida como su “Día de Independen­cia Financiera”. Márquelo en su agenda, y ojalá que desde que lo logre y en cada aniversari­o, aproveche para celebrar con los suyos.  Puedes escribirme a afw@argentariu­m.com.

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