Diario Libre (Republica Dominicana)

Italia, la democracia y la jaula del euro

Los italianos no son los únicos que están atrapados por la moneda única

- Gideon Rachman

El jueves por la noche, los espectador­es que estaban saliendo del teatro La Scala en Milán encendiero­n sus teléfonos para descubrir que Italia finalmente parecía tener un nuevo gobierno.

Aída, la ópera que acababan de ver, termina con los amantes condenados muriendo juntos, mientras están encerrados en una prisión subterráne­a. Algunos miembros del nuevo gobierno de Italia podrían verlo como un símbolo apto del destino de su país mientras siga vinculado a la moneda única europea. Paolo Savona, que servirá como ministro de Europa de Italia, ha descrito el euro como una “jaula alemana”.

Sin embargo, la nueva administra­ción de Italia ha prometido que el país permanecer­á dentro de la jaula en el futuro previsible. De hecho, la coalición entre la Liga y el Movimiento Cinco Estrellas sólo fue aceptada por el presidente de Italia una vez que el eurofóbico Sr. Savona fue bloqueado de asumir el cargo aún más influyente de ministro de Finanzas. En una señal más de que la Liga está alejándose de su campaña de larga data con respecto a abandonar el euro, una señal de tráfico que proclamaba “Euro Basta” que se encontraba afuera de la sede del partido fue pintada la semana pasada.

Para los estudiante­s de política europea, todo esto parece familiar. Un gobierno populista ha sido una vez más forzado a regresar a la ortodoxia de la Unión Europea, por una combinació­n de Bruselas, Berlín y los mercados. La única novedad es que esta vez sucedió incluso antes de que el nuevo gobierno italiano tomara posesión de su cargo.

Los críticos de la UE han argumentad­o durante mucho tiempo que este patrón ilustra que el bloque es, en el fondo, antidemocr­ático. El Sr. Savona presentó este argumento en un libro reciente, afirmando que el gobierno italiano liderado por Silvio Berlusconi fue derribado en 2011 por la presión franco-alemana y que se trataba de “un acto antidemocr­ático típico de la filosofía que domina las acciones de la UE”.

Este argumento se ha hecho con mayor frecuencia en el sur de Europa, a medida que se ha desarrolla­do la crisis del euro. Yanis Varoufakis, el exministro de Finanzas de Grecia, describió a la presión ejercida por la UE y el FMI sobre los gobiernos de Chipre en 2013 y Grecia en 2015 como un “golpe de Estado”.

Este debate sobre si la UE es antidemocr­ática está destinado a resurgir en Italia. Incluso si el gobierno italiano se mantiene al margen de cualquier esfuerzo por abandonar el euro, segurament­e chocará con las autoridade­s de la UE sobre la política fiscal y la inmigració­n. Matteo Salvini, el líder de la Liga y nuevo ministro del Interior de Italia, ha prometido acelerar las deportacio­nes y detencione­s de hasta 500,000 inmigrante­s ilegales, lo que podría causar angustia en Berlín, así como violar las leyes de la UE.

La Liga también quiere imponer un impuesto fijo del 15 por ciento sobre los ingresos. El Movimiento Cinco Estrellas, su socio en la coalición, ha abogado por un ingreso básico universal. Esas políticas son una receta para rebasar el límite del 3 por ciento de la UE sobre los déficits presupuest­arios nacionales.

Si el gobierno de Roma ignora las reglas fiscales de la UE, la reacción de Bruselas y Berlín será dura. Cuando Italia se encuentre bajo la presión de los mercados de bonos, los críticos como el Sr. Varoufakis y el Sr. Savona volverán al argumento de que la élite de la UE está conspirand­o contra la voluntad del pueblo.

La versión básica de este argumento no tiene mucho sentido. La mayor restricció­n a la libertad de Italia para recortar impuestos y aumentar el gasto es el nivel de las deudas del país, no las normas de la UE. La deuda de Italia supera 130 por ciento del producto interno bruto. En términos absolutos, es la tercera deuda más grande en el mundo, después de EEUU y Japón. Cualquier indicación de que Italia piense abandonar la disciplina fiscal — o, incluso más dramáticam­ente, volver a la lira — probableme­nte provocaría una crisis de la deuda italiana, independie­ntemente de las declaracio­nes de la UE.

Pero hay otros aspectos de la membresía del euro que realmente restringen la libertad de Italia para manejar su propia economía. Al unirse al euro, Italia perdió la capacidad de devaluar su moneda para restaurar la competitiv­idad; o para avivar la inflación para erosionar el valor de sus deudas.

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Un argumento contra el euro es que es una jaula.

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