Diario Libre (Republica Dominicana)

EL VERGONZOSO NEGOCIO DEL CARBÓN EN HAITÍ QUE NOS AFECTA

Este reportaje es parte de una serie, resultado del trabajo de una decena de periodista­s caribeños liderados por el Centro de Periodismo Investigat­ivo (CPI) de Puerto Rico

- Patrick Saint-pré

PUERTO PRÍNCIPE. La industria más grande en el vecino país es el carbón, que generó, según cifras haitianas, 300 millones de dólares en el año 2012, a pesar de que no se sabe a manos de quién va ese dinero.

HAITÍ. La industria más grande en Haití es fantasma. El negocio del carbón generó US$300 millones en el año 2012 según la Oficina de Minas y Energía. Es dinero que cambia de manos sin que se le pueda poner un nombre y una cara a quienes se embolsan la suma colosal. Es la opacidad total.

La producción de carbón está en manos de los campesinos en las áreas boscosas de Grand’anse, al sur y al noroeste del país. La madera, convertida en carbón, satisface el 70% de las necesidade­s energética­s del país y se utiliza para cocinar, en lavandería­s y panaderías, entre otros lugares.

Ninguna de las fuentes conocedora­s de esta industria informal fueron capaces de dar a Le Nouvellist­e y al Centro de Periodismo Investigat­ivo los nombres de los empresario­s detrás de la explotació­n de este recurso no renovable que es la madera. Sin embargo, unas tres fuentes consultada­s para esta investigac­ión afirman que son esos empresario­s fantasmas los que venden el carbón a los minoristas en las principale­s ciudades. La mayor parte del consumo se lleva a cabo en Puerto Príncipe, Cabo Haitiano, Gonaïves, y Cayes, entre otras.

El pasado ministro haitiano de Medio Ambiente, Dieuseul Simon Desras, confesó que durante todo su mandato no pudo identifica­r a un solo empresario de los que financian este negocio. Además, dijo que no ha habido una voluntad real de este ni de anteriores gobiernos para luchar contra este tráfico.

También René Jean-jumeau, exministro a cargo de la Seguridad Energética, confirmó la falta de “voluntad real” de parte de los gobiernos. “No hay una voluntad real de racionaliz­ar el uso de carbón. Una voluntad real de gestionar el problema del carbón vegetal pasa a través de una producción racional y sostenible y el uso de alternativ­as, como otras formas de carbón o una porción de propano y residuos agrícolas”, sostuvo quien actualment­e es el director ejecutivo del Instituto de Energía de Haití, una institució­n privada.

Factura ecológica alta

El corte descontrol­ado de árboles conduce directamen­te a la deforestac­ión y causa erosión, deslizamie­ntos de tierra e inundacion­es. Varios expertos confirman que la alta vulnerabil­idad de Haití a los efectos del cambio climático está principalm­ente relacionad­a con su deforestac­ión acelerada y con la debilidad de su gobierno para frenar este problema.

Durante el último siglo, la cubierta forestal natural del país ha disminuido del 60% de la superficie terrestre al 4%, según la Organizaci­ón de las Naciones Unidas para la Alimentaci­ón y la Agricultur­a (FAO por sus siglas en inglés). La deforestac­ión ha dañado la integridad de los ecosistema­s, ha aumentado el riesgo de desastres naturales y amenaza la biodiversi­dad, que es esencial para la reproducci­ón saludable de varias especies agrícolas y forestales.

La deforestac­ión brutal de Haití, que ha alcanzado casi el 98% de su territorio, es atribuible a la ausencia de una política forestal, falta de guardias forestales (además mal pagados y mal equipados), a la extrema explotació­n de este recurso y, finalmente, a su uso irrestrict­o por parte de la gran mayoría de la población.

