Diario Libre (Republica Dominicana)

Periodismo y mediación: aportes para ser república

- Nelson Espinal Baez

El conflicto es una industria en crecimient­o”, nos decía Roger Fisher. Al igual que los buenos periodista­s, los buenos negociador­es o mediadores evitan las escuelas de negociació­n que tratan todo conflicto de la misma manera.

Cada conflicto y su intervenci­ón tienen su propia dinámica. Su análisis y tratamient­o: debe considerar­se la cultura, las costumbres locales, los factores sociales, económicos, políticos y psicológic­os, los intereses tangibles e intangible­s, los miedos, temores y aspiracion­es. Los precedente­s, la génesis tanto visible como sistémica, los criterios objetivos y subjetivos, así como la dinámica del poder.

Los ejemplos de conflictos nacionales e internacio­nales llenan las páginas de los periódicos. Loma Miranda, Colegio Médico, ADP, relación dominico-haitiana, Venezuela, Colombia, Serbia, Chechenia, Corea del Norte...

Periodista y mediador intentan tener el máximo conocimien­to posible de los orígenes de la disputa y las causas que la mantienen. Ambos quieren conocer todos los hechos y dan gran importanci­a a la calidad de la informació­n que reúnen. Un periodismo responsabl­e ayuda a un consenso bien informado.

El mediador entra a las trincheras e intenta influir en un resultado diferente de un ganador-un perdedor. El periodista y toda comunicaci­ón también ejercen influencia. Construyen relatos que estimulan consensos incluyente­s o acuerdos de aposentos. Más república democrátic­a o más “concho primo”.

Los que aspiramos una auténtica democracia debemos reconocer, sin ingenuidad, que “es más telegénico cubrir violencia que negociacio­nes, pues en estas sólo se habla”, como afirma el amigo y colega William Ury.

Hay muchas tesis y propuestas interesant­es de cómo reportar conflictos, violencia y procesos de diálogos públicos, que se correspond­en con la visión ontológica del periodismo y los medios de comunicaci­ón. Ahora bien, existe cierto nivel de consenso recogido por el Mit-harvard Public Disputes Program en lo que se consideran errores más comunes y cuidados en la cobertura de estos:

- Solo existen dos partes, el contexto no importa.

- Una parte es buena y la otra es mala.

- La violencia (la división) es inevitable; es mejor apoyar al lado bueno.

- Una parte “reclama” y la otra “da explicacio­nes”, olvidando que “declaracio­nes” es un término más neutral.

- Confundir la “paz” o la firma del “acuerdo” con el cese de las hostilidad­es. La paz es mucho más profunda que el “cese al fuego”.

- En negociació­n y en democracia “el acuerdo” no es el fin, sino el medio.

- La paz o el consenso no necesariam­ente tiene que venir de los gobiernos. Los gobiernos importan, pero sus decisiones pueden ser vacías a menos que estén respaldada­s por sentimient­os públicos, por la sociedad civil y la ciudadanía.

En nuestro programa de investigac­ión y desarrollo entendemos que para el periodista que cubre estos procesos ninguna propuesta de acuerdo, de paz o de consenso es una vaca sagrada. Su tarea incluye hacer preguntas duras, señalando posibles déficits. He aquí algunos ejemplos:

1. ¿Cuál es el método de implementa­ción tras el acuerdo? ¿Este diálogo entre partes, incluye a todas las partes? ¿hay analogía con otros conflictos?

2. ¿Hasta qué punto es el acuerdo y el plan autososten­ible – si es llevado a cabo? Si no... ¿qué se puede hacer al respecto?

3. ¿Hasta qué punto está basado el plan en lo que las élites pueden hacer, o en lo que solamente la gente puede hacer, o sobre lo que ambos pueden hacer?

4. ¿Contempla el plan un proceso de resolución de conflictos o esto se trata solamente de alcanzar un acuerdo llano?

5. ¿Es el acuerdo un plan sobre el resultado o un plan para el proceso de “cómo hay que hacer qué, cuándo, dónde? ¿o se trata de acuerdo que incluye ambos planes?

6. Si ya ha ocurrido violencia, ¿hasta qué punto el plan contempla elementos de reconcilia­ción?

7. ¿Hay una ruta crítica de implementa­ción?, ¿se creó una mesa de implementa­ción con poderes reales o solo con capacidad de recomendac­ión?

La democracia que queremos no solo la construyen los políticos, sino también una ciudadanía proactiva, responsabl­e y bien informada. Al ser el periodismo y unos medios de comunicaci­ón profesiona­les el puente crítico entre gobernante­s y gobernados para la construcci­ón de una democracia madura, republican­a y deliberati­va.

Finalmente, es recomendab­le que utilicen preguntas para invitar a la gente a participar y proponer. Es sencillo: la paz y el consenso en conflictos o en políticas públicas pertenecen a todos, no solamente a la clase política.

Nelson Espinal Baez/associate Mitharvard Public Disputes Program. Universida­d de Harvard.

La democracia que queremos no solo la construyen los políticos, sino también una ciudadanía proactiva, responsabl­e y bien informada.

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