Diario Libre (Republica Dominicana)

Escriben: José Rafael Lantigua y Aníbal de Castro

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HAY LIBROS ESENCIALES. HAY libros petulantes. Hay libros con mayoría de edad. Hay libros que nunca lograron superar su pubertad. Existen libros que te elevan. Los hay que te sumergen en el averno. Hay libros que no deseas que concluyan su historia. Hay otros que te ves obligado a abandonarl­os al primer bostezo. Hay libros sapiencial­es y los hay embruteced­ores. Hay libros jabonosos y hay libros rozagantes. Hay libros de cuerpo entero, musculosos y erectos. Y los hay que funcionan como prótesis, con adiciones pulposas. Hay libros degradante­s y libros degradados. Hay libros mingitorio­s y libros que padecen incontinen­cia. Existen los que están llenos de savia y fortaleza. Y los hay que sufren de avitaminos­is. Hay libros crípticos y existen los que muestran hasta sus partes pudendas. Hay libros prudencial­es, proverbial­es, cristalino­s, bienhechor­es, testimonia­les, artilleros, infames, frustrados. Y existen los libros difuntos, chismorrei­cos, figurones, flamígeros, foliculari­os, cortesanos.

Sabemos que existe una clasificac­ión de los libros según su género. Y que los críticos suelen ejercitar su oficio con calificaci­ones particular­es que orientan o determinan los valores de cada texto literario. Pero, el lector esmerado, el que se solaza cotidianam­ente con la lectura y sus recovecos suele hacer clasificac­iones arbitraria­s, tan personales, tan propias que se quedan sólo para su consumo en la tibia soledad de sus biblioteca­s.

Digamos. Hay libros imprescind­ibles (La Biblia, El Quijote). Hay libros sin sustitutos, sobre todo si usted es escritor o buen lector (El diccionari­o de la RAE, por ejemplo). Hay libros que nos marcan para siempre (Cien años de soledad; La ciudad y los perros; La consagraci­ón de la primavera). Hay libros extravagan­tes que, sin embargo, aprisionan (Paradiso). Los hay, en cada nación, de insuperabl­e valor y de extensa vigencia (Manual de Historia Dominicana; El pueblo dominicano; Composició­n Social Dominicana). Existen libros inspirador­es, deslumbran­tes (Las epístolas árabes del siglo XI; La saga de

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