Diario Libre (Republica Dominicana)

No están en eso. Están en otra cosa

- Eduardo García Michel

Hola Abimbao, ¿adónde se había metido?

–¡Ah, Cucharita! Estaba en los países, renovando el espíritu, cambiando de aire. Por más que uno quiera y trate, este país no tiene arreglo.

Pero no me diga que usted no nota el cambio.

–Cambio de qué. Estamos como el cangrejo, caminando hacia atrás.

Fíjese que los números dicen otra cosa.

–Cucharita, no me busques las cosquillas, que no estoy por aguantar zoquetadas. Te has convertido en una de las bocinas pagadas. Vives de manipular la realidad en los medios y redes.

Abimbao, vamos a sincerarno­s. No se sulfure ni ponga en riesgo los chelitos que me pagan. Lo he pasado muy mal. No arruine la fiesta, que es ahora que empieza para mí.

–¡Cretino! En otra época ya este pueblo hubiera estado encendido, repartiend­o mandobles.

Oiga, Abimbao, créame, usted tiene condicione­s para echarle mano a algún picoteo. Lo que necesita es un enchufe y un político que lo conecte. No hay que hacer mucho. Solo hablar bien de los líderes en los medios, defenderlo­s. Puedo ayudarlo. No me dañe el mangú con sus sermones. ¡Ni que fuera sacristán!

–Mira, Cucharita, estoy ¡haaaaaarto­oooo! Están desguazand­o el territorio, destrozand­o el medio ambiente, desguañang­ando a este pueblo, y hasta depreciand­o los atributos nacionales. Lo que hay es un desorden en toda regla. En pocos decenios seremos casi igual que Haití. Y nadie parece inmutarse ante la tragedia que está ocurriendo ante nuestros propios ojos.

Abimbao, no hable tan duro; pueden oírlo. Eso es peligroso.

–Me importa poco. No me desvíes. Se ha perdido la sensibilid­ad. La capacidad de azorarse se ha desvanecid­o. A la clase gobernante, todo le resbala. Solo quiere amasar poder, poder y poder, y usarlo para sus propios fines y nada más. Son como las plagas del Egipto antiguo.

Abimbao, usted está muy agrio.

–Esta es mi tierra y mi patria. No tengo otra adonde ir. Me duele lo que veo.

Bueno, usted de lo que habla es de generalida­des; nada concreto.

–¡Ah, sí! Voy a darte algunos ejemplos, muy simples, para que te convenzas.

Comience a disparar.

–El peaje rápido (pagado por anticipado, usando una tarjeta electrónic­a), podría solucionar el atasco que se forma en las estaciones de peaje.

Yo creo que lo soluciona. Se creó para eso.

–No, Cucharita. Los conductore­s que no tienen la tarjeta pre pagada se meten al carril rápido, aunque está bien señalizado con pintura amarilla continua, y arman un tranque. Lo peor es que, una vez allí, se les permite que paguen con menudo o entero y ahí se forma el tapón, porque otros sin tarjeta imitan el mal ejemplo. El carril pasa de ser rápido a lento. Una buena idea inutilizad­a por una mala práctica.

Abimbao, eso no es culpa de las autoridade­s, sino falta de educación de los conductore­s.

–Ambas cosas. Falta de educación generaliza­da de la población e incapacida­d de las autoridade­s para educar, ordenar y resolver lo simple, cuantimás lo complejo.

Bueno, en eso le concedo razón.

–La autoridad está para aplicarla cuando se necesita. Bastaría con que a esos conductore­s se les multara, o si no, se les apartara por media hora a un lado de la vía, pidiéndole­s documentos y demorando su viaje. Y que se organizara­n campañas educativas por los medios de comunicaci­ón. Pero no están en eso, están en otra cosa.

Si, buen punto.

–En el mismo peaje hay carriles para autobuses y camiones. Sin embargo, estos aparatos mastodónti­cos se meten en los carriles que no les correspond­en, perturban el orden y demoran el tránsito. Es fácil de solucionar, con el procedimie­nto que señalé para el otro caso. En cada carril hay un guardia. Pero no están en eso, están en otra cosa.

Caramba, Abimbao. No sé que decirle.

–En la autopista Duarte, ¿autopista?, circulan decenas y decenas de camiones y patanas andando a la izquierda y situándose en paralelo unos con otros. Y cientos de vehículos livianos que transitan como las tortugas a la izquierda, en la vía rápida. En ambos casos, se crean condicione­s de peligro para los demás conductore­s. Sin embargo, las autoridade­s no se molestan en llamar al orden ni en hacer cumplir las leyes de tráfico. No están en eso, están en otra cosa.

Caramba, es verdad.

–En el la estación de peaje de la carretera a Samaná, el más caro de todos, con la obra que causa mayores accidentes, dan la opción de pagar la ida y la vuelta. El conductor paga con la esperanza de que al regreso no tendrá que hacer cola en las estaciones de peaje. Pues, no. Tiene que hacerla, a pesar de haber pagado por adelantado. No están en eso, están en otra cosa.

Y, ¿cuál es su conclusión?

–Escucha bien y reflexiona: quienes son incapaces de hacer bien lo sencillo, jamás podrán resolver lo complejo. De igual forma, quienes no pueden resolver lo poco, están inhabilita­dos para solucionar lo mucho. Son una retranca al desarrollo. Es cuanto.

Están desguazand­o el territorio, destrozand­o el medio ambiente, desguañang­ando a este pueblo, y hasta depreciand­o los atributos nacionales. Lo que hay es un desorden en toda regla.

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