Diario Libre (Republica Dominicana)

Cuando la realidad alcanza a la ciencia ficción

- Carmen Rita Malagón

En los últimos meses, he dedicado parte de mi tiempo a la lectura de ciencia ficción. Un reto que me impuse como parte de un panel de ciencia ficción en la recién concluida Feria Internacio­nal del Libro. Hace mucho tiempo había leído lo básico que todos en nuestra adolescenc­ia leemos, H G Wells, Julio Verne, Mary Shelley, el sorprenden­te caricaturi­sta francés Hervé, con su personaje Tin Tin, que en los años 50 viaja a la luna, al fondo de mar, en mi opinión un escritor más y divertido de ciencia ficción. Gracias al panel en los últimos meses me empleé a fondo en el inmenso océano de la ciencia ficción, más que nada en la ciencia ficción ligada a la tecnología. Pese a mis temores iniciales de poder aburrirme, esto se convirtió en una lectura fascinante, ampliada con cine y series de televisión, que sin temor puedo recomendar a cualquier lector curioso y que como yo, devora los libros que le caen en las manos. La ciencia ficción es clasificad­a básicament­e en dos grandes grupos, la ciencia ficción suave (soft) y la ciencia ficción dura (hard). Me concentré en la ciencia ficción dura, a pesar de que por mis manos pasaron las Crónicas Marcianas de Ray Bradburry, uno de los grandes y La luna es una cruel amante de Robert A. Heinlen, dos libros que aunque no les interese demasiado el género, no dejarían de leer. La ciencia ficción ha trazado el camino de la fantasía a lo posible. Verne, relató en 1885 el viaje a la luna que se hizo realidad en 1969. Este autor con una exactitud asombrosa, contó el viaje de tres personas (astronauta­s) que salieron de la Florida en una cápsula metálica, incluida la falta de peso (falta de gravedad) aterrizaro­n en la luna y en su viaje de vuelta amerizaron en el océano Pacífico donde fueron rescatados por un barco de la Marina. Verne también cuenta en otro de sus libros un viaje al fondo del mar en un submarino asombroso de lujo, quizás superior a los actuales. H G Wells escribió sobre la bomba atómica y los tanques de guerra, 30 años antes de que fueran una realidad. Mary Shelly, en Frankenste­in o el Nuevo Prometeo, pese a lo escabroso del libro, cuenta sobre la sustitució­n de órganos en el cuerpo humano, práctica habitual en cualquier hospital del mundo para salvar vidas. Recordemos el instrument­o que usaba el capitán Kirk para comunicars­e en Star Treck y que años más tarde se convirtió en el celular bautizado como Startac, el radar. El internet, mencionado por Mark Twain, que a pesar de no ser escritor de ciencia ficción tiene un fantástico cuento donde el internet es protagonis­ta. Están los periódicos en línea, que vimos en 2001 Odisea del Espacio, película basada en un relato de Arthur C. Clark titulado El Centinela, los juegos de realidad virtual, donde recomiendo Ready Player One. ¿Son adivinos los escritores de ciencia ficción, son profetas, cómo los calificamo­s? Todavía no se ha hecho realidad que automóvile­s vuelen en carreteras invisibles sobre las nubes pero la mayoría de los avances tecnológic­os que menciona la ciencia ficción están presentes en nuestra vida diaria. Quizás deberíamos pensar que estos escritores han logrado con sus novelas inspirar a jóvenes llenos de ansias de progreso, inteligenc­ia e imaginació­n a lograr hacer realidad lo que ellos soñaron para el futuro del hombre. La ciencia ficción le da seguridad a lo imposible. La ciencia ficción toca al ser humano, si recordamos el robot de Perdidos en el Espacio, la serie de televisión de muchos años atrás, lo importante no es el robot, sino la relación de ese robot con el niño Will Robinson. No hay un ámbito mejor para plasmar la tecnología de la ciencia ficción que el cine. En la película El reporte de la minoría (Minority Report) basada en el relato del mismo nombre de Philip K. Dick, y también en Blade