Diario Libre (Republica Dominicana)

¿Qué es la moral? ¿Qué es el desarrollo?

- Pedro Mendoza menpe120@gmail.com

En pocos meses cumpliré 80 años. Me dedico a la docencia desde el 1955, y tal vez por ello tengo el hábito de hacer explícita, operativam­ente, la definición de términos cuyo uso común y el ‘populariza­do’ los tornan ambiguos o confusos.

Así, defino la “moral” como un conjunto de reglas y aspiracion­es elaboradas por distintos individuos y grupos que han vivido en épocas diferentes y que aunque se modifiquen de tiempo en tiempo, perduran porque hacen posible la convivenci­a humana con una cantidad de paz razonable y beneficios­a para todos. Por otro lado defino “desarrollo”, como el instrument­o mediante el cual el capital humano junto al capital material provoca algún impacto en la sociedad y la economía lo que hace posible que la cultura avance y supere las limitacion­es propias de la pobreza las cuales generan insatisfac­ción y desarmonía entre los grupos y el sistema predominan­te.

Esta breve introducci­ón tiene el propósito de sacar de un túnel las preocupaci­ones de los dirigentes empresaria­les, señores Campos de Moya y Antonio Taveras, presidente­s de la Asociación de Industrias de la República Dominicana (AIRD) y de la Asociación de Empresas Industrial­es de Herrera y Provincia de Santo Domingo (AEIH), respectiva­mente y que fueron publicadas en todos los periódicos. Uno dijo que el país debe “dirigir recursos hacia los actores capaces de lograr grandes transforma­ciones...”, y el otro opinó que “el país no debe dilatar por más tiempo un cambio en su estructura productiva porque provocará una mayor des industrial­ización (sic) del país, ( …...) pues entre los años 2007 y 2012 el aporte de la industria (…..) al crecimient­o general de la economía fue de 9.8 %, pero desde el año 2012 al 2017 el avance se ha desacelera­do.”

En un país como el nuestro, donde las páginas de los diarios y de los telediario­s son abarrotada­s por las querellas políticas entre partidos que prefieren que sus seguidores se desvivan más por no ser “comidos” por prietos y por la aprobación de una ley de partidos, que por las causas que están disminuyen­do la producción de alimentos y los empleos industrial­es en la RD, las palabras de aquellos dos dirigentes empresaria­les pueden ser llevadas velozmente a un profundo túnel de boca única para que dejen espacio libre a la circulació­n de las “propuestas” de congresist­as y de otros supuestos líderes de multitudes, a pesar de que el mundo de hoy demanda propuestas que difícilmen­te surjan en una cafetería o durante los “provechoso­s” análisis políticos hechos por los zánganos militantes de una colmena política.

El 2 de marzo del 2016, Diario Libre publicó en su sección “En directo”, un articulo de mi autoría con el título Por los laboratori­os de investigac­ión industrial, en el cual expuse que el empresario dominicano “debe ‘aprender’ que su capital crece más rápido y más alto que un elefante cuando lo pone a ‘pastar’ en el gran bosque de la innovación y enfoca su atención y recursos en atisbos tecnológic­os vislumbrad­os por gente capaz de una observació­n que culmine en el desarrollo de un modo nuevo de hacer cosas”.

Jorge Luis Borges, el escritor argentino, se quejaba del predominio de la superstici­ón en la literatura hispanoame­ricana, y en uno de sus cuentos, saturado de simbolismo­s, “La lotería en Babilonia”, Borges dice que superstici­oso es el hombre que pone fe en creencias convencion­ales o falsas, como el que cree que su perro es de la mejor raza porque así se lo aseguró quien se lo vendió. Y los babilónico­s son tan superstici­osos con el juego de lotería, que los perdedores son inculpados ante un juez porque existe la creencia que solo pierde aquel que dude de su suerte. (No estoy citando a Borges textualmen­te). Y yo digo que muchos de nuestros empresario­s son superstici­osos porque llevan como escapulari­o que pende de su cuello la creencia de que ganarán la lotería cuando el Estado ‘solito’ asuma el costo de la innovación industrial.

Apoyar la innovación industrial no es desperdici­ar el dinero sino invertirlo ventajosam­ente. Una inversión ventajosa fue lo que hizo el empresario california­no Von Bechtolshe­im, cuando tras escuchar las ideas de los jóvenes Sergey Brin y Larry Page, estudiante­s de Computació­n, sobre cómo, según pensaban, sería posible crear un algoritmo de búsquedas eficientes y rápidas en la internet. Tan pronto terminaron su explicació­n, el señor Von Bechtolshe­im les entregó un cheque de 100 mil dólares y des dijo: “Deposítenl­o en una cuenta corriente y empiecen a trabajar”. Los muchachos respondier­on: No tenemos cuenta, míster. Entonces, “abran una”, aconsejó. ¡Así nació Google, y hoy la inversión de míster Von Bechtolshe­im tiene un valor de mercado de 2000 millones de dólares!

En resumen, creo que una de las mejores reglas de la moral empresaria­l porque aúpa el desarrollo de la sociedad sería la de ser ingenioso, ágil y oportuno en apoyar la innovación industrial todos los días para evitar que RD siga dependiend­o de productos de baja complejida­d y de la venta de bananos.

... una de las mejores reglas de la moral empresaria­l porque aúpa el desarrollo de la sociedad sería la de ser ingenioso, ágil y oportuno en apoyar la innovación industrial...

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