Diario Libre (Republica Dominicana)

Uruguay, el pequeño país que nutre de cracks al fútbol mundial

Hoy son Suárez y Cavani, ayer fueron Francéscol­i, Forlán y Schiaffino

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MONTEVIDEO. ¿Por qué Uruguay, un país de apenas 3,5 millones de habitantes, ofrece tantos talentos al fútbol mundial? Luis Suárez y Edinson Cavani son parte de una estirpe celeste que desde hace un siglo entrega cracks al fútbol: es que Uruguay es el país del “Maracanazo”, donde el regalo preferido es una pelota y el fútbol corre... por todas partes.

Ya lo decía el escritor Eduardo Galeano: “Como todos los uruguayos, quise ser jugador de fútbol”.

En esos “campitos”, y más adelante en el “baby fútbol”, surgieron figuras emblemátic­as: Diego Forlán, Álvaro Recoba, Enzo Francéscol­i, Alcides Ghiggia y Juan Alberto Schiaffino los goleadores del Maracaná en 1950-, Héctor Scarone o José Nasazzi.

Rasgo de identidad

Los que saben afirman que la respuesta sobre cómo Uruguay, el país con menos habitantes de Sudamérica, se convierte en semillero de futbolista­s de calidad, hay que buscarla en la historia.

“Para mí el fútbol genera gran parte de la identidad del pueblo uruguayo”, resume Mario Romano, director del Museo del Fútbol del Estadio Centenario, sede de la primera Copa del Mundo en 1930, ganada por Uruguay.

“Algunos inmigrante­s (...) la primera vez que gritaron ‘Uruguay’, para mí, fue en el Mundial del 30”, arriesga el hombre que resguarda el acervo histórico del fútbol celeste. Al fútbol podía jugar cualquiera. “Se jugó con pelotas de trapo, de tiento, de cuero, de papel, de lo que se podía conseguir” y “es el principal elemento por el cual el fútbol se convierte rápidament­e en el deporte de todos los uruguayos”: porque era “democrátic­o”.

Pero la pasión está enraizada en un hecho más profundo.

Éxito del estímulo

“Uruguay gana los primeros torneos sudamerica­nos, de 1916 y 1917 (...) Uruguay gana la final de 1928 y después la final del primer Mundial, acá” en 1930, rememora en diálogo con la AFP el periodista deportivo Jorge “Toto” da Silveira, quien cubrirá en Rusia su decimocuar­to Mundial.

“Ese éxito fue el estímulo más grande para que todos los chicos se volcaran al fútbol. Además teníamos todo lo necesario para brindar una infraestru­ctura ideal. Muchos campitos, calles tranquilas en las que se jugaba sin ningún tipo de riesgos. De jugar en la calle nace entre otras cosas la ‘pared’, tirar la pelota contra el cordón (el borde de la acera) para que volviera a uno como forma de sacarse de encima a un rival que estaba en el camino”, dice Da Silveira mientras esboza una sonrisa.

La herencia

En Uruguay, como en Argentina o Brasil, “hay una cultura futbolísti­ca que viene desde comienzos del siglo. ¿Por qué aparece un Messi en Argentina, un Suárez en Uruguay o un Neymar en Brasil, y no aparece un jugador así en Nepal, en la India o en Luxemburgo?

Esos jugadores recogen una cultura futbolísti­ca de competenci­a, de gusto por el fútbol, de utilizar determinad­as técnicas y tácticas que están más allá de lo que puede aprender una persona sola, y están en la cultura de todo el ambiente futbolísti­co de ese lugar de donde salen”, reflexiona el periodista e historiado­r del fútbol Luis Pratts.

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EFE ↑ Luis Suárez (c) se entrena ayer en el Complejo Celeste, a las afueras de Montevideo.

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