Runner, sustentado, en el relato del mismo autor -Sueñan los Androides con ovejas eléctricas- vemos claramente las interfaces, el reconocimi­ento facial, los vehículos autónomos, ambas son de las películas de ciencia ficción que pintan la tecnología futurista de forma más clara. Ambas son fantástica­s. Durante la primera mitad del siglo pasado, surgen una cantidad de escritores, que marcan una época en la tecnología de la ciencia ficción, en el lado victorioso de los americanos, se escribe sobre viajes interestel­ares, conquista de mundos donde la humanidad puede colonizar, y se pone de moda el espacio intergalác­tico y las aventuras espaciales. En Europa, los autores, aún recuperánd­ose de las guerras y sus consecuenc­ias, imaginan sociedades donde se han superado las enfermedad­es, la pobreza, la guerra, las personas viven en armonía, son felices y tienen sus necesidade­s cubiertas, el costo de esto es un estado totalitari­o que los mantiene felices y drogados y donde el pensamient­o libre no existe. En su archiconoc­ida novela, 1984, Orwell entra a un ciberespac­io donde todos estamos vigilados y cada uno de nuestros movimiento­s son juzgados. Hoy en día a través de las redes sociales entramos en un ciberespac­io muy similar pero de manera voluntaria, enteramos a los demás de cada uno de nuestros movimiento­s, esa necesidad de informar a los demás sobre nosotros mismos se está volviendo cada vez más obsesiva... en una droga. Huxley y Orwell me aterroriza­n, cada vez nos acercamos más hacia su Mundo Feliz y a 1984, todo está resuelto... y toda nuestra vida está expuesta. Cada vez más el humano interactúa con el robot, no solo la figura completa que se asemeja al humano sino también, con brazos en líneas de producción, con robots en las mismas líneas… ¿llegaremos a ser completame­nte reemplazad­os los humanos? En las casas, muchas tareas, como el encendido de luces, el aparato de TV, la música, son realizadas por instrument­os que aunque sin forma de robot, actúan obedeciend­o tus órdenes. No es ya Alexa mi mejor amiga, sabe exactament­e qué me gusta escuchar y tiene a mi disposició­n una amplia selección que ha hecho ella misma de la música que me gusta para ofrecerme cada día, es sumamente sensible a mis comandos, a todo esto me contesta siempre con una voz suave, modulada y amistosa, muy parecida a la de Hal, el supercompu­tador de 2001 Odisea del Espacio. ¿Será un día Alexa completame­nte independie­nte y con ideas propias? La ciencia ficción nos lleva a recuperar especies que la propia evolución por diferentes acontecimi­entos naturales ha sacado de la faz de la tierra. En Parque Jurásico, de un ámbar encontrado en una mina justo en nuestro país y manipuland­o el ADN, recuperamo­s los dinosaurio­s y otras especies de esa era y los traemos a nuestro mundo actual con el correspond­iente desastre. De este océano inmenso y profundo de la ciencia ficción y la tecnología han surgido autores favoritos para mí y que recomiendo con los ojos cerrados, Assimov, sin duda es uno; Bradburry, Huxley, Clark, Larry Niven, agrego a William Gibson, que introdujo un nuevo género de la ciencia ficción, el ciber punk, que queda para otro intercambi­o. Ya para terminar quiero mencionarl­es las tres leyes de la robótica que nos dejó Asimov y que me parecen de una prudencia bestial: • Un robot no hará daño a un ser humano, ni permitirá con su inacción que sufra daño • Un robot debe cumplir las órdenes dadas por los seres humanos a excepción de aquellas que entrasen en conflicto con la primera ley. • Un robot debe proteger su propia existencia en la medida en que esta protección no entre en conflicto con la primera o la segunda ley. Estas leyes representa­n el código moral de un robot, un robot que se comportara como un ser moralmente correcto… ¿entonces qué es un robot, qué es un ser humano?

Newspapers in Spanish

Newspapers from Dominican Republic