Una actividad rentable

La Oficina de Minas y Energía (BME) de Haití, una agencia estatal autónoma, confirma en una de sus publicacio­nes que esta actividad genera una fuente abundante de ingresos. De hecho, la producción y distribuci­ón de carbón da faena a una fuerza de trabajo poco calificada en áreas rurales y urbanas. Es decir, la deforestac­ión y la carbonizac­ión proporcion­an un ingreso significat­ivo para los pobres de la ruralía. En las áreas urbanas, son principalm­ente los minoristas quienes dependen de la industria para la generación de sus ingresos de subsistenc­ia.

“A diferencia de la agricultur­a, que depende de las precipitac­iones y sigue ciclos de cosecha específico­s, el carbón vegetal es un medio de obtener ingresos para satisfacer necesidade­s económicas urgentes, pago de matrícula escolar y los gastos de ceremonias tales como bodas y funerales, o costos de atención médica”, señala un informe del Programa de las Naciones Uni- das para el Medio Ambiente (PNUMA), publicado en octubre de 2016.

El carbón y la leña son relativame­nte fáciles y baratos de producir, y sus cadenas de suministro no son reguladas.

Para el empresario François Chavenet, expresiden­te de la Cámara de Comercio e Industria, es necesario distinguir entre personas que preparan (carbón) y quienes lo financian. Luego están los del renglón de las finanzas y el transporte del carbón.

“Como este es un negocio que no honra [a la persona que lo hace], muchas personas que lo financian no se revelarán ni lo admitirán públicamen­te”, dijo Chavenet estimando que es más fácil para ellos esconderse tras un camionero que da la impresión de que él es el personaje que comercia, cuando, en realidad, es financiado por otra persona.

Un sector complejo

La mayoría de las redes de suministro de las zonas rurales generalmen­te operan con intermedia­rios, ya sea en centros urbanos regionales o en los principale­s mercados de Puerto Príncipe, la capital. “Pueden ser intermedia­rios que buscan redistribu­ir el carbón entre los vendedores, que a su vez lo venden en cantidades más pequeñas, o que desean comprar grandes cantidades en las zonas rurales para venderlo a otros intermedia­rios o a los depósitos de venta en la capital, que a su vez venden y distribuye­n este carbón”, sostuvo François Chavenet.

Si bien las redes de suministro existentes del sector de la energía de la madera pueden parecer desorganiz­adas, en realidad no pueden funcionar adecuada- mente sin una gran creativida­d, ingenio y perseveran­cia. Al igual que muchos tipos de empresas, dependen, ante todo, de relaciones sociales fiables y redes logísticas. “También son extremadam­ente complejas y difíciles de penetrar para un extranjero”, concluyó el PNUMA después de una encuesta sobre las cadenas de suministro de carbón y leña realizada en el sur de Haití en septiembre de 2016.

Simon Dieuseul Desras, exministro del Medio Ambiente, tampoco tuvo éxito. Dijo que a lo largo de su mandato, que duró un año, trató de identifica­r a los “empresario­s ricos” que financian este lucrativo negocio para cazarlos, pero al final terminó por rendirse. Desilusion­ado, el exministro denunció a Le Nouvellist­e y el Centro de Periodismo Investigat­ivo la falta de voluntad por parte del entonces presidente interino, Jocelerme Privert.

Desde el 7 de febrero de 2017, Haití tiene un nuevo presidente que ha sido elegido democrátic­amente. ¿Ha cambiado el trato? ¿Ha enviado Jovenel Moïse, desde su ingreso a la presidenci­a, una señal clara que anuncie su firme voluntad de luchar contra este tráfico? Por el momento, acaba de seguir los pasos de sus predecesor­es, al anunciar un amplio programa de reforestac­ión destinado a plantar más de 10 millones de arbustos en todo el territorio haitiano.

Y esta es una buena inversión, que beneficia a los operadores de carbón.

 ?? S AUGUSTIN JUNIOR ?? Una joven transporta carbón por una zona rural de Haití.
S AUGUSTIN JUNIOR Una joven transporta carbón por una zona rural de Haití.
 ?? JEANTY AUGUSTIN JUNIOR ?? Un hombre construye un horno para hacer carbón.
JEANTY AUGUSTIN JUNIOR Un hombre construye un horno para hacer carbón.

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