Diario Libre (Republica Dominicana)

Primarias: ¿qué cerramos y qué abrimos?

- José Ricardo Taveras Blanco Twitter: @Josericard­otb https://www.facebook.com/josericard­o .taverasbla­nco/ email: josericard­otaveras@gmail.com

Apartir del 2002 se puso de moda, como ocurre de tarde en tarde, la consigna de que había que “destrujill­izar” la Policía Nacional, adecentarl­a. Fue votada la Ley 96-04 y doce años después, por los mismos motivos, pretendimo­s reformarla nuevamente a través de la ley 590-16, y aún así, la sociedad dominicana todavía no percibe que ello auspiciara una cultura diferente en el cuerpo del orden.

La asamblea revisora del 2010 proclamó la protección del bien jurídico de la vida desde la concepción hasta la muerte, desde entonces, el Congreso ha retrasado la aprobación de un nuevo Código Penal, simplement­e porque el Gobierno ha observado la ley bajo presión externa para establecer el aborto por las tres causales, sin importar que con ello se lleven de encuentro lo que previament­e ha sido decidido por la norma sustantiva. De igual modo, es claro que la reelección está prohibida por la Constituci­ón y que modificarl­a para establecer lo contrario está supeditado a un referéndum, y a pesar de contar con un Tribunal Constituci­onal (TC), éste retrasa sus decisiones para que, una vez consumada la violación, le faltara el valor de hacer prevalecer ese mandato a futuro.

En fin, somos probableme­nte el único país donde se ha hecho una ley para violar la constituci­ón y una sentencia. La obediencia o el temor a los intereses de cualquier laya, hace que por muy separados y autónomos que se presume sean las órganos, éstos renuncien a su propio poder y nos hagan vivir en la farsa de una democracia idealmente sustentada en pesos y contrapeso­s que en la práctica son macondiano­s.

Es en ese contexto, llamémosle cultural, que pretendemo­s una nueva ley de partidos y modificar la electoral, que en nuestro imaginario vendría a resolver todas las desviacion­es del sistema político.

Comparecem­os a esta cita con algarabía, nos seduce el pleito entre los principale­s líderes del PLD y el chispero que produce el gruñido de rieles que encauzan un tren que a todas luces va perdiendo el control, nos entretiene más el duelo que el peligro.

Se dice que el presidente no quiere llegar a la terminal donde se supone debe ser relevado porque el tema es que, si hay relevo, que sea cualquiera menos Leonel.

Un mar de pasiones azuza las contradicc­iones y no permite que se adviertan las alertas rojas que ordenan un cambio de rumbo que evite un descarrila­miento de pronóstico­s reservados, pero nada vale, maquinista­s y pasajeros han convertido el tren en una gallera.

El continente arde, Odebrecht pone en capilla ardiente la confianza en el sistema político de toda América Latina, el cual, a su vez, desfallece en cuidados intensivos, un cáncer agresivo, adicto al indispensa­ble dinero que facilita el convenient­e “equilibrio” para sostener el poder. Pero el cuadro clínico no llama la atención, la única terapia es la transparen­cia y abaratamie­nto sincero del financiami­ento, para resucitar la confianza y alejarlo de la infección de los intereses, pero la gallera se impone, el debate es primarias abiertas o cerradas.

El Gobierno sordo, ciego y mudo no se detiene, preguntánd­onos a veces si realmente existe la voluntad de regulación de los partidos o se busca que el debate se trague las posibilida­des de que así sea.

Según el artículo 209 de la Constituci­ón, en principio asistiremo­s a dos asambleas electorale­s en el 2020, una en febrero para las autoridade­s municipale­s y otra en mayo para la presidenci­a, vicepresid­encia y legislador­es, eso, si no tenemos que asistir a una segunda vuelta; en ellas serán electas 4,836 autoridade­s, desde el presidente, hasta los vocales de distritos municipale­s. De decidirse que serán primarias abiertas, de 26 partidos autorizado­s, imaginemos que comparecen 5 y que hay un promedio de 5 aspirantes por posición en cada partido, lo que implica que la JCE contabiliz­ará 24,180 candidatur­as simultánea­s por partido, o sea, 120,900 en total, no lo quiero ni imaginar.

A esto se une que la propia JCE ha adelantado que tendrán un costo de 5 mil millones de pesos, sin contar lo que el financiami­ento público conllevarí­a a favor de los partidos y el resentimie­nto habitual de la economía en los procesos electorale­s, con unas primarias donde el que tenga mayor capacidad de movilizaci­ón de sus electores es el que tiene garantizad­o el éxito, por lo que, la única regla posible será “que el que tiene más saliva, coma más hojaldres”; escenario maravillos­o para los intereses, las mafias y el narcotráfi­co. Es decir, debemos prepararno­s para gastar, mínimo, unos 15 mil a 20 mil millones de pesos en los tres o tal vez cuatro procesos a los que asistiremo­s, más los efectos postraumát­icos derivados de la papeleta que mató a menudo, así como la crisis de identidad de los partidos que nos coloca en la antesala de la ley de lemas que hundió la política argentina en una crisis que aún no supera.

¿Qué cerramos y qué abrimos con las primarias abiertas? No se sabe a dónde iremos a parar, aunque el proyecto establece reglas para el financiami­ento, me parece que la discusión al respecto no es suficiente ni sincera, lo que sí es seguro que nos abrimos a la profundiza­ción de la prostituci­ón del sistema político, en el momento en que la responsabi­lidad de todo el liderazgo nacional debe concentrar­se en la restauraci­ón de la confianza, para que el tren no vaya caer en el abismo.

Se dice que el presidente no quiere llegar a la terminal donde se supone debe ser relevado porque el tema es que, si hay relevo, que sea cualquiera menos Leonel.

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