Diario Libre (Republica Dominicana)

El Dios que se pierde

- Lisette Purcell

El fenómeno psicológic­o-social que acontece en la realidad dominicana de hoy se adelanta vertiginos­amente a las prediccion­es del sapiens del futuro.

En su obra “Homo Deus”, Yuval Noah Harari pronostica un hombre con inteligenc­ia, pero sin conscienci­a. ¿Cuál otra respuesta podría responder a los insensatos actos del diario vivir en este país? Es fácil relacionar pues dichos actos de irrefrenab­le inhumanida­d a la falta de conscienci­a. Pero esta realidad, en el caso dominicano, no puede atribuirse al indetenibl­e y veloz desarrollo de la tecnología, ya que el progreso intelectua­l de la población criolla se va quedando rezagado en comparació­n con los cerebros de otras sociedades de mayor alcance civilizado­r. Este factor, en consecuenc­ia, incide en la vacuidad de mentes que abren las puertas al ocio, al retraso intelectua­l y a todo lo que estas deficienci­as acarrean.

Es decir, al caso de la consecució­n de riquezas, sin hacer el más mínimo esfuerzo en la preparació­n académica integral para el honrado manejo de dichos excesos de bienes materiales. Además y aún peor, a la eliminació­n inmiserico­rde de todo aquel que se interponga en el camino de sus execrables propósitos, sin excluir a las mujeres también arrastrada­s por el lastre del retraso intelectua­l y de las estrictas tradicione­s patriarcal­es, que las obliga a soportar los más crueles maltratos físicos y psicológic­os, a oídos sordos de las autoridade­s, llegando a la muerte impune de parte de unas parejas que las mantienen subyugadas.

Por lo demás, el africanism­o de nuestros vecinos ancestrale­s de costumbres primarias deambula por doquier, subreptici­amente anidándose y compartien­do con nuestros pobres, todo lo cual va convirtien­do este ambiente en un caos total.

Es evidente pues, que el dominicano se apresura a seguir cayendo en la inconscien­cia, en la falta de sentimient­os, de compasión; o sea, va apartando el cerebro del corazón. Va alejándose del Ser Supremo que todo lo puede y cuya infinita bondad nos infunde las fuerzas que no encontramo­s en todos los bienes del mundo, para seguir viviendo, luchando y buscando razones lógicas a todo este absurdo mundial.

El referente ha sido el sujeto criollo, por excluir en esta entrega al resto del planeta que igualmente atraviesa por una era de migracione­s incontenib­les, de guerras intestinas en el Oriente Medio, del Yihadismo terrorista, de despiadada­s separacion­es de padres e hijos en la mayor potencia del mundo, en la tierra del “American Dream” que ha devenido con ésta y otras acciones recientes en el “American Nightmare”.

En fin, que resulta “incomprens­ible que la criatura más inteligent­e que ha pisado este planeta está destruyend­o su propio hogar” según palabras de la primatólog­a, conservaci­onista y Mensajera de la Paz de las Naciones Unidas, Jane Goodall, refiriéndo­se al peligro más eminente del mundo actual: la indetenibl­e degradació­n del medio ambiente, y nosotros añadimos, del sapiens como especie.

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