Diario Libre (Republica Dominicana)
José Del Castillo
AFINES DEL SIGLO XIX hizo su aparición en el país el telégrafo junto a otros avances tecnológicos como el teléfono, el ferrocarril y los ingenios movidos a vapor. Mediante sus hilos inteligentes se enlazaron los principales pueblos del interior con la capital, mientras el cable trasatlántico nos unió a la red mundial de comunicaciones. El telégrafo no sólo se reveló esencial en los negocios para realizar transacciones rápidas y participar en las bolsas de productos, sino también en lo político para controlar los movimientos de la gente. Por ello, el presidente Ulises Heureaux, un sagaz guerrero y político de garra a la vanguardia de la onda modernizadora, ordenó la confección de un
Código Telegráfico para las comunicaciones oficiales. Que devino en brillante catálogo de maquiavelismo político.
Revelador de los patrones políticos de la época, en especial del estilo de gobierno autoritario, a ratos benevolente, desarrollado por Lilís, el Código constituye un fascinante compendio de reglas prácticas sobre el arte de gobernar. Control de las frecuentes conspiraciones, vigilancia y represión de opositores, manipulación de elecciones, domesticación de la administración de justicia, consolidación de lealtades de parciales y aliados vía el halago de un cargo público o la intimidación, son tópicos contenidos en su cuerpo.
La conspiración es el primer tema consignado. Desde los procedimientos de vigilancia y los medios de neutralización preventiva de los contrarios, hasta la represión violenta a los conjurados, figuran previstos en este rico inventario de reglas para mantenerse en el poder. Algo que Bosch resaltó en su célebre debate televisivo con el jesuita Láutico García, horas antes de las elecciones de 1962, al destacar el arquetipo de gobernante y sus reglas de oro. Pero que la geopolítica regional de la Guerra Fría y los demonios domésticos desbordados le impidieron aplicar con éxito.
Así, la primera palabra clave listada es
Abigarado: “¡Alerta! ¡Se maquina algo en la sombra! Dicte usted sus medidas para conseguir conocer de qué se trata, y avise a los amigos para que desarrollen la más estricta vigilancia. El gobierno nada sabe todavía; pero no duerme”. Camarón que se duerme se lo lleva la corriente, pensaría un filosófico Lilís.
Un activo exilio político –correlato del destierro indulgente de los opositores-, obligaba a la presunción de “movimientos” desde el exterior. Máxime cuando empréstitos que se convertirían en deuda pública externa, se originaban en créditos para armas y avituallamiento otorgados a políticos desterrados por comerciantes/prestamistas radicados en el Caribe o en facilidades concedidas por algunos gobiernos. De allí la necesidad funcional de
Abogado: “El que dirige el movimiento revolucionario desde el extranjero es…vea a ver qué clase de conducta observan su familia, amigos y parciales, y así podremos