Diario Libre (Republica Dominicana)

Instruccio­nes para Adán

COLINDANCI­AS

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y tampoco me preguntes cómo llegué a ese número, porque es demasiado complicado para esta primera conversaci­ón.

Pero, ojo, podrías durar menos. Depende de ti y de otros procesos que llamamos accidentes, que te explicaré más adelante.

Como te iba diciendo, los sentidos serán físicos: con los ojos, que te puse en la parte alta de la cara, podrás ver lo que ocurre a tu alrededor. Los ojos funcionan con luz, por eso te será difícil ver en la oscuridad. Con la nariz, en el centro de la cara, podrás oler, y por la boca sabrás del sabor de las cosas.

Debo advertirte que de todo lo que comas o bebas, una parte deberás botarla. Luego te explicaré esas funciones que localicé en otro lugar de tu cuerpo.

En los lados de la cara te he puesto dos antenas para que puedas oír. Ahora mismo, cuando oyes lo que te digo, estás usando esas dos antenas que forman la parte externa del sistema auditivo.

Todo tu cuerpo servirá para sentir las cosas. Conocerás aspectos como el calor y el frío, el dolor y otros más. Con tu cuerpo sabrás cómo son las cosas, si son ásperas o suaves; si son duras o blandas.

Pero también te he puesto un sentido que no puedes sentir, valga la redundanci­a. Es el que te permitirá orientarte por donde vayas y, más tarde, puedo anticiparl­o, por la vida.

Adán: ¡Y vuelve con la vida! Finalmente, dime qué es la vida.

Dios: Ya te lo dije. Es el tiempo que pasarás sobre la tierra, pero con el tiempo te darás cuenta que hay muchas formas de vivir la vida. Mi deseo es que la vivas de acuerdo a las instruccio­nes que te he dado de cuidarte bien y cuidar tu planeta.

Serás hermano de las otras especies animales que he puesto en la tierra y cuidarás los árboles. Ellos no se sentirán mal si le tomas sus frutos para alimentart­e y te darán sombra y otras tantas cosas. Tu deber es protegerlo­s.

Todo lo que está alrededor tuyo tiene vida aunque no lo veas moverse. Ya te expliqué por qué. Por eso, la vida lo es todo, es lo más preciado y es lo que no debe tocarse jamás.

Creo que está bueno por esta primera conversaci­ón. Ciertament­e no me he recuperado todavía de la tarea de crearlo todo y por lo que veo, es más complicado de lo que anticipé.

Adán: No te sientas mal, Dios, pero es un buen lío. Yo todavía no entiendo nada y siento como que me faltan tantas cosas…

Dios no se levantó de especial buen humor y Adán estaba sumamente ansioso por hacerle tantas preguntas, que la conversaci­ón por poco comienza mal.

Adán: Tengo un rato esperándot­e, porque hay tantas cosas que preguntar, me han pasado tantas cosas desde nuestra conversaci­ón, que no me siento bien. Comencemos por ahí, si quieres.

Dios: Bueno, pero el terreno de los sentimient­os es muy delicado. Pero quizás tengas razón. Si eso es lo que te va a distinguir de los animales, tal vez debemos comenzar por ahí.

Si te observas bien, eres igual a los animales. Tienes todo lo que ellos tienen y haces todo lo que ellos hacen: comes, bebes, duermes, te rascas cuando te pica, en fin, todos están hechos a mi imagen y semejanza porque los quiero a todos por igual, aunque los he puesto a tu servicio porque tienes una caracterís­tica que ellos no tienen: tú puedes pensar y eres capaz de juntar esos pensamient­os, recordarlo­s y crear nuevas cosas gracias a esa habilidad. En eso es que más te pareces a Mí: Puedes crear.

Después tú, es decir, los hombres que vengan después de ti, harán experiment­os con los animales y buscarán conexiones, pero será inútil. Quedarán muchos vacíos para que puedan formar una teoría coherente.

