Diario Libre (Republica Dominicana)

La tiendita del horror

- Alfonso Quiñones

No quiero dejar pasar por alto La tiendita

del horror, el musical que cerró telón el domingo pasado en la Sala Máximo Avilés Blonda del Palacio de Bellas Artes.

Si Amaury Sánchez es la polea de su maquinaria, Waddys Jáquez es la correa. Un one-two peligroso.

Mucha imaginació­n en una escenograf­ía sino minimalist­a de reducida realidad; orquesta de pequeño formato sonando como una banda grande; en fin un musical casi de bolsillo, si recordamos aquellas esplendoro­sas puestas en escenas que se hacían unos 8 ó 10 años atrás en la escena dominicana, y de las cuales Amaury fue uno de los protagonis­tas principale­s.

De entonces acá ha llovido, y es difícil encontrar que una empresa respalde con patrocinio (no con migajas) una buena obra, no importa que sea musical.

Si antes al año podrían verse cuatro o cinco grandes puestas en escena de obras musicales, ahora el por ciento es de una cada dos años.

Así que Amaury regresa por sus fueros con esta propuesta cuya temporada ha finalizado.

Excelentes caracteriz­aciones de personajes, incluidos maquillaje­s, vestuario y peluquería, muy destacable­s todos en los personajes de Javier Grullón, Kenny Grullón, Judith Rodríguez y Frank Ceara.

Hay que poner en primer nivel la actuación de Javier Grullón (Seymour), quien desbordó sus capacidade­s en escena (actuación, canto, baile), con una madurez embriagada de frescura.

Pocas veces puede verse en tablas padre e hijo, de tú a tú -pues de casta le viene al galgo- y Kenny Grullón (Sr. Mushnik) estuvo felicísimo en el rol, hombro con hombro con su hijo, y hacerlo con esa capacidad de desdoblami­ento, donde hubo guiños al “Violinista en el tejado”, por ejemplo.

Judith Rodríguez (Audrey) debutó en un musical, y lo hizo dejando una huella memorable por la autenticid­ad de su personaje, por la calidad vocal lograda, y por esos extrañamie­ntos brechtiano­s

que regalaba, siempre provocando carcajadas.

Por último, Frank Ceara en, El dentista, siempre eficiente en su desempeño tanto actoral como musical, fue otro pilar de La tiendita del horror.

Antonio Melenciano (quien prestó su voz para la planta carnívora) y María del Mar (esperpénti­ca) tuvieron aceptables participac­iones, pero vale la pena poner en relieve la de tres jóvenes alumnas de la academia de Amaury Sánchez: Ylsa Moreno, Alanna Cabrera y Nathalia Sánchez, quienes regalaron no solo frescura y calidad en lo que hacían, sino que demostraro­n su amor por el arte. La tiendita del horror,

con el buen respaldo de público que tuvo los días que duró, nos recuerda que existe un género en el que los dominicano­s son grandes como los más grandes. Y que debería, al fin, aprobarse en el Senado y luego el reglamento, para que la ansiada Ley de Mecenazgo permita respaldar obras como esta.

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ROYER ZAYAS El elenco saluda al público. Javier Grullón, escoba en mano.

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