Odebrecht, las visas y el marbete

Si viviéramos en Inglaterra, las casas de apuestas ya estarían midiendo la posibilidad de que la Procuraduría extienda el plazo de la investigación del caso Odebrecht. No de manera formal, pero aquí también se juegan cenas y botellas... Como con el marbete, la prórroga es más que probable.

El Procurador tiene en su contra lo que los peledeístas manejaban tan bien en otros tiempos: la percepción. En todo el continente, Odebrecht ha dejado un rastro de heridos graves (muy pocos leves) a niveles antes nunca sospechados. Expresidentes en el banquillo, otros en fuga, ministros en la cárcel, imputados e investigados por todas partes... Incluidas empresas locales que se asociaban a Odebrecht en los contratos.

Y todo empezó con un casito que el juez Sergio Moro se empeñó en resolver... A Lula, emblema de un efímero milagro brasileño, por ese caso Lava Jato, le ha caído una gran condena. Y total, lo que Petrobras le habría dado es un apartamento, algo que por estos lares pasaría por ser una tacañería.

Aquí... por Odebrecht todavía no ha pasado nada y se difumina la esperanza de que pase. A fin de cuentas, ¿a quién le importa que a Ángel Rondón le quiten la visa los americanos? El caso Odebrecht debe ser la palanca que ayude a desmontar un sistema de corrupción e impunidad enquistado en el aparato gubernamental desde hace décadas. Lo que el Procurador actual se juega no es su buen nombre o su reputación (que también). Lo que está en juego es el futuro de todos nosotros.

Pero nadie sabe qué pasa en realidad. Algo debe haberse pactado cuando la empresa se permite la bravuconada de pedir 700 millones de dólares más. 