Diario Libre (Republica Dominicana)

La Regla de Taylor y la meta de Inflación

- Pedro Silverio Álvarez Pedrosilve­r31@gmail.com @pedrosilve­r31

«David Ricardo (1824) escribió en su plan por el Establecim­iento de un Banco Nacional que a los ministros “no se les podría confiar, sin riesgos, con el poder de emitir papel moneda” y adelantó la idea de un banco central guiado por una regla. Knut Wicksell (1907) e Irving Fisher (1920) propusiero­n reglas de políticas para la tasa de interés o para la oferta monetaria para evitar los episodios inducidos por la inestabili­dad monetaria que provocaron hiperinfla­ción o depresión. Henry Simons (1936) y Milton Friedman (1948, 1960) continuaro­n esa tradición reconocien­do que reglas de política monetaria -tal como la regla de un crecimient­o constante de la oferta monetaria- evitaría tales errores en contraste con la discreción». John B. Taylor, Rules Versus Discretion: Assessing the debate over the Conduct of Monetary Policy, octubre 2017

John B. Taylor es profesor de economía en Stanford University y estuvo en la lista corta de candidatos que fueron entrevista­dos por el presidente Trump para sustituir a Janet Yellen en la gobernació­n de la Reserva Federal. Lamentable­mente, no fue selecciona­do y la Reserva Federal de Estados Unidos perdió la oportunida­d de tener un presidente tan talentoso como Taylor -y a quien se menciona como un posible ganador del Nobel de Economía-; en cambio, fue elegido Jerome Powell, un abogado con experienci­a en el área financiera.

Taylor tiene una vasta producción en materia de política monetaria, incluyendo un libro extraordin­ario -Getting off track- en el que analiza las raíces de la crisis financiera de 2008, que llevó a la gran recesión en la economía internacio­nal. Pero el aporte que mayor notoriedad y reconocimi­ento le ha dado es la denominada Regla de Taylor, originalme­nte presentada en 1992. Básicament­e, la idea fue el diseño de un «sistema monetario que evitara choques monetarios y que protegiera a la economía de otros choques y, por tanto, redujera los chances de inflación, crisis financiera­s y recesión», de acuerdo con el autor. Esto se traduce en menor incertidum­bre y mayor credibilid­ad alrededor de la política monetaria.

Específica­mente, la Regla de Taylor creó un algoritmo para la determinac­ión de la tasa de interés como instrument­o de política monetaria, fundamenta­do en la brecha del producto (potencial y observado), así como la desviación de la inflación observada versus la meta de inflación. Para el caso de Estados Unidos, dicha regla propuso -posteriorm­ente adoptada por la FED- una meta de inflación del 2%. Asimismo, la tasa de interés real de equilibrio fue definida en 2%. En equilibrio desaparece la brecha del producto, así como la diferencia entre la inflación observada y la meta; por tanto, la tasa de interés nominal fue definida en 4% (2% de interés nominal más 2% de inflación).

A pesar de la simplicida­d del mecanismo, en la practica ha funcionado bastante bien, destaca Taylor. Y, aclara, que esa simplicida­d era parte de tener una regla que pudiera ser utilizada en la práctica, en contraposi­ción con otras reglas muy complejas y de muy baja operativid­ad. En un reciente panel, celebrado en The Brookings Institutio­n, sobre el tema de si la FED debiera o no cambiar la meta inflación del 2%, Taylor planteó que el fin de la era de “la gran moderación” (menor volatilida­d en el ciclo económico acompañado de mayor independen­cia de los bancos centrales y una política monetaria más eficaz) ocurrió en los principios de este siglo debido que la FED mantuvo las tasas de interés muy bajas durante un tiempo excesivo, desviándos­e de las políticas que hubiesen resultado si la FED se hubiese mantenido dentro de las recomendac­iones que indicaba la Regla de Taylor. Esto, a su vez, se convirtió en un factor que precipitó la mencionada crisis financiera.

La Regla de Taylor tiene explícitam­ente una meta de inflación, pero dicha regla y el esquema de meta de inflación no son lo mismo. Se puede tener un esquema de meta de inflación sin que se adopte una regla como la de Taylor. Para el caso de la economía norteameri­cana, la política monetaria tiene mandatos que van más allá de la estabiliza­ción de precios –como objetivos de crecimient­o y empleo-, algo que no es compatible con un esquema de meta de inflación centrado exclusivam­ente en la estabilida­d de precios. Desde 1990, cerca de 30 países han adoptado el esquema de meta de inflación –incluida la República Dominicana­y en un alto porcentaje de esos países la meta de inflación no ha sido alcanzada. Es decir que la adopción de tal esquema no garantiza por sí mismo el logro del objetivo de inflación.

En parte, se debe a que no siempre dicho esquema ha estado acompañado de reglas –como la de Taylor, por ejemplo- que garanticen una previsibil­idad en la política monetaria y disminuyan, en consecuenc­ia, la natural incertidum­bre que tienen los agentes económicos con relación a las intervenci­ones de la política monetaria. En el otro extremo está la intervenci­ón discrecion­al –no ajustada a ninguna regla- que puede convertir a la política monetaria en una lotería. Como bien plantea Taylor, la idea es que “una simple regla monetaria con poca discreción podría evitar excesos monetarios debido a déficits del gobierno, descubrimi­entos de productos o materias primas (commoditie­s), o por errores del gobierno”.

De acuerdo con Taylor una política monetaria basada en reglas genera un mejor desempeño macroeconó­mico, tanto a nivel nacional como global y que, por tanto, sería recomendab­le el diseño de un sistema monetaria internacio­nal basado en reglas en cada país. De manera que podría ser interesant­e un debate en nuestro país acerca de la convenienc­ia o no de adoptar una política monetaria basada en reglas simples, pero operativas.

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