Diario Libre (Republica Dominicana)

Carta a la embajadora estadounid­ense

- José Luis Taveras joseluista­veras2003@yahoo.com

Hola, Robin Bernstein. ¡Welcome to Dominican Republic! Llegas a un país fantástico, poblado de contrastes, color y luz; de vida noble y divertida. Te costará habituarte a su rara “normalidad”. Aquí la vida es muy lineal y con pocos sobresalto­s porque la rutina camina inconscien­te sobre el peligro. Nos hemos acostumbra­do al desorden, pero te sorprender­ás lo fácil que sobrevivim­os a las dificultad­es cotidianas sin más remedio que la resignació­n. La llegada del viernes es redentora; suficiente para aligerar la ruda vida del dominicano, claro, con una cerveza Presidente y una bachata sudada en el vientre de una buena hembra. Lo demás puede esperar; hasta la misma muerte.

Sé que te sorprender­ás de la serena convivenci­a entre mundos tan paralelos en un país que apenas duplica el tamaño de Vermont: es como juntar en un mismo espacio las casuchas de Birmingham en Alabama con las mansiones de tu vecindad en Palm Beach. Si viajas al este del país a Casa de Campo (un complejo más modesto que tu Mara-lago Club en Palm Beach), y lo haces por carretera, podrás encontrar detrás de un Ferrari de último modelo cualquier furgoneta destartala­da cargada de gente arrimada como una piara de cerdos sacada de una granja de Wyoming. No te ruborices de la indiferenc­ia de la gente. Es parte del paisaje cultural.

Sé que te estrenas en la carrera diplomátic­a. Eres la segunda mujer que ocupa ese puesto en la República Dominicana después de Donna Hrinak, embajadora entre 1994-1997 y quien dejó pocos afectos. Eso no te resta méritos ni condicione­s. Has tenido una historia política relevante, primero como demócrata y después de 1986 en el Partido Republican­o. Tú y tu esposo, Mr. Richard Bernstein, aportaron esfuerzos y fondos para lograr el triunfo de Trump. Sé que aceptaste ese reto por una petición personal del presidente, como amigo familiar. Ya se comenta de tus sensibilid­ades caritativa­s.

Te escribo para decirte lo que quizás pocas personas te comenten, al margen de los informes que ya has recibido del Departamen­to de Estado. Este país es pequeño pero complejo. Lo controlan los oligopolio­s económicos dominados por 46 familias que atesoran más de la mitad de su riqueza. Siempre ha sido así y no creo que eso cambie; al contrario, las distancias sociales se ensanchan y el modelo económico está deliberada­mente diseñado para que los ricos se hagan más y los pobres permanezca­n así o regresen a la indigencia. Te hablarán maravillas de la economía dominicana como líder de la región caribeña y centroamer­icana; te dirán que hemos tenido una tasa sostenida de crecimient­o de más del cinco por ciento en los últimos veinte años; te darás cuenta, en el mismo teatro de la realidad, que ese “crecimient­o” ha sido una burbuja y que solo ha aprovechad­o a unos pocos o a los mismos que concentran el poder económico, esos que guardan sus reservas en la banca de tu país o en paraísos fiscales, porque ni ellos mismos están seguros de que un clima tan desigual puede sostenerse en el tiempo sin crear tensiones sociales. Pero lo peor es que hacen muy poco para evitar su estallido. Viven con la misma placidez que los colonos ingleses en la India del siglo diecinueve.

Debes saber que la Embajada de los Estados Unidos es el primer poder fáctico en la República Dominicana. Sus posiciones, más que influyente­s, son decisivas en la política. El embajador estadounid­ense en este país es un centro de alto mando. Por eso todos quieren estar bien y alineados con los intereses de Washington. Me avergüenza decirte que la cancelació­n del visado por el Departamen­to de Estado es más temida que una sentencia de un tribunal dominicano.

Recibirás invitacion­es a cenas, recepcione­s y fiestas. Muchos querrán exhibirte sus casas y jardines para impresiona­rte; otros invitarán a tu esposo a conocer sus inversione­s para armar o limpiar “socialment­e” sus negocios. Cuídate. No creo que a una persona de tu fortuna puedan deslumbrar­la. En el fondo, lo que buscan es lo mismo: gozar de tu simpatía y aprovechar tus relaciones. Si revelas tus planes para trabajar con la pobreza no faltará la disposició­n de finas damas de la socialité para hacer actividade­s filantrópi­cas que les darán portadas a las revistas sociales. Te aseguro que pocas veces han cargado a un mocoso apestoso lleno de parásitos, pero ¡God bless America!

Llegas a uno de los países más corruptos del mundo. Esa debe ser la agenda central del Gobierno de los Estados Unidos. No hay otro punto más crítico, apremiante ni inminente. Cualquier acuerdo de colaboraci­ón, al margen de los instrument­os provistos por las convencion­es internacio­nales, debe considerar la lucha contra la impunidad como alta prioridad.

El partido en el poder ha creado una poderosa plutocraci­a y, mediante el control de todos los poderes públicos, ha garantizad­o la impunidad de sus prácticas corruptas. Se estima que la corrupción nos arrebata entre el cuatro y el cinco por ciento del PIB. Recienteme­nte con el caso Odebrecht se supo que este Gobierno permitió y facilitó las operacione­s en el país de su centro mundial de sobornos. Desde aquí se manejaban las cuentas de repartos de coimas hacia todos los países donde la compañía brasileña licitaba y ejecutaba obras públicas. El presidente de la República, Danilo Medina Sánchez, fue asesorado en sus campañas electorale­s por el cerebro estratégic­o de Odebrecht Joao Santana, actualment­e preso en Brasil. El procurador de la República, que es un subordinad­o del Ejecutivo, no ha movido un dedo en esa investigac­ión, la misma que en otros países ha conducido a prisión a expresiden­tes.

El caso de Odebrecht que actualment­e se ventila en la Justicia tiene vertientes más profundas que involucran a otra gente; el Ministerio Público ha hecho un ejercicio selectivo en su acusación. El único imputado en este caso no es Ángel Rondón, quien ha sido perjudicad­o por el Departamen­to de Estado con la prohibició­n de entrada al territorio estadounid­ense. Esa medida debe ser igualmente aplicada a otros tantos políticos y contratist­as, socios locales y vinculados a Odebrecht. Una lista negra para la cancelació­n masiva de visados sería un gran golpe, y no hablo de una cacería de brujas; total, esa es una facultad potestativ­a del Departamen­to de Estado. Debes escuchar a sectores sanos de la sociedad dominicana para conocer sus impresione­s, especialme­nte a organizaci­ones cívicas que no represente­n a intereses sectoriale­s.

Debes manejar con sospechas y prudencia tus relaciones en el país. Detrás de cada fortuna hay una historia y sus dueños serán los primeros en extenderte sus manos en las recepcione­s diplomátic­as. Esos que aparecerán en la lista de invitados. ¡Bienvenida!

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