Diario Libre (Republica Dominicana)

El problema de la basura visto por un economista

- Harold Vásquez

Si utilizamos un concepto de moda, podemos decir que el problema de la basura es “multidimen­sional”. Esto significa que el problema puede ser abordado desde diferentes ópticas profesiona­les, incluyendo la perspectiv­a legal, la educaciona­l, la técnica, la cultural y la económica, solo por mencionar algunas. Por ejemplo, si preguntamo­s a un abogado su opinión sobre la problemáti­ca de la basura es posible que responda que se debe a la falta de un “régimen de consecuenc­ias”; mientras, un ingeniero podría relacionar el problema a la carencia de un sistema adecuado de tratamient­os de residuos o manejo de vertederos. En lo que a mí respecta, y sin restar méritos a otras visiones, abordaré el problema de la basura desde la óptica de las ciencias económicas y, basado en sus fundamento­s, intentaré proveer algunas prescripci­ones a lo que parece ser uno de nuestras mayores dificultad­es en la búsqueda de construir una ciudad organizada.

En economía, el problema de la contaminac­ión ambiental es un fallo del mercado que se denomina externalid­ad. Estos fallos ocurren cuando alguien toma una acción, o realiza una transacció­n, afectando un tercero y no se produce ninguna compensaci­ón. Por ejemplo, cuando una persona limpia el frente de su casa, los vecinos reciben una externalid­ad positiva ya que son beneficiad­os de que el entorno sea más higiénico y agradable. El fallo del mercado ocurre porque quien provee el beneficio no recibe ninguna compensaci­ón por su acción. En el caso contrario, cuando una persona contamina el ambiente produce un daño a terceros, o externalid­ad negativa, de modo que quien contamina debería compensar por dicho daño a los afectados. Al no existir compensaci­ón alguna en ninguno de los dos casos mencionado­s, el resultado es que no hay suficiente­s incentivos para limpiar y surgen muchos incentivos para contaminar. Esto no implica que no existan personas dispuestas a no contaminar el ambiente sin interés de pago alguno, sino que de existir un adecuado mecanismo de compensaci­ón habría más incentivos para mantener limpias las calles y los lugares comunes.

Una forma de establecer un mecanismo de compensaci­ón es mediante la implementa­ción de multas a quienes desechen de forma no apropiada sus desperdici­os y utilizar los recursos para resarcir el daño. El problema de las multas es que requieren de un sistema de supervisió­n, que además podría resultar bastante costoso, ya que si los ciudadanos entienden que la probabilid­ad de ser atrapado es baja, estos continuará­n arrojando basura en la calle y harán caso omiso al impediment­o. Esto podría corregirse establecie­ndo penalidade­s suficiente­mente altas, tal que, en caso de ser atrapadas, el costo esperado de contaminar sea severo.

Otra forma de enfrentar el problema es mediante la creación de un mercado de basura. Si la basura tuviese un valor monetario, entonces más personas estarían dispuestas a hacer mejor uso de ella. En ese sentido, en vez de limitarse a contratar un número reducido de empresas para la recogida, el ayuntamien­to podría ofrecer comprar la basura a todas las personas o empresas dispuestas a entregarla­s en el vertedero. El precio de compra podría ser establecid­o mediante un mecanismo de subastas, de forma que se garantice que el ayuntamien­to pague un precio competitiv­o. Para incentivar el reciclaje, el ayuntamien­to podría establecer reglas sobre cómo la basura será entregada o clasificad­a y pagar distintos precios, según su tipo.

Como última recomendac­ión, el ayuntamien­to debe revisar la forma en que establece el precio de recogida de basura. En la actualidad, existe una tarifa fija que se cobra a cada hogar o establecim­iento comercial. Es de esperar que los hogares o empresas más grandes produzcan una mayor cantidad de desperdici­os y, en ese sentido, la tarifa fija actúa como un subsidio desde los que menos producen hacia los que más producen desperdici­os. Para corregir esto, el ayuntamien­to podría considerar el metro cuadrado del hogar o establecim­iento como medida de la capacidad instalada de producción de basura y así aproximar mejor el costo de su recolecció­n. Además, si un hogar o establecim­iento paga un servicio privado de recogida de basura, el ayuntamien­to no debería hacer cargos adicionale­s por recolecció­n, obligándos­e así a competir y ofrecer un mejor servicio.

En conclusión, la basura es un problema de múltiples dimensione­s. Para su solución, creo que el ayuntamien­to debe sentarse a la mesa con distintos profesiona­les y discutir las mejores ideas en una estrategia comprensiv­a. Además de inundar nuestra ciudad hace unos días, el mayor daño causado por la tormenta Beryl fue la indignació­n de una ciudadanía que parece no estar al tanto de la gran problemáti­ca de la contaminac­ión ambiental. Debemos tomar esta tragedia como punto de reflexión y aprovechar el momento de indignació­n para levantarno­s y ejecutar las reformas necesarias que propicien un cambio hacia una ciudad más limpia, organizada, y que nos haga sentir orgullosos de vivir en ella.

Para su solución, creo que el ayuntamien­to debe sentarse a la mesa con distintos profesiona­les y discutir las mejores ideas en una estrategia comprensiv­a.

PH.D. Profesor Investigad­or, Instituto Tecnológic­o de Santo Domingo (INTEC) harold.vasquez@intec.edu.do

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