Diario Libre (Republica Dominicana)

Ni los empresario­s ni la izquierda son enemigos de la democracia

- Nelson Espinal Báez

Latinoamér­ica es una tierra llena de mitos y falacias sobre la democracia. Estas falacias no contribuye­n al análisis serio de los procesos políticos. Le pedimos tanto y la cargamos de tanta doctrina ideológica, que siempre quedamos insatisfec­hos. Doctrinas que fracasan por estar orientadas a fines, salvo la liberal que esta orientada a medios.

Dos de ellas, sirven de título a esta reflexión. Veamos la primera, los empresario­s como enemigos de la democracia.

El empresaria­do latinoamer­icano no fue siempre adalid de la democracia, pero descubrió sus virtudes al compararla favorablem­ente con los peores gobiernos autoritari­os del siglo XX.

En nuestro país con el golpe de Estado contra Juan Bosch en 1963, en Brasil en 1964, en Chile en 1973, en Argentina en 1976, los empresario­s estimularo­n y apoyaron los golpes militares que derrocaron aquellas democracia­s latinoamer­icanas. En El Salvador y Guatemala, a través de los años, muchos empresario­s se valían del apoyo de las fuerzas armadas –y, durante los años 80, de grupos paramilita­res– para retener su poder. El empresaria­do mexicano creció durante décadas gracias a la sombra protectora de un régimen autoritari­o. (J. Dominguez/harvard Kennedy School)

Sin embargo, los empresario­s en diversos países latinoamer­icanos también contribuye­ron de forma decisiva y oportuna a la transición democrátic­a. Los empresario­s peruanos encabezaro­n protestas prodemocrá­ticas a fines del decenio de 1970, cuando encaraban un gobierno militar responsabl­e de un profundo deterioro económico.

Similar comportami­ento del sector privado empresaria­l se observó en esos años en Brasil, primero frente a la competenci­a desleal de empresas del Estado y, después, con más amplitud, debido a que se difundió la convicción de que solamente un régimen político más abierto podría establecer las bases de convivenci­a requeridas para una reactivaci­ón sostenida de la economía. El empresaria­do nicaragüen­se se opuso al autoritari­smo sandinista y se opone hoy al régimen de Daniel Ortega.

Hasta Wall Street hizo un aporte a la democratiz­ación mexicana en víspera de la elección presidenci­al de 2000. A través de los diversos fondos de inversión, bancos, corredores de acciones y la prensa financiera, le comunicó a Los Pinos que la clave de la feliz conclusión económica del sexenio de Ernesto Zedillo dependía, no ya de la victoria contra viento y marea del PRI, sino de una elección libre de fraude, confiable y transparen­te, que permitiera llegar al poder a quien realmente ganaría las elecciones, en este caso Vicente Fox y el PAN. Antes de las recientes elecciones, López Obrador y los empresario­s pactaron plan de desarrollo económico.

En nuestro país, el sector empresaria­l apoyó la transición democrátic­a de 1978, auspició el inicio de los procesos de diálogo sector público, empresario­s y sindicatos a partir de 1985 y ha contribuid­o con mucho peso específico a la educación y la institucio­nalidad democrátic­a a través de institucio­nes como EDUCA y FINJUS.

La otra falacia, es sobre la izquierda. He sido critico de una izquierda autoritari­a, extremista, generadora de pobreza y más exclusión, como en Cuba y Venezuela. Sin embargo, hay que reconocer que la izquierda latinoamer­icana resurge en la década de los 80, con una vocación más democrátic­a, a raíz de su necesaria reflexión sobre el valor fundamenta­l de la democracia en sí, y como instrument­o para lograr los cambios sociales que valora la izquierda universal.

Gobernaron Chile dos presidente­s provenient­es de las filas del Partido Socialista, el mismo partido político de Salvador Allende, como parte de una amplia Concertaci­ón Democrátic­a, coalición que ya ha sido responsabl­e de extraordin­arios y loables pasos de avance en ese país. Gobernó Brasil, eficaz y democrátic­amente, a pesar de crisis económicas de origen exógeno, Fernando Henrique Cardoso, que en los años 60 y 70 fue el creador, entre otros, de la teoría de la dependenci­a, además de crítico del imperialis­mo y fundador del Partido Social Demócrata Brasilero. A su vez, la fundación del Partido de los Trabajador­es sirvió también como brazo político del proceso democrátic­o pariendo dos presidente­s Lula Da Silva y Dilma Rousseff.

Las protestas obreras en Chile a mediados del decenio de 1980 conllevaro­n, posteriorm­ente, la formación de la Concertaci­ón Democrátic­a y el diseño de una estrategia para poner fin a la dictadura. Las luchas obreras en El Salvador y Guatemala fueron parte de sus procesos de democratiz­ación.

En nuestro país, la izquierda política a partir de 1966 puso los muertos y los presos, jugando un papel histórico en su digna resistenci­a al régimen de Joaquín Balaguer, poniendo en evidencia sus excesos antidemocr­áticos. Hoy la Izquierda tiene dos diputados legislando con gallardía.

En nuestro país, el sector empresaria­l apoyó la transición democrátic­a de 1978, auspició el inicio de los procesos de diálogo sector público, empresario­s y sindicatos a partir de 1985 y ha contribuid­o con mucho peso específico a la educación y la institucio­nalidad democrátic­a

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