Diario Libre (Republica Dominicana)
Cómo tratar con Trump y sus tarifas autodestructivas
La UE no debería aceptar distorsiones indefinidas para obtener ganancias temporales
Después de semanas de preocupaciones sobre si Donald Trump continuaría con sus planes de imponerles a sus socios comerciales aranceles sobre el acero y el aluminio, la Casa Blanca retrasó el plazo hasta el 1 de junio, pero mantuvo viva la amenaza. EEUU parece confiar en que podrá extraer concesiones de otros países, aparentemente enfocándose en restricciones voluntarias a las exportaciones (VER, por sus siglas en inglés), a cambio de que las exenciones temporales se vuelvan permanentes.
Para los países más pequeños, darle al Sr. Trump lo que quiere por el momento y esperar que posteriormente se puedan deshacer esas acciones puede ser lamentablemente la mejor opción. Para los principales socios comerciales de EEUU, particularmente la UE, enfrentarlo es el enfoque más estratégico.
Corea del Sur ha mostrado una estrategia: capitular, pero contener el daño en las concesiones simbólicas tanto como sea posible. En marzo, Seúl acordó modificar el actual acuerdo de comercio bilateral entre EEUU y Corea del Sur para aumentar la cuota de importación coreana de coches fabricados conforme a las especificaciones estadounidenses y para introducir gradualmente recortes en los aranceles estadounidenses para camiones ligeros.
Ambas medidas tendrán un efecto limitado en la práctica: Los exportadores de automóviles estadounidenses ni siquiera cubren la cuota coreana existente. Su otro compromiso fue más preocupante: limitar por cuota sus exportaciones de acero a EEUU.
Las VER eran comunes en la década de los ochenta. EEUU las usó para restringir las importaciones de automóviles desde Japón. Posteriormente fueron prohibidas por la ley de la Organización Mundial del Comercio por la justa razón de que no sólo distorsionan enormemente a los países involucrados, sino que estimulan el exceso de capacidad en otras partes de la economía mundial.
Queda por ver si otros países, incluyendo Australia y Brasil, también han accedido a las restricciones que EEUU parece sugerirles.
De ser así, sería un golpe importante para el sistema de comercio mundial. En ese caso, le correspondería a la UE tomar la iniciativa al enfrentarse a EEUU y negarse a seguir su ejemplo.
Aunque no sea a través de las VER, la administración Trump también parece querer que la UE otorgue concesiones mediante un acuerdo comercial, tal vez un pacto sólo de mercancías que se enfoque en los aranceles. Aunque negociar no tiene nada de malo, Bruselas debería evitar el hacer concesiones permanentes para impedir una amenaza única de aranceles.
Tanto económica como políticamente, la UE debe imponerse, en lugar de ceder a las demandas de la Casa Blanca. A pesar de los torpes intentos del Sr. Trump para sembrar la división entre los estados miembros, hasta ahora la UE se ha mantenido unida y ha declarado claramente que no negociará con un arma apuntándole a la cabeza.
La pregunta no es si la UE debería permitirse recibir un golpe por el bien común. El Sr. Trump no ayudará a la economía estadounidense ni a su desempeño comercial al encarecer el precio de un producto básico como el acero.
Mientras el Sr. Trump presiona en busca de medidas autodestructivas, Bruselas está ganando silenciosamente batallas de gobernanza comercial un acuerdo de bajo perfil a la vez y exportando su sistema regulatorio mediante la pura influencia económico.
El Sr. Trump puede quejarse de las industrias simbólicas, aunque menores, como el acero. La Unión Europea está estableciendo regulaciones en grandes áreas de la economía global, desde productos químicos hasta alimentos y, cada vez más, en los datos.
Algunos de los países más pequeños que enfrentan los aranceles del Sr. Trump tienen verdaderos dilemas. Un bloque comercial de la magnitud de la UE debería poder resistir.
La mejor respuesta al acoso estadounidense es ignorarlo tanto como sea posible y avanzar en la construcción de un marco de alianzas y leyes que desarrollen los intereses de Europa — y los de un sistema de comercio global abierto — en el futuro.