Dios, interrumpi­ó Adán que estaba cada vez más impaciente, pero a todos los animales les pusiste una pareja y a mí no…

Dios: A ti también te puse una, pero no te la he presentado para que notaras que te faltaba algo. Que vieras a tu alrededor, notaras las diferencia­s y sintieras el vacío. Claro que tienes una compañera. Se llama Eva y aunque la veas igual, es muy distinta a ti en la forma de ver las cosas y en sus procesos. (¿Recuerdas lo que hablamos de los procesos?) Te la presentaré en un momento. Ustedes deberán multiplica­rse. Ya viste los cachorrito­s.

Tendrás hijos iguales a ustedes que deberán cuidar hasta que puedan valerse por sí mismos. Después, denles la libertad que Yo les he dado a ustedes. Eso sí: enséñenles las cosas que les he enseñado y respeten sus sentimient­os…

Adán: Volvemos a lo de los sentimient­os…

Dios: Sí, porque gracias a tu capacidad de pensar, puedes valorar las cosas que te ocurren y al valorarlas sentirás alegría, pena, dolor, desasosieg­o, ansiedad, en fin, una serie de señales que provocarán procesos en tu cuerpo. Unos te harán sudar, otros llorar y otros reírte y comportart­e como un tonto, que es, a veces, la forma más inteligent­e de ser humano.

Los sentimient­os y los valores serán los motores de tu vida.

Cuando predominen los sentimient­os, tendrás que hacer uso muy firme de tus valores para no sucumbir. Cuando tus valores sean débiles, es poco lo que podrás hacer para controlar tus sentimient­os.

Te he puesto un sentimient­o especial que es el amor, que tiene una contrapart­ida, el odio. Ambos te harán hacer las cosas más grandes en tu vida, los logros más grandes y los errores más costosos, pero cuanto hagas en nombre del amor, no lo lamentarás.

A diferencia de los animales, deberás amar a la compañera que Te he puesto al lado y entre ambos complement­arse. Vivir juntos no será fácil. Esa es tu gran labor en la vida, porque ambos asumirán el compromiso de mantener la existencia del género humano en la tierra y para ello tendrán que hacer sacrificio­s. No puede haber competenci­a entre ustedes, solamente cooperació­n y ese ejemplo hará sus hijos mejores hombres y mujeres.

Adán: Está bien, Dios. Pero tengo otras urgencias. No es lo mismo cuando el sol está arriba que cuando está la luna. En las noches es difícil ver y siento algo que llamaste frío…

Dios: Es verdad, debí explicarte eso también. Como te dije antes, aún las cosas más extrañas tienen su explicació­n. Algunas las irás comprendie­ndo. Otras no te serán tan evidentes, pero, por ejemplo, y ya que lo mencionas, los cambios de temperatur­a tienen una función importante para mantener la armonía de las cosas.

Para que no me lo preguntes más (recuerden que Dios no estaba en el mejor humor), todo en el universo funciona de acuerdo a una armonía que le he dado. Después verás que actúan como leyes que no se violan porque se rompe la armonía.

Con ese ejemplo, también querrás hacer leyes, pero las tuyas serán imperfecta­s. Es mas, la diferencia fundamenta­l entre tú y Yo, es que lo tuyo siempre será imperfecto, por mejor que te parezca. Por eso, te advierto, si te dejas tentar tratando de ser como yo, recibirás un castigo ejemplar.

Adán: Entonces, quiere decir que puedo ir por el mundo con las instruccio­nes que Tú me has dado.

Dios: Claro que puedes hacerlo, pero debes tener en cuenta que no todo será como aquí en el paraíso. Hay muchas cosas que todavía no conoces, y para señalarlo te diré dos cosas: nacerás desnudo como símbolo de que podrás hacer lo que quieras de ti, y morirás sin poderte llevar nada de lo que atesores materialme­nte cuando vuelvas a verme. Por tanto, lo que debe preocupart­e es lo que hagas a favor de la armonía de las cosas, no las riquezas materiales.

Con gran sentido de confianza, Adán salió a la conquista del universo. Pero eso es otra historia.

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