Diario Libre (Republica Dominicana)
El feminismo da nuevos temas a la literatura.
La escritora guatemalteca explica en exclusiva para Diario Libre que cuando se habla de que el “diccionario” es machista, se olvida que no lo son, ni el diccionario ni los académicos… y sí las sociedades
SANTO DOMINGO. La poeta guatemalteca Delia Quiñónez, ganadora del Premio Nacional de Literatura Miguel Ángel Asturias (2016) y de la Medalla de la Orden Vicenta La Parra (2004), se siente entusiasmada de acercarse a la literatura escrita por dominicanos a través de la 21ª Feria Internacional del Libro Santo Domingo (#FILSD2018). La autora de Barro pleno
(1968), Vuelo de piedra, Puño y flor (1999), y Rituales sobre la piel (2007), así como de relatos y ensayos, especialmente acerca de literatura, arte y feminismo, participará en algunas actividades como parte de los 30 escritores invitados a Feria Internacional del Libro de Santo Domingo 2018. —Hace poco fue el Día Internacional de la Poesía. ¿Por qué entiende usted que se debe celebrar y reconocer a la poesía?
La celebración del Día Internacional de la Poesía, el 21 de marzo, resulta un hecho simbólico, para visibilizarla frente al auge actual de la narrativa y de otras formas de expresión artística. Considero que, en el plano de la realidad, se queda un poco en ese simbolismo, que no necesariamente implica reconocer a la poesía, a los poetas y, en consecuencia, su aporte a la cultura, al enriquecimiento y renovación de los idiomas y, particularmente, a la sensibilización de las personas, respecto del placer y beneficio de la lectura. No obstante, si la decisión de celebrar el Día de la Poesía, proclamado por la UNESCO en 1999, trasciende lo simbólico y cumple su misión de apoyar la diversidad lingüística por medio de la expresión poética, pues ¡bienvenida sea!
—En sus palabras: “La poesía es ejercicio, oficio”. ¿Puede explicarlo?
Es un oficio porque, además de sensibilidad y vocación, exige la práctica constante, mucha disciplina y trabajo con el lenguaje. Hay que congeniar o pelear con las palabras, tratar de llegar con ellas al punto deseado, hacer del gozo estético que se experimenta al escribir, una plenitud que nos ayude a lograr el objetivo de comunicación deseado. (Yo no soy, precisamente, un modelo de disciplina en este hermoso oficio).
—En la década de los años sesenta usted formó parte del grupo literario de Guatemala “Nuevo Signo”… ¿Dejó la poesía latinoamericana de hacer revolución?
No necesariamente. Perdura, evoluciona, aunque con menor presencia, porque como sabemos, la poesía ocupa muy poco espacio en los programas o anaqueles de las editoriales. Pero está ahí, trata siempre de permear en el pensamiento que se identifica con un cambio hacia la dignidad y la justicia social para ser humano. Creo, sin embargo, que la narrativa tiene más proyección y eso es muy importante también. —De 29 ganadores del Premio Nacional de Literatura en Guatemala, usted es la sexta mujer en obtenerlo. ¿Cómo anda el pulso de la literatura escrita por mujeres en la actualidad? ¿Qué considera que hace falta?
Creo que actualmente las mujeres están tomando la palabra con mucho vigor y conciencia. Observo que, por ejemplo en Guatemala, hay un grupo importante que está escribiendo con seriedad y que busca trascender por la hondura de su pensamiento. Falta, por supuesto, que avancen y consoliden su palabra con cada vez más calidad. Falta también, mucha divulgación de sus obras. Nada sobra, sino solo lo intrascendente. —¿Y cree usted que existe una visión femenina y masculina en la poesía?
Creo que la visión femenina o masculina en la poesía y, en general, en la literatura, deben tener en común la calidad. En esto no hay diferencia. Pero por supuesto, sí hay una visión femenina y masculina, en cuanto a la manera de concebir el mundo y sus circunstancias actuales. Hay un hecho muy interesante: y es que el feminismo ha dotado de nuevos temas y expresiones a la literatura escrita por mujeres; a la vez que la literatura ha enriquecido las distintas corrientes feministas.
—A propósito del feminismo, ¿qué opinión le merece que una corriente del feminismo considere que se debe usar un lenguaje más inclusivo en la literatura?
Estoy de acuerdo, siempre que no transgreda el buen uso del idioma. Cada autor puede utilizar el lenguaje que considere más justo para sus fines, en tanto la calidad esté en armonía con su expresión. Si no, no pasará de ser proclama de una de las tantas facetas del feminismo bien, o mal entendido. Por otro lado, cuando se habla de que el “diccionario” es machista, se olvida que no lo son, ni el diccionario ni los académicos: sí lo son, las sociedades.
—En Guatemala usted es considerada como una de las mujeres que revolucionaron las letras. ¿Qué supone esto para usted?
No creo que me corresponda del todo ese calificativo. Solo soy heredera de algunas grandes escritoras guatemaltecas. Para mencionar a algunas del siglo XX: Luz Méndez de La Vega, Margarita Carrera, Alaíde Foppa; así también, del privilegio de compartir una provechosa convivencia con otras poetisas a las que Méndez de la Vega nos calificó como “desmitificadoras”. Si estoy en este grupo, lo considero un logro, acaso no sospechado por mí misma.
—¿Cuál ha sido su proyec-
to más difícil de terminar? ¿Y el más fácil?
El más difícil, la escritura de los poemarios (brevísimos, por cierto) Nos habita el paraíso y Ultramar. Fue una lucha por la síntesis que deseaba alcanzar. El más fácil: seguir escribiendo a mi propio ritmo. Actualmente estoy empeñada en la recopilación de mis comentarios sobre temas feministas, artísticos, perfiles de autores, etc., recopilación que se me ha dificultado por falta de tiempo o porque me disperso en otras tareas.
“La visión femenina o masculina en la poesía y, en general, en la literatura, deben tener en común la calidad” Delia Quiñónez Poeta