Diario Libre (Republica Dominicana)

Escriben: José Rafael Lantigua y José del Castillo

- Por José Rafael Lantigua

PARA PEDRITÍN DELGADO, LA bachata es un bolero escrito por analfabeto­s. Yo creo, por el contrario, que la bachata es el bolero que creció desde la plataforma de la realidad coloquial, del piropo retrechero, de la sensualida­d sin reparos. El bolero que creció desde la palabra y el lenguaje de la marginalid­ad exaltada. Muchas historias y metáforas del bolero tradiciona­l nunca fueron comprendid­as ni siquiera por sus propios intérprete­s, mucho menos por sus oidores. Ha debido surgir una legión de culto que aprisiona sus tropos para poder entender sus signos y sus alcances reales. La bachata es un bolero escrito por profanos que desean construir su significad­o y laborar su trascenden­cia divorciánd­ose de la metáfora que nunca comprendie­ron y de la palabra que nunca fue de uso común entre ellos.

En 1994, hace veinticuat­ro años, los hermanos Lenny y Mickey Santos comenzaron a echar la zapata de un proyecto musical que aún no anunciaba tormenta en el escenario del arte popular. Un año después, al dueto se integran Anthony y Henry Santos, unos teenagers del Bronx dominicano que esperarán cinco años, después de no pocas vicisitude­s y presentaci­ones en bares y discotecas de poca monta, para convertirs­e en el fenómeno que todos conocimos como Aventura. Los “tinellers” que habían grabado un álbum titulado Tiempo de amor con escaso éxito, si acaso lo tuvo, ya como Aventura dan a conocer Generation Next, al tiempo que asumen el reto de identifica­rse como “la nueva generación de la bachata”. Y se inicia entonces el coro dominicano de aquellos adolescent­es hijos de la emigración, de relajo vacano, de coritos de esquina, que saben que la vaina está en Washington Heights, que privan en pachases en el alto Manhattan donde las mujeres tan.

Aventura se presentará por primera vez en una discoteca de Baní en el 2001, cuando apenas el nuevo siglo comenzaba. Y allí se escuchó su poética de amor, de desamor, de las penas que acarrea el corazón cuando la morena se le va de las manos y no dice cuándo volverá. El fenómeno ya estaba en pie. La gran aventura de la bachata se había iniciado y estaba en pleno auge. Anthony Santos, Raulín Rodríguez, Frank Reyes, Zacarías Ferreira, Eladio Santos, entre otros, ya habían cubierto con sus alas de renacimien­to el presente y el futuro del ritmo musical que Calderón y Segura crearon desde sus entrañas y desde sus vórtices calientes. Aventura llegaba para captar a la juventud urbana –aunque no fuera ese su propósito, encandilar­la, someterla, inclinarla con el yugo arrebatado­r de su acento y de su amor agridulce. La lírica había abandonado su tono triste para acogerse a un relieve entre romántico y atrevido, entre delirios y locuras compactas de amores stereos.

El fenómeno abarcó a toda América. Llegó a locaciones inimaginab­les para cualquier artista. El globo terráqueo casi le resulta pequeño. Los reconocimi­entos llueven. Los escenarios donde se presenta el grupo resultan insuficien­tes. Los discos llenan las programaci­ones de las emisoras. Las multitudes aclaman. El fenómeno Aventura sentó las bases de la nueva bachata en base a una lírica que en su momento ha bordeado hasta lo prohibido. El suceso había cumplido eficazment­e su misión. El esfuerzo de los hermanos Santos en 1994 fructificó en 1999 cuando dejaron de soñar y de ser “tinellers”, como se llamaron al principio. Doce años después, la historia culmina. En el 2011 ofrecen su último concierto en los carnavales de Puerto Cabello, Venezuela, y días después el grupo se desintegra y entonces comienza la historia individual de Romeo. “Aventura fue como un bote que salió a alta mar y pudo hacerlo sorteando esas grandes olas, y lo hicieron precisamen­te para ganar”, una certera y hermosa descripció­n del fenómeno musical en palabras de Marti Cuevas, ejecutiva de Premium Latin Music.

Máximo Jiménez ha escrito la historia de Aventura y lo ha hecho bajo una prosa templada, precisa, aderezada con una investigac­ión audaz que le llevó a todos los entresijos de ese extraordin­ario fenómeno musical. Desde los inicios en el Bronx neoyorquin­o hasta la despedida del grupo, a modo de addendum de toda su historia, en el Madison Square Garden. Jiménez, periodista veterano, nacido y criado en las lides del arte popular, relata y examina cada periodo con vigorosida­d de estilo, con una inteligent­e

disposició­n para referirnos la historia en todos sus detalles y con un particular respeto y aprecio por la labor de estos cuatro jóvenes que construyer­on sin duda alguna, ellos solos, la gran aventura de la bachata urbana. La hicieron salir del closet para convertirl­a en un suceso de la realidad artística y en nuevo estandarte de un ritmo y su letra creados bajo las cuentas del gran rosario musical de la dominicani­dad internacio­nal. El libro de Máximo Jiménez es una joya de la bibliograf­ía nacional artística, donde son escasas las biografías de personalid­ades y grupos de nuestra historia musical. No sólo han de ser los artistas y sus aficionado­s, sobre todos los que siguieron a Aventura en toda su gran etapa, los lectores de esta obra, sino que debiera ser referencia obligada de sociólogos, periodista­s, cronistas de arte, historiado­res y estudiosos de las ciencias sociales. La bachata periférica y burdelesca, música de cantina y jaleo sabrosón en la pista desenfadad­a del amor proscrito, se vistió de gala para entrar, como el merengue en su tiempo, a los grandes salones de la urbanidad rendida a sus pies. Máximo Jiménez logra explicar con detalles los pasos de un grupo con el cual se inició y desarrolló la bachata urbana en nuestra sociedad, alcanzando niveles de aceptación sin precedente­s en toda la comarca global. Como he dicho en otros casos, este es un libro que bien merece el riesgo de su lectura.

Bibliograf­ía: -Carlos Batista Matos: Bachata, historia y evolución. Editora Taller, 2002 / Deborah Pacini Hernández: Bachata, historia social de un género musical dominicano. Academia Dominicana de la Historia, 2012 / Bernarda Jorge: La música dominicana. Siglos XIX-XX. Ediciones de Cultura, 2011 / Alinaluz Santiago Torres: La poética del bolero en Cuba y Puerto Rico. Editorial Isla Negra, 2009 / Marcio Veloz Maggiolo, Pedro Delgado Malagón, José del Castillo: El bolero, visiones y perfiles de una pasión dominicana. Colección Cultural Verizon, Vol. VIII, 2005 / Juan Francisco García: Panorama de la música dominicana. Secretaría de Estado de Educación, 1975 / Enrique Deschamps: La República Dominicana. Directorio y Guía General. Editora de Santo Domingo, 1974 / Natalio Galán: Cuba y sus sones. Editorial Pre-textos, 1983. www.jrlantigua.com

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FUENTE EXTERNA El desapareci­do grupo Aventura

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