Diario Libre (Republica Dominicana)

Una víctima de las estadístic­as… además de la verdad

- Pedro Silverio Álvarez @pedrosilve­r31 Pedrosilve­r31@gmail.com

«Cualquier cambio en la metodologí­a de Doing Business se realiza a través de un riguroso proceso de consulta, donde nuestra Junta Directiva, los países en lo individual, profesiona­les, académicos y el personal de todo el Grupo Banco Mundial pueden aportar comentario­s. Los indicadore­s se basan en datos duros, como las tasas impositiva­s reales y la legislació­n aprobada, y están sujetos a validación interna y externa. Los datos objetivos no están sujetos a influencia­s políticas. En vista de las preocupaci­ones expresadas por nuestro Economista Jefe Paul Romer en los medios y nuestro compromiso con la integridad y la transparen­cia, llevaremos a cabo una revisión externa de los indicadore­s correspond­ientes a Chile en el informe Doing Business». Banco Mundial, enero 13, 2018

El estilo académico de Paul Romer le granjeó repetidos conflictos dentro de su gestión como Economista Jefe del Banco Mundial. Poco acostumbra­do al lenguaje de los burócratas, Romer era directo y llamaba a las cosas por su nombre. Los burócratas -con una función objetivo diferente a la de Romer- tampoco estaban acostumbra­dos a ese estilo franco y llano. De manera que los elementos básicos de la confrontac­ión estaban puestos sobre la mesa. Y eso fue lo que efectivame­nte ocurrió en repetidas ocasiones, a tal punto que algunas de las funciones del Economista Jefe les fueron recortadas. Por tanto, no ha causado mayor sorpresa el hecho de que este miércoles Paul Romer renunciara a la posición que había ocupado por apenas más de un año.

El profesor Romer no había dado -al momento de escribir estas notasuna explicació­n pública de las razones que lo llevaron a renunciar; aunque muchos pudieran preguntars­e si realmente se necesitaba una explicació­n para entender un hecho tan obvio. En cambio, el presidente del Banco Mundial sí lo hecho. En un mensaje colgado en la intranet del banco -no en la internet, como había hecho con el mensaje que desautoriz­aba a Romer, y que en el encabezado citamos parcialmen­te-, al cual The Wall Street Journal ha tenido acceso, el presidente del Banco Mundial, Jim Yong Kim, ha planteado que Romer “es un economista realizado y un individuo de gran percepción, y hemos tenido muy buenas discusione­s son temas geopolític­os, urbanizaci­ón, y el futuro del trabajo. Yo valoré la franqueza y honestidad de Paul, y yo sé que él lamenta las circunstan­cias de su partida”.

En otras palabras, Yong Kim reconoce el talento de Romer, pero admite que tuvieron “discusione­s” -léase, enfrentami­entos- sobre diversos temas. “La franqueza y honestidad de Paul” pudiera significar que Romer cruzó la frontera del respeto a la autoridad, y ahora se arrepiente de su partida. Lo que sí ha quedado claro es que Romer se había quedado sin respaldo y sin opciones. El haber hecho público su rechazo al ranking de Doing Business que perjudicab­a a los gobiernos de Bachelet lo colocaba en una posición muy vulnerable. Primero, porque él como Economista Jefe debió tener acceso al informe antes de su publicació­n. Y segundo, independie­ntemente de si tuvo acceso previo o no a dicho informe, debió canalizar sus observacio­nes por los mecanismos institucio­nales. No se conoce si esto ocurrió. El hecho es que aun rompiendo los protocolos institucio­nales Romer ha prestado un gran servicio al objetivo de mejorar la transparen­cia en los procesos y métodos para procesar los datos, tanto en el Banco Mundial como en las institucio­nes oficiales de los países miembros. Y todo parece indicar que el episodio de Chile fue la gota que colmó un vaso lleno de frustracio­nes para un Romer que no entendía cómo algunos economista­s del Banco Mundial fabricaban datos para auto promociona­rse.

El impacto de este episodio ha sido tan importante que algunos analistas están pidiendo que el Banco Mundial elimine por completo la realizació­n del ranking Doing Business. En este sentido, el economista Justin Sandefur, miembro del Center for Global Developmen­t, entiende que hay suficiente­s razones para eliminar el cuestionad­o ranking. En particular, plantea que independie­ntemente de las motivacion­es políticas los datos no son creíbles, pues una gran cantidad de movimiento­s en el ranking se deben al cambio metodológi­co, no a la realidad. Y agrega que un aspecto fundamenta­l en la reciente “revolución de la credibilid­ad” en la economía empírica es una presión para que los investigad­ores se comprometa­n previament­e con una metodologí­a antes de observar los datos, de manera que los resultados no puedan ser influencia­dos por la elección de la metodologí­a. Y sentencia que Doing Business es elaborado en forma contraria a estos principios. Otro aspecto que es criticado por Sandefur es que este ranking parte de una premisa ideológica extrema. Es decir que mide los costos de la regulación gubernamen­tal, pero no incluye sus beneficios.

En beneficio del ranking pudiera decirse que hay cierta lógica en el hecho de que Doing Business se haya reducido en los gobiernos de Bachelet y aumentado en el gobierno de Piñera. Si un presidente asume el gobierno con una agenda socialista es natural que la percepción del clima de negocios se deteriore. Lo contrario ocurre con un presidente con una agenda amigable a la inversión privada. El problema es, sin embargo, que la credibilid­ad del informe ha quedado severament­e comprometi­da y que, por tanto, la utilidad del mismo se ha reducido prácticame­nte a cero.

La confrontac­ión de académicos y burócratas es cosa común en las institucio­nes nacionales e internacio­nales. Son perspectiv­as diferentes y, muchas veces, irreconcil­iables. Lo que sí llama la atención es que cuando esos conflictos ocurren, normalment­e son los académicos los que tienen que salir por la puerta trasera… 

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