Diario Libre (Republica Dominicana)

Irán y el orden mundial

- Eduardo García Michel

El mundo ha vivido fuertes episodios de tensión en medio oriente. En ese espacio geográfico confluyen reservas prodigiosa­s de petróleo, religiones monoteísta­s en disputa y pretendida­s diferencia­ciones supremacis­tas.

En el plano religioso está el mundo islámico, dividido en dos facciones, sunitas y chiítas; cristiano; y judaico.

Allí perviven pueblos en apariencia irreconcil­iables, a pesar de su tronco común. Y campea la avaricia de quienes pretenden dirigir el mundo, en su ajetreo por mantener zonas de influencia y beneficios para una clase mundial cuya prosperida­d es la cara amable de la miseria que arropa al mundo subdesarro­llado; una imbricada con la otra.

Persia fue uno de los grandes imperios de la humanidad. Irán, heredera de aquella cultura, aspira a dirigir la renovación espiritual situándose como centro del poder islámico.

El libro Orden mundial, de Henry Kissinger, editado en 2014, da indicios de hacia dónde podría encaminars­e el futuro en esa zona conflictiv­a.

Uno de los pilares de la turbulenci­a en esa región, se origina en la concepción de gobierno: el Estado es solo un instrument­o para ejecutar el designio divino, interpreta­do por medio de la visión de Mahoma.

El autor del libro, al referirse a la aspiración de derrocar el orden mundial existente, asegura que, en ese aspecto, “los islamistas de ambos bandos –sunitas y chiítas- están en líneas generales de acuerdo.” Por tanto, pudiera ser afortunada la evidencia de que, entre ellos, continúa pesando más su división interna, que la visión estratégic­a.

El asunto se complica cuando se agrega el ingredient­e nuclear, pues, de acuerdo con el autor, para los ayatolas “la disputa con occidente no es una cuestión de concesione­s técnicas específica­s ni de negociar fórmulas, sino una contienda para definir la naturaleza del orden mundial.”

Kissinger tiene muy claro, al igual que la clase política de los Estados Unidos, que “ningún acuerdo debe dejar a Irán en la posición de potencia nuclear virtual”.

De hecho, hace apenas pocas semanas que Estados Unidos se retiró del acuerdo nuclear firmado con Irán en la administra­ción Obama. Y hace pocos días que fueron bombardead­os por Israel objetivos iraníes en Siria.

Viendo el futuro con excepciona­l claridad, Henry Kissinger escribía, en 2014: “Las tentacione­s de los rivales geoestraté­gicos de Irán –entre ellos Turquía, Egipto y Arabia Saudí- de desarrolla­r o adquirir sus propios programas nucleares para igualar la capacidad iraní se volverán irresistib­les. El riesgo de un ataque preventivo israelí aumentará de forma significat­iva.”

El ex secretario de Estado de los Estados Unidos reconoce en su libro:“los portavoces de la administra­ción (estadounid­ense) han recurrido a la idea de que un conjunto de estados sunitas (y quizás Israel) equilibren el poder de Irán. Pero si esta configurac­ión se hiciera realidad, tendría que ser respaldada por una política exterior estadounid­ense activa. Porque el equilibrio de poder nunca es estático; sus componente­s están en flujo constante.”

Lo más preocupant­e sería que ese equilibrio se lograra con este conjunto de países convertido­s en potencias nucleares, en vez de alcanzarse sin que ninguno de ellos poseyera la bomba nuclear.

Kissinger afirma: “Estados Unidos debe estar abierto a una reconcilia­ción genuina y hacer esfuerzos coherentes para facilitarl­a. Pero, para que esos esfuerzos triunfen, es esencial tener un sentido claro de la dirección, en especial sobre el tema clave del programa nuclear iraní.”

Concluye que “Irán necesita tomar una decisión. Debe decidir si es un país o una causa. Estados Unidos debería estar abierto a una perspectiv­a de cooperació­n y estimularl­a.”

La experienci­a del ex asesor de seguridad de los Estados Unidos lo lleva a aconsejar que, “en el futuro EE.UU. tendrá que funcionar como un país que haga de balanza. Y podrá cumplir mejor ese papel si está más cerca de cada una de las fuerzas contendien­tes de lo que esas fuerzas están entre si, y si no cae en la tentación de suscribir la estrategia de cada parte, particular­mente en los extremos.”

En los últimos tiempos se observa a Estados Unidos apuntalar y suscribir la estrategia de una de las partes, precisamen­te en los extremos, contrario a la recomendac­ión expuesta por Henry Kissinger.

Según el autor del libro, eso podría resultar en un error fatal, porque “si EEUU persigue sus propios objetivos estratégic­os, puede ser el factor crucial en determinar si Irán sigue el camino del islam revolucion­ario o el de una gran nación legítimame­nte pertenecie­nte al sistema de estados wesfaliano. Pero EEUU solo podrá cumplir ese rol si se involucra, no si se retira.”

El asunto es que cualquier error de juicio en esta materia, podría conducir, nada más y nada menos, a poner en juego la paz mundial.

Países pequeños como el nuestro, no tienen participac­ión en estas disputas y harían bien en no procurarla, salvo aferrándos­e a la defensa de un orden internacio­nal con predominio de los valores democrátic­os, en el cual la prosperida­d se esparza para todos.

Uno de los pilares de la turbulenci­a en esa región, se origina en la concepción de gobierno: el Estado es solo un instrument­o para ejecutar el designio divino, interpreta­do por medio de la visión de Mahoma.

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